Los padres podemos leer en muchos sitios que lo más recomendable es que tengamos en cuenta las necesidades de nuestros hijos y ayudemos a satisfacerlas, para que crezcan protegidos (que no sobreprotegidos), autónomos y felices.
El caso es que eso de satisfacer las necesidades de nuestros hijos queda a veces un poco ambiguo y algunos profesionales de la materia se han dado cuenta de que, incluso en los países desarrollados, muchos niños crecen sin que sus necesidades básicas sean atendidas.
Para tratar de evitar esto, Thomas Brazelton, uno de los pediatras más prestigiosos de América, escribió en 2005 un libro junto a Stanley Greenspan, un reconocido psiquiatra infantil, en el que quisieron plasmar las siete necesidades básicas e irreductibles de los niños, que son las que vamos a comentar a continuación.
El libro se titula “Las necesidades básicas de la infancia: todo lo que cada niño necesita para crecer, aprender y vivir”. Cada necesidad equivale a un capítulo, así que lo que podéis leer aquí no es más que un resumen de las siete necesidades.
1. Necesidad de tener relaciones afectivas estables
Los niños necesitan sentirse queridos y sentirse cuidados de manera constante. Los humanos somos seres emocionales, especialmente cuando somos jóvenes. Los autores comentan que es gracias a las emociones que los niños llegan a aprender a razonar y a resolver problemas, por lo que sentirse queridos es básico para desarrollarse emocional e intelectualmente.
Según cuenta Brazelton, “no podemos experimentar emociones que nunca hemos tenido y no conoceremos la experiencia de consistencia e intimidad del amor estable a menos que hayamos tenido esta experiencia con alguien en nuestra vida”, que viene a ser algo así como que los niños que crecen sintiéndose amados, respetados y comprendidos son más capaces cuando son adultos de amar, respetar y comprender a los demás.
2. Protección física y seguridad
Los niños necesitan un entorno que les proporcione protección del daño físico y psicológico. El exceso de exposición de los niños a la televisión, con contenidos a menudo inadecuados, y la contaminación del agua y del aire amenazan a los niños. Los autores hablan también de los altos niveles de abuso infantil y de que muchos padres consumen drogas, alcohol y tabaco, aún sabiendo que es perjudicial para sus hijos.
3. Experiencias acordes a las necesidades individuales
Cada niño tiene un carácter y un temperamento único. Cada niño es un ser individual que debería ser tratado de ese modo. Adecuar las experiencias a la naturaleza individual de cada niño evita problemas de aprendizaje y de conducta y permite a cada niño desarrollar su potencial. Por eso se recomienda que las personas que eduquen a los niños tengan en cuenta que los sistemas estandarizados (como la educación reglada de los colegios, al menos hasta ahora) debería ser más flexible y que los padres deberíamos evitar comparar a nuestros hijos entre ellos y compararlos con otros niños, evitar las etiquetas y no pensar en lo que “debería ser” o “nos gustaría que fuera”.
4. Experiencias apropiadas al nivel de desarrollo
Los niños necesitan cuidados acordes a la etapa de desarrollo en la que se encuentran. Si nuestras expectativas no concuerdan con lo que nuestros hijos son capaces de hacer podemos obstaculizar su desarrollo. Con esto nos quieren decir, entre otras cosas, que los niños tienen que tener tiempo para jugar y para pasarlo con nosotros.
No puede ser que un niño de 5 años tenga que pasar media tarde haciendo deberes o ejercicios, ni es realista que un niño de 4 años pase una hora entrenando a fútbol (o el deporte que sea) siguiendo las instrucciones continuas del entrenador, por poner algunos ejemplos.
Muchos padres quieren eso, niños entrenando y mejorando, estudiando y memorizando, cuando la realidad es que a edades tempranas se aburren, se cansan y pueden acabar incluso odiando algo que en teoría deberían amar: el deporte y el aprendizaje.
5. Fijar límites, estructura y expectativas
Como seres sociales que van a ser, viviendo dentro de una sociedad, los niños tienen que conocer las normas sociales. Los autores huyen del castigo físico, que no aceptan como método para enseñar disciplina: “La disciplina significa enseñar, no castigar”.
Los padres que muestran paciencia y preocupación por las inquietudes de sus hijos están enseñando qué es le empatía. Los autores son conscientes de que los padres que trabajan mucho tienen poco tiempo para enseñar a sus hijos normas y valores, así que recomiendan que antes de educar se produzca un acercamiento, algo así como establecer una rutina diaria de pasar tiempo con los hijos nada más llegar. En ese momento, pasando tiempo juntos, pueden empezar a crecer todos juntos.
También comentan que es erróneo pensar que respetar las diferencias individuales de los niños sea malo, como piensa mucha gente. Cuando las familias tienen en cuenta las diferencias de desarrollo de cada miembro, cuando respetan esas diferencias, son más capaces de aportar ideas y razonamientos sobre las consecuencias que pueden tener determinados actos y todos participan en la creación y el establecimiento de las normas (por poner un ejemplo, puede llegar a ser absurdo decir a un niño de 6 años que se tiene que ir a la cama a las ocho porque su hermano pequeño de dos años se acuesta a esa hora).
6. Comunidades estables y continuidad cultural
En este capítulo se hace un llamamiento a los padres para que se involucren con la sociedad, para que asuman un papel más importante en la escuela y en el gobierno de la comunidad. Que padres y profesores trabajen en conjunto y no compitan.
Los niños necesitan crecer en una comunidad estable en la que haya una continuidad de los valores familiares, del grupo de amigos y de la cultura. De igual modo necesitan darse cuenta de que se respeta la diversidad, para que ellos también la respeten.
7. La protección del futuro
La última necesidad que comentan es la de proteger el futuro de nuestros hijos y no sólo de los nuestros, sino la de todos los niños del mundo. En el futuro las nuevas generaciones y sus familias estarán más relacionadas entre sí, por lo que para proteger el futuro de nuestros hijos debemos proteger el futuro de todos.
Foto | Strocchi en Flickr (CC)
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