Estos días ha habido debate en la blogosfera maternopediátrica a raíz de una entrada de Pilar Martinez, asesora de lactancia, que decía en su blog Maternidad Continuum que los pediatras deberían ser asesores de lactancia y que generó la respuesta de la Dra. Amalia Arce, más conocida como la mamá pediatra, que se preguntaba si los pediatras realmente deben serlo, teniendo en cuenta que no sólo estudian dos horas justas de lactancia en la carrera, sino que también estudian muy poco muchas otras cosas importantes, porque la mayoría de conocimientos se adquieren después cuando hacen la residencia.
Yo soy enfermero y padre de tres niños amamantados y por ello conozco la situación desde fuera y desde dentro, así que entiendo a los pediatras cuando dicen que estudiaron poco de lactancia porque en la carrera se estudia poco de todo y luego es cada uno quien decide qué conocimientos reforzar y actualizar, pero posicionándome como un padre que no supiera nada de todo esto, que llegara a estos blogs con un bebé recién nacido y en busca de información seguro que yo diría perplejo: Ah, ¿pero es que los pediatras no son asesores de lactancia?
Los pediatras sí deberían ser asesores de lactancia
Y me lo preguntaría porque todo padre que lleva a su hijo al pediatra para los controles y revisiones de rutina da por sentado que la persona que tiene delante es experta en los temas que allí se comentan. Si llevo a mi hijo al pediatra y a mi mujer le pregunta si le da o no pecho, cuántas tomas le da, qué tal va, si le duele o no, si tiene grietas o no y si tiene alguna duda, entiendo que se interesa porque, en caso de encontrar algún problema, será capaz de dar una solución.
Entonces, ¿no saben de lactancia?
Yo no he dicho eso. Muchos saben mucho de lactancia y muchos saben lo que han aprendido en el día a día, con sus mitos y confusiones incluidas, porque en los últimos años han cambiado muchas cosas y el que no se ha reciclado corre riesgo de quedar en evidencia.
Con las enfermeras pasa lo mismo. Yo no recuerdo cuántas horas de lactancia hice en la carrera, pero seguro que fueron más de dos. Aún así, es un tema que forma parte de una asignatura mucho más amplia (enfermería materno infantil, se llamaba) que forma parte a su vez de un currículo cuya misión es formar a la enfermera para tener una base y poder ir a trabajar donde prefiera. Luego cada una, en su puesto de trabajo, se especializa más o menos según quiera. Como yo quise hacer pediatría y como enseguida me conciencié de que la lactancia materna era la alimentación natural de los bebés y que debía, como sanitario, tener conocimientos para poder ayudar a las madres que quisieran dar el pecho, me hice asesor de lactancia, estudié sobre ello.
Lo hice porque la leche humana me parece uno de los pilares básicos de la salud infantil y un tema que enfermeras y pediatras de atención primaria deberían dominar porque, como agentes de salud preventiva que somos, debemos tratar de ofrecer lo mejor a los hijos y la mayor información a las madres y padres para prevenir la enfermedad y para que consigan el mejor estado de salud posible.
Entonces, si no saben, ¿por qué hablan?
Este es el quid de la cuestión. Yo creo que los pediatras y enfermeras tienen que ser expertos en lactancia, pero como dice la Dra. Amalia Arce, son muchas las cuestiones relacionadas con los niños que deben estudiar y conocer y no pueden abarcarlo todo, por lo que tampoco sería una tragedia que un pediatra no supiera demasiado de lactancia.
Yo como padre he visitado a más de un pediatra con mis tres hijos y a algunos les he escuchado hablar de lactancia notando que saben mucho del tema, a otros les he oído dar información desactualizada y contraproducente y a otros no les he oído decir nada, quedándome en la duda de si saben o no saben.
Lo que quiero decir con esto es que si un pediatra no sabe lo suficiente, no pasa nada. Yo mismo he tenido casos complicados en la consulta y he acabado pidiendo apoyo a asesoras de lactancia IBCLC, con más experiencia y conocimientos que yo. Incluso sé de pediatras que también hacen uso de ellas cuando no se ven capaces de dar una respuesta. El problema viene cuando un pediatra no sabe y aconseja igualmente. No sabe y da recomendaciones de hace décadas. No sabe y su discurso está lleno de prejuicios y errores. No sabe y se carga una lactancia por no haber sido capaz de decir que no sabe.
No sabéis la de apuros que paso
Como enfermero en un centro de atención primaria que comparte consulta con varios pediatras veo de todo. Comentarios acertados y consejos perfectos y comentarios desacertados y consejos erróneos. Muchas veces me veo en una situación complicada, pues oigo al pediatra decir cosas que no son y siento la necesidad de corregir sus palabras. Es complicado, es un aprieto porque los padres pueden perder la confianza tanto en el pediatra como en mí (“a ver si os aclaráis”), pero muchas veces me arriesgo porque al final pienso en el bebé y creo que merece tener la oportunidad de que las cosas le vayan bien.
