Hasta hace unos años, los abuelos aplaudían el nacimiento de los bebés grandes y gorditos porque “eran hermosos”, y en todas las reuniones familiares siempre se alza la voz de una madre que tuvo un hijo que pesó más de cinco kilos, como una proeza digna de mención. ¡Mi hermana pesó cinco kilos y medio al nacer!
Pero lo cierto es que un excesivo peso o altura implica riesgos para el bebé y se conoce con el nombre de macrosomía (cuerpo grande). Pero, ¿Por qué se produce? ¿Qué riesgos implica?
¿Cuándo se habla de bebé con macrosomía?
Según el informe 'Recién nacido de peso elevado' de la Unidad Neonatal del Servicio de Pediatría del Hospital de Basurto (Bilbao), se suele hablar de macrosomía cuando se calcula que el peso del bebé al nacer será mayor del percentil 90 o superior a cuatro kilos de peso. Se considera que es a partir de 4,5 kilos de peso cuando las complicaciones aumentan de forma significativa.
Se calcula que un cinco por ciento de los bebés nacen por encima de este percentil 90, pero no todos se consideran macrosómicos, ni todos necesitarán medidas especiales.
Pero estos investigadores explican que "lo sustancial en la definición de este concepto es diferenciar los recién nacidos con un riesgo perinatal aumentado y susceptibles de un cuidado especial, de aquellos neonatos probablemente normales y por tanto con un riesgo similar al resto de los recién nacidos".
La macrosomía es una estimación de peso y talla realizada con un ecógrafo teniendo en cuenta tres parámetros (el diámetro de la cabeza, el perímetro del abdomen y la longitud del hueso fémur), y tiene un rango de error de entre 300 y 550 gramos, por lo que no puede considerarse un método totalmente preciso para el diagnóstico de macrosomía.
Por eso, los autores del estudio explican que en la actualidad, además del peso al nacimiento (PN) y de la edad gestacional (EG), se propone el índice ponderal (IP) como un parámetro que definiría los dos subtipos de macrosómicos: armónico (sin problemas asociados) y disarmónico (a vigilar).
Si realizadas las pruebas pertinentes se descarta la existencia de patologías, el embarazo y el parto pueden ser perfectamente normales, incluso por vía vaginal.
Factores de riesgo
Algunos factores predictivos de la macrosomía son:
Un excesivo crecimiento del feto
La diabetes familiar
Un grosor de la placenta superior a cuatro centímetros.
Mujeres mayores de 30 años.
Fetos de sexo masculino.
Padres grandes. Es uno de los factores más normales y menos preocupantes para un nacimiento con alto peso. En estos casos es la genética el factor fundamental.
Sin embargo hay otras causas que pueden desencadenar un aumento de peso o talla excesiva en el bebé:
Que la madre aumentase mucho de peso en el embarazo. Si el peso del bebé no es demasiado alto tampoco suele ser peligroso.
La diabetes materna, tanto si la mujer la padecía ya antes del embarazo o si se trata de una diabetes gestacional. Es una de las causas más habituales. La explicación se relaciona con la metabolización del azúcar. Al tener un alto índice de azúcar la sangre de la madre el bebé produce insulina extra, lo que puede provocar un crecimiento excesivo o que acumule grasas.
Complicaciones asociadas
Tradicionalmente se ha considerado que los fetos macrosómicos suponen riesgos potenciales para la madre: mayor posibilidad de desgarro perineal y mayor riesgo de cesárea. Y también para el feto (miocardiopatía, malformaciones congénitas) y el bebé: mayor riesgo de distocia de hombros en el momento de nacer.
Pero según 'El parto es nuestro', "un bebé muy grande no es motivo por sí mismo para una cesárea electiva o una inducción temprana del parto":
“Se debe favorecer la terminación espontánea del embarazo y durante el parto intervenir tan solo en caso de que realmente exista una verdadera desproporción céfalo-pélvica”.
Incluso un estudio publicado en la revista American Family Physician, señala que "en caso de cesárea anterior el riesgo de rotura de útero con un feto macrosómico no es superior que en el caso de estar gestando un bebé de menor tamaño".
