Está claro que para la madre lo mejor es amamantar y para el bebé recibir esa leche materna, pero ¿y para las empresas donde trabajan las madres? En la Semana Mundial de la Lactancia Materna la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha unido a las celebraciones con una reivindicación: que las mujeres puedan amamantar a sus hijos en el lugar de trabajo.
Y es que permitir que las mujeres amamanten en el trabajo a sus hijos es bueno tanto para las madres como para sus bebés, pero también para las empresas o empleadores.
La directora del Departamento de la Protección de los trabajadores de la OIT ha señalado que
Los empleadores que otorgan a las madres el tiempo para dar el pecho, y destinan un espacio para tal propósito con las condiciones higiénicas adecuadas se benefician en términos de aumento de la productividad debido a una disminución del ausentismo por licencia parental (gracias a la buena salud de los bebés), una tasa más alta de regreso al trabajo y una mejor moral de los empleados.
Si, como señala la OMS y está demostrado ampliamente por la literatura científica, la lactancia materna es la mejor manera de proporcionar a los recién nacidos las defensas y las sustancias nutritivas que necesitan, la sociedad debería poner menos trabas en que la mujer amamantara al bebé de manera exclusiva hasta los seis meses y junto a la alimentación complementaria hasta los dos años mínimo.
Pero lo cierto es que muchas madres aún tienen que decidir entre regresar al trabajo y abandonar la lactancia o asumir el riesgo de perder el empleo. De este modo, se constata la disminución de la lactancia materna entre las madres trabajadoras.
Por ello, también debería tenerse en cuenta la posibilidad de ampliar la excedencia materna en muchos lugares, ya que los seis meses aún parecen algo utópico.
Hasta la fecha, 25 países han ratificado el Convenio de la OIT sobre la protección de la maternidad, el cual establece, entre otras disposiciones, al menos una pausa al día para la lactancia o una reducción de las horas de trabajo para permitir el amamantamiento.
Por otro lado, la OIT ha adoptado una ratificación que establece que, en la medida de lo posible, deberían ponerse a disposición estructuras para la lactancia materna en el lugar de trabajo o cerca del mismo (y no hablamos de lavabos). Pero siendo realistas pocas leyes y pocas prácticas efectivas tienen en cuenta muchos de esos puntos acordados.
Por supuesto, todo esto en el caso de trabajos que no sean incompatibles, por razones de seguridad, con la lactancia. Porque de caso contrario deberían considerarse las bajas por riesgo a la lactancia.
Además, y a ver si nos oyen los políticos, está comprobado que los niños que reciben leche materna los primeros meses de vida reducen a la mitad los ingresos hospitalarios por infecciones. Por lo que estos beneficios para la salud se traducen en un ahorro económico, porque los bebés visitan menos los centros de atención primaria y hospitales, con el consiguiente ahorro.
¿No son razones suficientes para que la sociedad ponga manos a la obra y facilite que los bebés sean amamantados, aun por las madres trabajadoras que lo tienen más complicado?
Sin duda es una tarea que merece la pena, y ojalá se siga escuchando hablar de este tema para ver si tarde o temprano finalmente se logra que todos sepan que permitir que las mujeres amamanten a sus bebés en el trabajo es bueno para todos. Lo cual no quiere decir que se tenga que volver a trabajas a las cuatro semanas de haber dado a luz, claro...
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