Hace unos días leí en una revista de enfermería un artículo titulado “Cuerpos gestantes y orden social. Discursos y prácticas en el embarazo” que me pareció interesante como punto de partida de algunas reflexiones relacionadas con el embarazo.
Su autora, Mª Jesús Montes Muñoz, nos introduce a él mediante la descripción de la visión actual de la mujer dentro de la sociedad.
Se le atribuye a la mujer el rol maternal como la primera función moral y natural a la que debe responder y se asocia el momento del embarazo a un cuerpo vulnerable e imperfecto que debe ser controlado y vigilado.
“La gestación es por lo tanto un tiempo ideal para el ejercicio del control y el adoctrinamiento en el orden en que socialmente se deben situar las mujeres y en el que se espera que permanezcan”. Se aprovecha el momento del embarazo, en que la mujer pasa a ser futura madre, para enviar mensajes de inseguridad (debes hacerte x analíticas, x ecografías, x pruebas para asegurarnos que tu hijo esté bien), de indefensión (tranquila, déjalo en nuestras manos…), de culpa (no comas tanto, come un poco más, no tomes esto, no camines tanto, camina un poco, no puedes hacer esto, no puedes hacer lo otro…) y conseguir de esta manera reforzar el estereotipo de inferioridad femenina.
Algo así como “si lo dejamos en tus manos, tu bebé no sobrevivirá”. Suena fuerte, pero ¿quién no ha pensado alguna vez en lo irresponsable que es esa madre, que en todo el embarazo no ha ido a hacerse los controles?
El cuerpo de la mujer se convierte en un “cuerpo sospechoso” que debe ser vigilado por los expertos y cuidado por la madre de una manera diferente a como venía haciéndolo.
Se les da a las embarazadas suplementos de todo tipo (vitaminas, hierro) por protocolo, siendo en muchos casos innecesarios, se les somete a innumerables pruebas que hacen que muchas embarazadas piensen que realmente padecen esos trastornos y que se sientan inseguras hacia su propio, negando sus propias sensaciones y desconfiando del propio proceso fisiológico.
“El discurso del riesgo, más allá de sus funciones de prevención, viene a reafirmar el poder médico y el control social e ideológico de las mujeres”.
A la mujer se le hace responsable del desarrollo del feto en base a su manera de actuar durante el embarazo. Qué y cuanto comen, qué y cuanto beben, cuanto caminan, en qué estado emocional están, cuanto trabajan, etc.
Todo debe ser controlado para que el feto salga bien y si hubiera algún problema, quizá es porque la madre hizo algo…
La conclusión a la que llega la autora es a la que creo que deberíamos llegar todos: Los controles en el embarazo son muy válidos y útiles, pero ha de tenerse en cuenta que los resultados son casi siempre normales. Deberían llevarse a cabo desde un prisma más colaborador con la mujer para que fuera más partícipe de su salud y su cuerpo que no es más que el de una mujer embarazada, y por lo tanto el de una mujer que debería ser tratada como a una persona sana y no como a una persona enferma.
Vía | Revista Index de Enfermería En Bebés y más | Las embarazadas se merecen una atención médica más personalizada | El actual control obstétrico en los embarazos duplica los partos prematuros | Los controles genéticos en los fetos son cuestionados | Insensibilidad hospitalaria, un trato lamentable para una futura mamá