La exposición a Rayos X es una gran preocupación en el embarazo, tanto para médicos como pacientes, ya que altas radiaciones son perjudiciales para el feto, especialmente en las primeras semanas de embarazo, pudiendo provocar defectos congénitos. Por tanto, te contamos todo lo que debes saber sobre Rayos X y embarazo.
Antes de someterte a cualquier prueba de Rayos X debes comentarle al médico que estás embarazada o que podrías estarlo. En cada caso, se evaluará la necesidad de realizar una radiografía u otra prueba alternativa para evitar posibles daños en el bebé.
El riesgo de los Rayos X en el embarazo
Los rayos X son radiaciones de alta frecuencia que pueden alterar la estructura de las moléculas de las células. No sólo son perjudiciales para la madre, sino también para el bebé. Pueden causar la muerte celular o alteraciones en la formación de los gametos, en la multiplicación celular o afectar la implantación del embrión en el útero.
Los daños que pueden producir los rayos X en el bebé dependerán de la dosis y el tiempo de exposición a la radicación, así como de la parte del cuerpo irradiada.
Para tranquilidad de las embarazadas, las exposiciones por procedimientos diagnósticos comunes no representan un aumento significativo del riesgo que tiene la población general para defectos congénitos, entre un 3% y un 6%.
De hecho, según la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) dosis absorbidas por el feto inferiores a 100 miliGy (mGy) no son suficientes para interrumpir un embarazo, mientras que las dosis fetales en radiología diagnóstica son habitualmente inferiores a 50 mGy.
Para que os deis una idea, una dosis fetal de 100 mGy no sería probable que se alcance con tres exámenes de radiografía computarizada de pelvis (TC), ni con 20 estudios de radiodiagnóstico convencionales de abdomen o pelvis.
El período más crítico son las dos o tres primeras después de la concepción, cuando probablemente la mujer no sepa que está embarazada. Por tanto, si supones que podrías estarlo lo más recomendable es posponer la radiografía, salvo que sea absolutamente necesaria y de partes lejanas al abdomen, el cual igualmente deberás proteger.
Si no hay otra opción, lo que debes saber
Cuando una paciente que tiene que someterse a radiación está embarazada, deberá evaluarse si es realmente necesaria o puede evitarse o ser reemplazada por otra prueba menos agresiva que no haga uso de radiaciones ionizantes, como por ejemplo una ecografía.
Si el médico determina que es completamente necesaria, hay un procedimiento que debe seguirse para minimizar el riesgo para el bebé. El radiólogo determinará si el feto se encontraría bajo el haz primario de rayos X. Si no fuese así, el riesgo para el feto será extremadamente bajo y se ocupará de irradiar la mínima dosis posible para obtener un diagnóstico correcto.
Cuando se trata de radiografías de áreas lejanas al feto (tórax, cráneo o extremidades), estas se pueden realizar con seguridad en cualquier momento del embarazo, pero la embarazada debe proteger el abdomen con un delantal plomado.
Si el feto se encontrase en el haz directo y la radiografía no puede demorarse hasta el final del embarazo, el médico deberá evaluar cada caso e informar a la embarazada de posibles riesgos, según la etapa de embarazo, el problema de la mujer y la dosis que requeriría el estudio. Por ejemplo, si es una única radiografía simple de abdomen, con una dosis baja u otro tipo de prueba con dosis alta.
Los rayos X son un riesgo para la embarazada, además tienen efecto acumulativo. Por tanto, deberían intentar evitarse o postergarse, y sólo cuando sea estrictamente necesario realizar una radiografía estando embarazada, protegerse adecuadamente y evaluar junto con el equipo médico el posible alcance sobre el bebé.
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