Ayer mismo pudimos leer en el blog de El Parto es Nuestro una historia que seguro que no dejará indiferente a nadie. Imagina que estás embarazada y que en un control rutinario te dicen que tienes un "aborto retenido", o lo que es lo mismo, un feto en tu interior que ha dejado de progresar, de crecer, y que no lo hará más, porque no tiene vida. "Ven mañana y te hacemos un legrado", te dicen. ¿Qué hacer? Parece lo más lógico, si tu bebé ya no vive, si no tiene latido, ¿no es eso lo que hay que hacer, ir a que te lo saquen? Y decides que no, que no vas a ir, que prefieres esperar y hacer lo que se conoce como "conducta expectante": esperar a que sea el cuerpo el que expulse todo el embarazo que no sigue adelante.
Vas sangrando, piensas que el cuerpo está haciendo lo que tiene que hacer, echar fuera la vida que no será, y cuando pasados los días dejas de sangrar vas al médico para que vean si se ha expulsado todo o aún hay restos. Y entonces sucede lo inesperado, te dicen que el feto sigue ahí, que nada ha sido expulsado y que hay latido, que el embarazo sigue adelante y que ¡todo va bien!
¿Cómo es posible?
Porque de igual modo que hay fallos de diagnóstico en la patología adulta, hay fallos de diagnóstico en las gestaciones. Pero ¡qué fallo! Terrible, porque de haberse realizado el legrado el feto habría, entonces sí, fallecido. Lo único es que nadie se habría enterado de ello: los padres no sabrían que su bebé habría muerto en la intervención.
En este caso lo que sucedió es que acudió al médico en la semana 10 de embarazo, y cuando días después confirmaron que sí había latido vieron que en realidad estaba de menos días. Por eso no había latido todavía. Por eso le dijeron que había sufrido un "aborto retenido".
¿Cuántos legrados se habrán hecho sin ser necesarios?
Muchísimos, seguro, porque esta historia no es la primera vez que sucede. En los comentarios a dicha entrada, de hecho, una mujer explica que le pasó lo mismo y una segunda asegura que conoce a alguien que vivió algo parecido. La mamá que lo vivió es Ilka, que dice lo siguiente:
A mí misma me pasó en mi primer embarazo al que había estado buscando durante dos años. Fue en una clínica universitaria en Alemania donde diagnosticaron la muerte del embrión y donde nos hicieron presión hasta asentir al legrado. No fui y tuve un hijo sano y maravilloso. Luego conocí a dos mujeres más con historias parecidas...
Y una mamá que no deja su nombre explica esto, acerca de la "conducta expectante":
Yo tuve una mala experiencia al respecto. Estaba de 6 o 7 semanas y el latido era débil. Me dieron cita a la semana siguiente. En la ecografía no había latido. A mí se me saltaron las lágrimas. La doctora le dijo a su asistente que me diera cita para un legrado la mañana siguiente. Yo reaccioné y le dije que prefería esperar. Entonces frunció el ceño y me dijo bruscamente algo así como "¿no me crees? está muerto, no hay latido ni lo va a volver a haber.". Yo le dije amablemente que sí la creía pero que prefería esperar, que ya había tenido otro aborto espontáneo hacía unos meses y no hizo falta legrado. Entonces me empezó casi a gritar y a decirme prácticamente que me iba a morir si no me hacían un legrado YA. Yo pensaba que de no haber ido a esa cita seguiría sin saberlo ya que no estaba sangrando, así que no sería tan grave puesto que de haber ido por la seguridad social (era una clínica privada) no me habrían hecho todavía ninguna ecografía y no lo sabríamos... Le dije que pediría una segunda opinión con otro médico. Me dijo que no sabía lo que hacía, había mirado mi ficha y me dijo que mi anterior aborto era de 6 semanas, que este era mayor y me dolería mucho más, que tendría unos dolores insoportables. Le dije que no me importaba, había parido ya un hijo a término sin anestesia y también me habían hecho anteriormente un legrado, sabía de lo que estábamos hablando, no me iba a convencer con la baza del miedo al dolor... Total, nada más enterarme de la muerte de mi hijo, tuve que discutir con la doctora mientras me secaba las lágrimas. Pedí cita con otro médico con el que me dieron pasados tres días. Pero la noche del segundo día tuve un aborto espontáneo completamente indoloro para sorpresa mía (el anterior sí había sido doloroso tanto física como emocionalmente). En mi mano tenía el saquito amniótico intacto, con ese corazoncito que había dejado de latir pero que seguía siendo mi hijo amado. Nos pudimos despedir y le enterré bajo una hermosa flor en mi casa...