Lo último que me sucedió al respecto fue hace una semana, cuando una madre vino con su hija de 11 días habiendo ganado 10 gramos en 6 días. La pediatra, ante la duda, le recomendó que empezara a suplementar con leche artificial y, como la madre se mostró reacia a tirar ya la toalla, le instó a darle el pecho a la niña para hacer la doble pesada (pesarla antes de mamar y pesarla después de mamar). En unos 20 minutos la niña cogió 60 gramos de leche que había tomado y mientras la poníamos en la báscula echaba leche por la boca (vamos, que estaba llenita). Fui a comentarlo con la pediatra, convencido de que diría que no eran necesarios los biberones, y me respondió que “ya, pero si en 6 días no gana peso esa leche no le está alimentando”.
Entonces vino a hablar con la madre y le explicó que hay leches mejores y peores, que hay mamás que tienen leche con menos proteínas y menos grasas y que podría tener una leche muy aguada y por eso la niña no cogía peso. Además, para dar fuerza a su argumento, añadió que seguramente estaría todavía con calostro y que a veces la subida de leche puede tardar hasta semanas. La madre preguntó: “¿Calostro? ¿Con once días que tiene?”, a lo que ella respondió convencida que sí, sin duda.
Confirmó que tenía que tomar biberón de leche artificial y se despidió tras unas últimas indicaciones al respecto. Entonces me vi en la disyuntiva de decir “hasta otro día” o de decir “vale, ahora vamos a hablar en serio”. Pensé en la niña, pensé en la madre que no quería dar el biberón y pensé en mí y en lo mal que acababa de quedar (la pediatra no tiene ni idea y el enfermero tampoco porque no dijo nada) y le dije que no estaba de acuerdo con nada de lo que la pediatra acababa de decir.
La madre me dijo que tampoco estaba de acuerdo porque quería dar el pecho y había leído mucho durante el embarazo y que eso de la subida a las semanas, el calostro a los once días y la leche de mala calidad no lo había leído en ninguna parte. Iniciamos una nueva estrategia omitiendo los biberones y con la consigna de ir al hospital para hacer análisis de orina y/o de sangre si seguía sin ganar peso a los dos días, por si estaba sufriendo alguna infección de orina o problema que estuviera haciéndole consumir calorías de más.
Pasados unos días volvieron y la niña había ganado un montón de peso sólo con leche materna. ¿La razón de que sólo ganara 10 gramos en seis días? Es un misterio… lo importante es que la niña estaba bien. El problema es que la pediatra seguirá diciendo semejantes tonterías a muchas madres porque cuando he intentado un acercamiento de posturas he recibido un “no me tienes que explicar nada, que yo ya lo sé”. Por suerte no es la pediatra con la que tengo que trabajar a diario.
Las asesoras de lactancia existen porque los pediatras no ayudaban a las madres
Por eso, a la pregunta de la Dra. Amalia Arce, a quien respeto profundamente, respondo que sí, que los pediatras y las enfermeras deberían ser asesoras de lactancia, precisamente porque la figura de la asesora de lactancia nació del vacío de conocimiento que se originó al no reciclarse los profesionales sanitarios.
Las madres vieron que no encontraban soluciones para sus problemas relacionados con la lactancia y decidieron tratar de solucionárselos ellas mismas. Empezaron reuniéndose para darse apoyo moral y contarse trucos y experiencias y acabaron por formarse y aprender hasta el punto que hoy en día muchas saben más que muchos pediatras y enfermeras.
Entonces no es que los pediatras tengan que ser asesores de lactancia, es que las asesoras de lactancia existen por culpa de los pediatras. En consecuencia los pediatras tienen que ser lo que se suponía que iban a ser, especialistas en los temas que tratan a diario en su consulta, siendo uno de ellos la lactancia materna.
Yo entiendo que un pediatra un día pueda decirme que mi hijo tiene una enfermedad un poco extraña y que él no la conoce lo suficiente, pero que me diga que no sabe de lactancia lo entiendo menos porque cada día ven bebés y cada día les preguntan cosas relacionadas con la lactancia. Fallar en la lactancia materna, a nivel de atención primaria, es fallar en el primer escalón de la vida de un bebé porque lo primero que necesita un bebé al nacer es seguir recibiendo defensas (la placenta ya no se las puede dar, así que le cede el puesto a la glándula mamaria) y seguir recibiendo calor humano.
Fotos | Christyscherrer, c r z en Flickr
En Bebés y más | ¿Podemos fiarnos de los pediatras a la hora de hablar de lactancia?, ¿Qué críticas pueden llegar a hacer los pediatras hacia la lactancia prolongada? (I) y (II), Papel de los pediatras en el fomento de la lactancia: primeros días del bebé