Los juguetes educativos han existido siempre. Muchos hemos tenido un dominó, juegos de memoria, etc., aunque de un tiempo a esta parte han aparecido más juguetes de este tipo, prometiendo aumentar la inteligencia de los niños o bien haciendo que que aprendan palabras, números, colores y hasta idiomas.
El ejemplo más claro de este tipo de juguetes son los productos "Baby Einstein" (al menos es el que creo que ha tenido más acogida y por ende más ventas), que consta de libros, DVDs, peluches con números, formas y músicas integradas (lejos quedaron ya los peluches que simplemente parecían un perrito), etc.
Este tipo de juguetes están teniendo mucho éxito de ventas porque son muchos los padres que buscan que los ratos de juego de los niños sirvan como aprendizaje, hasta el punto de llegar, en algunos casos, a abusar de ellos. Es por esta razón que hay que tener cuidado con la llamada "temible avalancha de los juguetes educativos".
¿Avalancha?
Como dijimos hace un par de días cuando hablamos de que los niños juegan de una manera cada vez más sedentaria e individual y las marcas jugueteras empezarán a hacer juguetes que promuevan dicha tendencia, si los padres demandan juegos educativos, lo lógico es que cada vez haya más juegos de este estilo.
En el mercado podemos encontrar ya peluches con el alfabeto en la barriga, muñecos que cuentan cuentos, teléfonos que hacen preguntas y esperan respuestas, platos de comida con números y letras (aluciné cuando los vi... supongo que el niño "aprende" con cada mordisco, a medida que el fondo del plato se deja ver), los mencionados DVDs con música de compositores de música clásica y un largo etcétera.
¿Qué tienen de malo los juguetes educativos?
Nada, absolutamente nada. Son juguetes que tienen una función muy concreta que pueden ayudar a los niños a aprender conceptos concretos y que les pueden servir como estímulo e incluso como diversión y, por todo esto, deben ser tenidos en cuenta como opción válida para regalar (siempre y cuando el juguete sea divertido, que hay algunos a los que se les ve demasiado el "plumero" y parecen más un libro de texto transformado en juguete que un juguete en sí... y si un juguete no es divertido, deja de ser un juguete).
Entonces, ¿cuál es el problema?, os preguntaréis. Digamos que el problema no está en el juguete en sí, sino en el uso que se le da.
Para empezar, el término "juguete educativo" podría estar siendo utilizado de un modo erróneo, porque educar y estimular lo pueden hacer muchos otros juguetes no considerados como tal. Por ejemplo, los disfraces hacen que los niños interpreten papeles y jueguen a ser personas que no son, utilizando diálogos que como niños no usarían. Esto hace que entrenen la vida misma, que se pongan en el papel de las personas adultas y que de este modo aprendan. Otro ejemplo sería el conocidísimo juego de "La Oca" que todos conocemos. Tiras el dado y cuentas. Ahora me toca a mí, ahora te toca a tí. Hay unas normas que deben seguirse, sólo puedes tirar el dado una vez, cuando caes en una oca saltas a la siguiente, etc... Los niños aprenden así a entender los turnos, aprenden números y a contar, aprenden normas y aprenden a ganar y (quizás) a perder.
Son dos ejemplos explicados así a bote pronto de juguetes (disfraces y oca) que de por sí no son considerados educativos. Sin embargo, después de lo explicado, ¿alguien se atreve a decir que no ayudan a que los niños aprendan? ¿Alguien se atreve a decir que no educan?
Por otro lado, el objetivo principal de proporcionar juego y juguetes a los niños es ofrecerles diversión y felicidad. La gracia del asunto está en que mientras juegan, aprenden.
Cuando los padres cambiamos el objetivo y tratamos de aprovechar el tiempo de juego de los niños para promover el aprendizaje estamos, en cierto modo, controlando la diversión de los niños y estropeando el verdadero significado de la palabra juego. Digamos que, en pocas palabras, estamos proporcionando a los niños juguetes con la esperanza de conseguir unos resultados ("si le compro juguetes educativos mi niño será más listo o aprenderá más que los demás niños") y es entrar en un terreno peligroso de expectativas y exigencias.
¿Qué tienen de bueno los juguetes educativos?
