Las causas de un aborto espontáneo pueden ser variadas y distintas en cada mujer. Desde un desequilibrio hormonal, hasta una enfermedad endocrina, problemas de coagulación, de estilo de vida o anomalías cromosómicas -responsables de alrededor del 60% de los abortos-, pueden estar detrás de la pérdida de un embarazo.
Es algo que sufren muchas mujeres en todo el mundo. Una de cada diez experimenta la pérdida de un embarazo en algún momento de su vida fértil. De hecho, el 25 por ciento de las gestaciones terminan en una pérdida del embarazo.
Pero un nuevo estudio dirigido por científicos daneses está trabajando en algo tan simple como revelador. La ginecóloga danesa Henriette Svarre Nielsen y su equipo de investigadores publicaron recientemente un estudio en la revista británica The Lancet que demuestra que una muestra de sangre tomada de la madre poco después de un aborto espontáneo puede determinar la causa, incluso si el feto tenía una anomalía cromosómica.
Un proyecto pionero
El estudio es parte del proyecto Copenhagen Pregnancy Loss (COPL) lanzado en 2020, que aún está en marcha, mediante el cual se les ofrece a todas las mujeres que acudieron a emergencias del hospital de Hvidovre tras sufrir un aborto espontáneo, realizar un análisis de sangre para determinar si el feto tenía una anomalía cromosómica. Hasta el momento, unas 1.700 mujeres han aceptado participar.
Como muchos otros países occidentales, en Dinamarca, los análisis de sangre generalmente solo se ofrecen después de que una mujer haya sufrido tres abortos espontáneos, y solo si ocurrieron después de la décima semana de embarazo.
Cómo funciona
Se realiza un análisis de sangre a la mujer que acaba de sufrir un aborto, aunque sea tan pronto como la quinta semana de gestación, y se envía inmediatamente al laboratorio del hospital. Allí se aísla, secuencia y analiza el ADN del feto para ver si tiene una anomalía cromosómica.
"También podrían predecir el riesgo" de futuros abortos espontáneos, dijo la técnica de laboratorio Lene Werge.
Los datos de las participantes se dividen en dos grupos, dependiendo de si se encontraron anomalías cromosómicas o no. Si no se encuentran anomalías, los médicos inician una meticulosa búsqueda de respuestas. Si se encuentra una explicación, los médicos pueden determinar los riesgos y diseñar un plan de tratamiento.
"Creo que los años venideros son súper emocionantes, porque ahora tendremos buenos antecedentes de datos para responder preguntas de manera adecuada, que tienen que ver con la pérdida del embarazo, la reproducción, pero también tiene que ver con la salud de la mujer en general", dijo Nielsen.
Algo común, pero poco humanizado
Uno de cada cuatro embarazos acaba en pérdida, incluso a veces antes de que la mujer sepa que está embarazada. Pero también puede suceder en las primeras semanas, con el sufrimiento que conlleva saber que ese bebé que tanto deseabas no llegará.
Es algo muy común. "Y aunque ha sido tan común durante muchos, muchos años, el único enfoque ha sido vaciar el útero después de la pérdida", explica Rikke Hemmingsen, una mujer de 39 años que ha sufrido varios abortos espontáneos.
"Creo que decir que esto [la pérdida del embarazo en la etapa inicial] es normal, no lo hace más normal o más o menos triste para alguien a quien le sucede. Cuando ves esas dos líneas en una prueba comienzas a soñar, empiezas a planear tu familia y empiezas a imaginar como es ese bebé”, dijo.
Ella espera que el proyecto ayude a que menos mujeres tengan que pasar por lo que ha pasado. “Creo que el proyecto hace que la pérdida importe, que todo el dolor y toda la tristeza que trae cada pérdida de embarazo, sea importante”.
Dar una atención más exhaustiva a las mujeres desde el primer aborto espontáneo, podría ayudar a prevenir futuras pérdidas o atajar con antelación problemas que de otra forma se tardarían años en diagnosticar.