En la madrugada del sábado 28 de octubre al domingo 29 de octubre se cambia la hora en España. Se atrasan los relojes, por lo que a las tres de la mañana, vuelven a ser las dos.
El cambio de horario se trata de una medida tomada por autoridades europeas que aseguran que así ahorramos energía aunque no todos estén de acuerdo en ese supuesto ahorro. Lo que sí se puede constatar es que el cambio de horario de invierno es el que más afecta a nuestro estado de ánimo.
Esa noche tendremos, en teoría, una hora más de sueño pero es algo que raramente se cumple porque el organismo está acostumbrado a dormir las horas que duerme habitualmente, y ni mencionar si hay pequeños despertadores humanos en casa.
Qué efectos tiene en nuestro organismo
Hay personas que se sienten más afectadas que otras por el cambio de horario, y la explicación está en que, al reducir nuestras horas de exposición a la luz del día, se altera el biorritmo de sueño-vigilia.
"La luz es el principal regulador del ritmo circadiano. Al cambiar la cantidad de luz a la que nos exponemos por la mañana y por la noche, se altera ese ritmo", afirma la Dra. Jocelyn Cheng, neuróloga y especialista en trastornos del sueño, quien forma parte del Comité de Seguridad Pública de la American Academy of Sleep Medicine. "Y eso conlleva efectos adversos para la salud, así como consecuencias reales en nuestras vidas".
Se acerca el invierno. Los días se acortan, hay más horas de oscuridad y llegan los días más fríos, que nos hacen sentir más tristes y con menos energía.
A nivel psicológico por el cambio de hora, los posibles efectos que sufrimos son: sentimientos de apatía, cansancio, alteraciones en el estado de ánimo, menor rendimiento intelectual al no concentrarnos igual.
Es un cambio de horario que afecta especialmente a las personas mañaneras que prefieren realizar actividades matutinas.
La serotonina juega un papel clave
Una de las consecuencias de que los días se acorten y estemos menos horas expuestos a la luz solar, es que nuestro organismo disminuye la fabricación de serotonina, un neurotransmisor muy relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo, lo que se traduce en una mayor sensación de tristeza.
La serotonina es conocida como la hormona de la felicidad, ya que cuando aumentan sus niveles en los circuitos neuronales genera sensaciones de bienestar, relajación, satisfacción y aumenta la concentración y la autoestima. Y cuando disminuye, lo contrario: la falta de serotonina provoca síntomas como alteraciones del sueño, falta de deseo sexual, desmotivación, apatía y tristeza.
Sin embargo, esta afectación del estado de ánimo normalmente desaparece en pocos días, aproximadamente una semana, hasta que el organismo se adapta al nuevo horario.
Sin embargo, si este sentimiento de tristeza y apatía persisten en el tiempo y se suma a otros síntomas depresivos preexistentes, es algo a lo que deberíamos prestar atención y pedir ayuda si fuera necesario, ya que siete de cada 10 personas que tienen depresión regular se encuentran peor durante los meses de invierno.