Aún así, la desproporción feto pélvica constatada, los partos operatorios con empleo de fórceps o ventosa, la cesárea, las hemorragias posparto y los traumatismos en el canal del parto conducen a mayor riesgo y problemas posteriores en la pared vaginal. Hoy, las consecuencia negativas son mucho menores, pero no desaparecen del todo.
Además, en los partos vaginales la distocia de hombros es más habitual que en los bebés de peso normal. Esto ocurre cuando la cabeza de un bebé pasa por la vagina durante el nacimiento, pero sus hombros se atoran dentro de la madre.
También puede haber mayores porcentajes de asfixia neonatal, aspiración de meconio e ingreso en el hospital después del nacimiento.
Por estos motivos, la posibilidad de hacer una cesárea es contemplada como la alternativa adecuada en la mayoría de los casos.
Sin duda hay bebés que nacen con más de cuatro kilos por vía vaginal y sin complicaciones, y también hay casos de falso positivo previo, por lo que los profesionales deben ser muy conscientes de todos los datos antes de decidirse por una cesárea programada y explicarle a la madre la información de la que disponen con total veracidad.
Si la madre padecía diabetes, el bebé, al nacer, puede tener problemas con la regulación de su propia glucosa en sangre. Y eso traerá otras complicaciones a los bebés con macrosomía:
Ictericia
Hipertensión pulmonar persistente
Hipoglucemia
Policitemia
Dificultades respiratorias.
Diagnóstico difícil
La macrosomía fetal es difícil de detectar y diagnosticar durante el embarazo. Algunos signos y síntomas que pueden predecirla:
Altura del fondo uterino de gran tamaño. Durante las visitas prenatales, el médico puede medir la altura del fondo uterino, la distancia desde la parte superior del útero hasta el hueso púbico. Una altura del fondo uterino con una medida mayor de la esperada podría ser un signo de macrosomía fetal.
Exceso de líquido amniótico (polihidramnios). Demasiada cantidad del líquido que rodea y protege al bebé durante el embarazo, podría ser un signo de que el bebé es más grande que el promedio. ¿La explicación? La cantidad de líquido amniótico refleja la producción de orina del bebé, y un bebé más grande produce más orina.
Además, calcular lo que va a pesar el bebé antes de nacer también es muy complicado, así que el diagnóstico definitivo de macrosomía fetal no se realiza hasta después de que el bebé nace y se pesa.
En caso de tener factores de riesgo para la macrosomía fetal, la Clínica Mayo advierte que es probable que el médico realice pruebas para controlar la salud y el desarrollo del bebé:
Ecografía. Hacia el final del tercer trimestre, para tomar mediciones de las partes del cuerpo del bebé, como la cabeza, el abdomen y el fémur. “No obstante, la precisión de la ecografía para predecir la macrosomía fetal es poco fiable”, según esta institución médica.
Análisis prenatales. Si se considera que el crecimiento excesivo del bebé es consecuencia de una enfermedad materna, el médico puede recomendar un análisis prenatal, a partir de la semana 32 del embarazo. Puede ser:
Una prueba en reposo, que mide la frecuencia cardíaca del bebé en respuesta a sus propios movimientos.
Un perfil biofísico fetal, que combina una prueba en reposo con una ecografía para controlar el movimiento, el tono muscular y la respiración del bebé, y el volumen del líquido amniótico.
Pero, tal y como explica esta Clínica, puede ser que no se realicen análisis específicos, ya que la macrosomía por sí sola no es un motivo para realizar un análisis prenatal.
Además, tampoco existe un tratamiento que reduzca su tamaño. Solo se puede intentar evitar las complicaciones durante el parto y en el neonato.
Aún así, los autores del estudio del Hospital de Basurto, relatan que también se deben considerar los efectos a largo plazo de un bebé muy grande:
"Diversos estudios vinculan la macrosomía fetal en hijos de madre diabética, obesa e incluso en la población normal, con un mayor riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2, obesidad y síndrome metabólico en la infancia o en la edad adulta, lo cual perpetuaría este ciclo en las siguientes generaciones".
Por eso, según sus conclusiones, "resulta obligado, especialmente en los niños que han sido grandes para su edad gestacional y que desarrollan una obesidad, ejercer una mayor vigilancia sobre sus hábitos alimenticios y estilo de vida, para prevenir las complicaciones cardiovasculares futuras".
Fotos | iStock
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