Si hace unos días hablábamos de que con la llegada del verano vuelven los mosquitos y el calor, para los niños de dos años llega un quebradero de cabeza (de los padres): “es verano, tienes dos años y toca quitar los pañales”.
Como enfermero de pediatría recibo un montón de dudas al respecto: que si “ya tiene 17 meses y le tengo que ir quitando el pañal”, que “si se lo quito y no retiene, qué hago”, que “si en la guardería me han dicho que ya hay que dejarlo y yo no quiero” e incluso que “yo se lo quiero quitar pero en la guardería me dicen que no”.
Y respuestas hay unas cuantas también, porque hay niños que lo dejan muy fácilmente y otros que no lo hacen hasta que realmente están preparados, y no necesariamente tiene que ser a los dos años, ni mucho menos.
El pañal lo llevan por nuestra culpa
Conozco a madres que han llegado a echar la bronca a sus hijos porque no retenían después de un tiempo (no un broncazo, pero sí alguna amenaza) y cuando me lo han explicado les he dicho que ellos no tienen la culpa de no ser capaces de retener la orina y/o la caca y que como padres deberíamos tener en cuenta que la culpa de que lleven pañal no es de ellos, sino nuestra.
Los bebés vienen al mundo sin pañales y somos nosotros los que, por higiene y porque preferimos que sea así, les acostumbramos a ellos. Hay culturas en las que los niños pueden hacer caca y pipí en cualquier sitio, donde no se utilizan pañales, pero sí se “enseña” a los bebés a hacer sus necesidades en un determinado momento.
Esto se hace mediante un método llamado la comunicación de la eliminación, en el que madre e hijo se comunican para buscar un momento concreto en el que hacerlo todo, siendo más el hijo que la madre quien decide, lógicamente. Mediante este método la madre (o el padre) reconoce las señales del bebé que le dicen que tiene ganas de hacer pipí o caca y así puede aplazar un poco el momento de hacerlo, hasta que la madre da la señal (un siseo, por ejemplo) para que el bebé lo haga donde ella prefiera.
En la cultura occidental, en cambio, esto no se hace por varias razones: ni los niños pueden hacer sus cosas en cualquier sitio, ni los padres están 24 horas con sus niños para responder a las señales de alarma que hacen para explicar que tienen ganas de hacer algo.
Entonces, como digo, si aquí lo hacemos diferente porque a nosotros nos va bien, no es justo que el día que decidimos que tienen que dejar de llevar el pañal, ese al que les hemos acostumbrado, se lo hagamos pasar mal.
Quitar el pañal por las buenas
Lo recomendable entonces es quitar el pañal por las buenas, sin molestar, sin provocar sufrimientos innecesarios.
Lo primero que hay que tener en cuenta es por qué queremos quitar el pañal. Si es porque tiene dos años, debemos saber que puede ser que el niño controle perfectamente los esfínteres, pero que también puede ser que no los controle para nada.
A los dos años y medio, por ejemplo, sólo el 50% de los niños es capaz de ir sin pañal. A los 3 años lo hace el 75% y a los 3 años y medio el 95% de los niños.
Entonces, si el verano en que nuestro hijo tiene dos años le quitamos el pañal y vemos que pasan los días y el niño se lo hace encima, se mea por todas partes, deja caca en los rincones y no parece avisar siquiera de que lo va a hacer está claro que nos está diciendo que no es el momento.
En tal caso, como no está controlando esfínteres, pues se le pone el pañal y otra vez y ya se intentará más adelante.
¿Poner el pañal otra vez?
Sigo leyendo en muchos sitios que poner el pañal otra vez es una insensatez porque estás volviendo atrás. Como ya he dicho en otras ocasiones, para ir hacia atrás hay que haber ido antes hacia delante y si el niño no ha empezado a controlar se encuentra en el mismo punto que antes de quitarle los pañales, así que sí, se le pueden volver a poner sin problemas.
De hecho hay niños que van sin pañales por el mundo pero para hacer pipí o caca quieren el pañal antes que el orinal o el WC.
También puede no hacerse a los dos años, ni a los tres y esperar simplemente a que el niño lo pida, que seguro que antes o después lo hará, porque a nadie le gusta ir meando ni cagando en un pañal, si lo puede evitar.
Pero es que empieza el colegio
Claro, lo que pasa es que esto tampoco es muy lógico en la sociedad en la que vivimos, porque entre los dos y los tres años los niños suelen empezar el colegio y (¡zas!, la primera en la frente) en los colegios no quieren que los niños lleven pañal. No es una cuestión de maduración en plan “como ya va al cole es un niño grande y ya no puede llevar pañal”, sino que es una cuestión de logística: “estoy yo sola para 25 niños y no puedo pasarme el día cambiando pañales”.
Entonces pasa lo que pasa, que el último mono es precisamente el cliente, el usuario de los servicios públicos (o privados), o sea, el niño o niña que, no siendo capaz todavía de retener, tiene que espabilarse para hacerlo sí o sí, porque sino allí te lo haces encima. Muchos lo acaban consiguiendo y, lamentablemente, algunos niños no lo consiguen y se pasan medio curso saliendo con la ropa de recambio y la sucia en una bolsa de plástico.
¿Y cómo lo hago?
Aprovechando que llega el verano los ratos que está por casa le quitas el pañal y que vaya desnudo, haciendo las cosas donde más le apetezca. Entonces cuando lo haga le explicas qué es: “mira cariño, has hecho un pipí” o “mira, una caca del culete” y le dices que mejor podría hacerlo en otro sitio, porque en el suelo hay que limpiarlo. Entonces le puedes ofrecer aquello que creas oportuno: “mira, aquí te dejo un pañal, un orinal y aquí está el váter con un reductor. Cuando quieras hacer algo me lo dices y utilizamos lo que prefieras”. El pañal se les ofrece como transición porque hay muchos niños que no quieren ni oír hablar de WCs o de orinales.
También es positivo hablar de ello una vez lo ha hecho, para que conozca las sensaciones: “mira, ahora ha caído la caca en el orinal, que ha salido de tu culito”, “ahora estás mojado porque has hecho pipí, ¿notas que es diferente a estar seco?”, que sepa qué va a pasar en cada momento: “ahora tiraremos de la cadena y la caca se va a ir a otro sitio, con otras cacas” y que no se quede preocupado por dejar escapar algo que en algún momento fue suyo (algunos niños lo pasan realmente mal porque creen que la caca es un trozo de su cuerpo que pierden y que no volverán a ver jamás).
Pero sobretodo, lo más importante es respetar sus tiempos. El control de esfínteres se enseña, pero los niños lo captan sólo cuando están preparados. Es como intentar enseñar a leer a un niño de dos años: es imposible. Sin embargo, cuando tiene cinco, pues sí va captando las letras y las palabras. Pues con esto pasa igual. Algunos niños a los dos años entienden enseguida cómo funciona eso de controlar los esfínteres y otros, que aún no están preparados, no lo harán hasta pasados los tres.
Como no sabemos cuál es el nuestro lo ideal es respetar a los niños y sus capacidades, por eso no hay que decirles que si te lo haces encima eres un bebé y ni siquiera que “ahora vamos a quitar el pañal unos días porque ya no eres un bebé”, porque si resulta que el pobre niño no es capaz de estar sin pañal volverá a ser aquello que papá y mamá ya no quieren que sea.
Imagen | E-Faro
Foto | The Wu’s Photo Land
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