¿Será la de nuestros hijos una generación perdida?

¿Será la de nuestros hijos una generación perdida?
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Una de las cosas que más grabada se me quedó del programa Salvados en el que Jordi Évole viajaba a Finlandia para comparar nuestro sistema educativo con el de ellos fue cuando un finlandés explicó que lo de recortar en educación ya se había hecho allí hacía unas décadas, siendo ahora una generación perdida, con muchos problemas para encontrar trabajo por su escasa preparación en la infancia.

No es que aquí en España las generaciones previas a la actual estuvieran mucho mejor preparadas, porque nuestro sistema educativo tiene que cambiar aún mucho para acercarse al de los países del norte de Europa, pero lo que sí parece claro es que ahora, tal y como está el tema, algunos colegios son un auténtico cachondeo, con cambios constantes de profesores, o directamente con falta de profesionales que puedan suplir una baja o reforzar algún aula o materia en momentos puntuales.

Vamos, que a falta de recursos económicos a los profesores no les queda otra que suplirlos con ilusión y dedicación, como vemos en la viñeta de hace unos días de Faro. El problema es que la ilusión y la motivación no duran siempre, así que nuestros hijos están en claro riesgo de ser una generación perdida. ¿Lo serán?

Una reforma educativa en cada mandato

La educación en nuestro país es un tema político. No debería serlo, porque las manías, fobias o deseo de un ministro no debería trascender en el modelo educativo, pero sucede. Y lo peor de todo es que casi en cada nuevo mandato el ministro de turno decide crear un nuevo plan de educación, girando la tortilla tantas veces como haga falta, olvidándose cosas importantes, mareando al personal y perjudicando a los niños, o eso creo yo.

Porque de aquí a unos años nos gobernarán otros políticos, que probablemente decidirán que las cosas se están haciendo mal y que hay que cambiar. Y los que vengan después lo harán de nuevo, y así los niños seguirán estando en medio de todo, pero sin importar demasiado a nadie. En Finlandia, como pudimos ver, todos los políticos, gobiernen o no, se reúnen para hacer de la educación un proyecto potente, con ideas de todos, con la participación de todos, con un fin común: ofrecer a los niños la mejor educación posible.

Con pocos recursos

Aquí en España eso de la mejor educación posible va a ser que no. Básicamente porque no se puede pretender conseguirlo si haces recortes. Si recortas en educación, recortas en personal, recortas en infraestructuras, recortas en herramientas para los niños, en tiempo destinado a ellos, en espacios donde puedan estar sin que las aulas se masifiquen, en tener profesionales más formados y preparados.

Los profesores ponen tanto como pueden de su parte, pero muchos ven desesperados cómo tienen que hacer malabares para sacar adelante las clases, preocupados porque no se suplen las bajas, porque no tienen personal de refuerzo que les pueda echar una mano con los más pequeños, o los no tan pequeños que aún necesitan ayuda, porque... y porque ven que su trabajo no es reconocido como debiera.

La ilusión se les presupone, pero tampoco es algo que a todos los profesores se les pueda exigir año tras año, y menos con semejante maltrato. Que sí, que la ilusión hace que tu trabajo sea mucho más placentero y productivo, pero al final uno se cansa. Y la dedicación, pues un poco más de lo mismo.

Los profesores se dedican a los niños porque en el fondo son ellos los que más les preocupan, pero claro, eso tiene que ser valorado, y en la actualidad no parece que interese premiar de ningún modo la dedicación, sino simplemente recortarles un poco para que sigan haciendo lo mismo de siempre por menos y en peores condiciones.

La generación perdida

No sé si nuestros hijos pasarán a formar parte de una generación perdida, la de la crisis de principios del 2000, que hizo que los gobiernos recortaran lo que no está escrito en educación y salud, mientras rescataban bancos y seguían invirtiendo en cosas inexplicables (el Salvados en que se habla de Defensa no tiene desperdicio, tampoco), o bien a partir de ahora todas las generaciones se perderán, por no lograr siquiera tener interés por aprender, vistas las altísimas probabilidades de no tener trabajo.

El caso es que, como suele suceder, los padres tenemos que luchar más que nunca por el bien de nuestros hijos, por una mejor educación, por conseguir que dejen de recortar en los niños y cogiendo las riendas también de todo ello, porque un niño tiene que ir al colegio a que le enseñen cosas, pero en casa también las puede y debe aprender. Y a ser una persona de bien, responsable, humilde y respetuosa, a ser eso se puede aprender en el colegio, pero se tiene que aprender también, y sobre todo, en casa.

Así que, si el gobierno está haciendo lo posible por fastidiar el futuro de nuestros hijos, a nosotros nos va tocar darle la espalda y hacer lo posible por evitarlo, como los maestros, con ilusión y dedicación. O eso, o corremos el riesgo de que acaben teniendo un nivel tan (poco) elevado como quienes nos gobiernan, que ya son el hazmerreír de medio mundo.

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