Pues nada en especial. Se podría decir que tienen de bueno el hecho de ser otra modalidad de juguete perfectamente válida, útil y jugable. Esto hace que haya más donde elegir y que sea más fácil darle a los niños juguetes variados con los que jugar y desarrollar diferentes aspectos de su personalidad (en vez de regalar sólo coches al niño porque es lo que más le gusta).
En cuanto al tema del aprendizaje, ya vimos el año pasado que Disney devolvió dinero de sus productos "Baby Einstein" porque se demostró que no hacía a los niños más inteligentes. Los juguetes educativos pueden servir para aprender algunos conceptos, palabras, números e incluso colores, pero de ahí a hacer a los niños más listos o inteligentes va un trecho.
Es más, como ya hemos dicho, todos los juguetes (o casi todos), de un modo u otro, aportan aprendizaje y estimulación a los niños hasta el punto que un niño que utilice mucho el juego simbólico (jugar con muñecos que dialogan entre sí, por ejemplo), o que simplemente pase mucho tiempo con personas que hablan con él puede llegar a aprender muchas más palabras que el que tiene el cuento "Mis primeras palabras" o ve un DVD con el mismo título. No me refiero con esto a que cada niño tiene un ritmo de aprendizaje, sino que a hablar más y mejor se suele aprender escuchando y hablando. El que mira la tele escucha, pero no habla... (y si habla no recibe respuesta), por lo que aprende menos.
¿Por qué?
La última cuestión sería conocer por qué muchos padres están cayendo en la tentación de tratar de que su hijo adquiera conocimientos concretos incluso cuando juega.
Imagino que es una cuestión de competitividad y de preocupación por la "titulitis". Antiguamente el que tenía una carrera universitaria tenía un puesto de trabajo casi asegurado. Ahora una carrera no asegura nada y el que quiere sobresalir tiene que seguir formándose alimentando el currículum.
"Si desde pequeños empezamos a hacer que el niño vaya aprendiendo cosas y que adquiera conocimientos tendremos mucho ganado", deben pensar los padres (como unos padres que conocí que se quejaban en el colegio porque en preescolar no hacían inglés a los 3 años y su hija, que estaba haciendo inglés con 2 años en la guardería, iba a perder el hilo). La realidad es que dicha frase no tiene por qué cumplirse por una razón muy obvia: las personas aprenden aquello que tienen interés por aprender y los niños, todavía más. Para que una persona aprenda o incluso para que una persona haga algo, debe existir una motivación y, cuando más interna sea dicha motivación, mejor (una motivación interna para leer un cuento sería las ganas del niño de saber qué pone en él y una motivación externa sería, por ejemplo, que el niño lo leyera a cambio de recibir un premio: "si lees el cuento te compro..."). Por eso en los países nórdicos los niños tienen una comprensión lectora muy elevada, porque al aprender a leer a los 7-8 años, tienen unas ganas voraces de entender qué pone en todas partes.
Concluyendo
El juego es importante para los niños porque les hace felices y les divierte y porque, además, aprenden y se desarrollan. La mayoría de juguetes proporcionan diversión y aprendizaje y por esta razón debemos ofrecer a nuestros hijos juguetes variados y tiempo para jugar con ellos.
Todo lo que sea tratar de controlar el tiempo de juego con juguetes más o menos estimulantes será dirigir el juego hacia un objetivo nuestro, y no del niño, y hacia una motivación nuestra: que aprenda más o que sea más inteligente.
¿Hasta que punto debemos decidir por ellos y debemos controlar su tiempo? Cada padre que decida. Yo lo tengo claro y mis hijos también. Los juguetes de corte más educativo que han entrado en casa han sido los menos utilizados y no por ello mis hijos han aprendido menos. Jon aprendió los colores jugando a buscarlos en los coches ("negoooo, azúuu, vedeeee") y ha aprendido a leer en casa preguntando a todas horas "qué pone aquí...", por poner dos ejemplos de cosas importantes que ha aprendido sin juguetes educativos de por medio (y de todas maneras, aunque hubieran aprendido menos que otros niños con juguetes educativos, estaría tranquilo viéndoles jugar, disfrutar y siendo felices, sin más... porque ese es el objetivo de ser niño).
Fotos | Graeme Douglas, originallittlehellraiser, Nhy Nguyen en Flickr En Bebés y más | Los juguetes educativos no aportan beneficios a largo plazo, Educando la creatividad: la imaginación es uno de los mejores juguetes que existen, Baby Einstein no ayuda a mejorar el lenguaje del niño