Pero, ¿no es peligroso no hacer nada?
Seguro que muchas os hacéis esta pregunta: ¿no es peligroso decir que no? ¿No es peligroso no hacerte un legrado? Pues no, y ahora lo explicamos. Estamos tan acostumbrados a esta manera de proceder que no hacer nada nos parece una insensatez, aunque no sepamos por qué. ¿Por qué se supone que es mejor un legrado? Según dicen los profesionales, porque así sacas antes el embrión y los restos del embarazo y hay menos riesgos de sangrado y de infección. Y probablemente haya bastante asociado de "cuanto antes lo elimines, antes te olvidas".
Pero no, un aborto no se olvida nunca, y borrarlo cuanto antes no mejorará nada... de hecho, hasta puede empeorarlo todo porque la pérdida se convierte en algo más traumático. Como acabáis de leer a la mamá que no dejó su nombre, ella pudo despedirse en casa, en la intimidad. Si te haces un legrado no hay posibilidad, ni probablemente motivación, de hacer una despedida en condiciones.
Y despedirse es muy importante porque, como hemos dicho en otras ocasiones, no solo se va un bebé de pocas semanas de gestación, sino toda la vida que ya habías imaginado con él, todas las expectativas, todas las ilusiones, y todo el amor que le tenías reservado. Y todo eso junto es mucho que se va de golpe.
Según la ciencia, debería ser la mujer la que decidiera qué hacer
Una revisión de estudios publicada por la OMS ya en el año 2006 habló del legrado en comparación a la "conducta expectante", también conocida como "manejo expectante del aborto". En dicha revisión vieron que solo el 10% de las mujeres que optaron por no hacer nada requirieron un legrado quirúrgico. Vieron también que a otro 11% se le acabó practicando un legrado por decisión de las madres, que no pudieron esperar el tiempo oportuno a que se produjera el aborto espontáneo, sumando entre todas ellas un 21% de mujeres que tuvieron que pasar por el quirófano, frente al lógico 100% de las que se sometieron a un legrado como primera opción.
A la hora de conocer las consecuencias, vieron que el 2% de las mujeres a las que se les hizo un legrado tuvo que repetir para extraer algunos restos que quedaron. El 1% de las que no hicieron nada sufrió una infección pélvica tras el aborto espontáneo, sin embargo, en el grupo de las mujeres con legrado el porcentaje de infección subió al 3%. En cuanto al sangrado, las mujeres del grupo "manejo expectante" sangraron más días que las que se sometieron a un legrado.
Ante estos resultados, los autores concluyeron lo siguiente:
Ninguno de los dos métodos es mejor que el otro. Por lo tanto, la preferencia de la mujer debería desempeñar un papel preponderante en la toma de decisiones con respecto al método que se prefiere seguir.
Vamos, que si una mujer no hace nada tiene menos riesgo de infección aunque sangrará más días porque el cuerpo va expulsando los restos poco a poco. Puede ser cosa de días o puede ser cosa de semanas, y por eso algunas mujeres prefieren someterse a un legrado, que es más rápido.
¿Qué es mejor? Pues viendo la probabilidad de que te hagan un legrado innecesario, la verdad, yo optaría por el manejo expectante. Esperar a que el cuerpo haga su trabajo y mientras tanto estar pendiente de los signos de alarma: fiebre, hemorragia que va en aumento o mal olor de la sangre, que serían posibles signos de infección, pese a que, como hemos dicho, solo sucede en un 1% de los casos. Pasados los días, acudir de nuevo al médico a ver si todo ha ido bien y no queda ningún resto.
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