Recalentar el café, probarlo y que sepa a rayos: por qué sucede y cómo puedes evitarlo

Recalentar el café, probarlo y que sepa a rayos: por qué sucede y cómo puedes evitarlo
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Para muchas personas, no hay nada mejor que una taza de café caliente recién hecho. Y quizás, para esas mismas personas, no hay nada peor que una taza de café recalentado.

Sucede que, seguramente en más de una ocasión, a la mayoría de los bebedores de café se nos ha enfriado nuestra bebida, ya sea por distraídos, por esperar a que no esté hirviendo o porque estábamos ocupados haciendo otra cosa.

Pero a diferencia de otras bebidas, cuando el café es recalentado su sabor cambia mucho, y no precisamente para bien. ¿Por qué sucede esto? ¿hay algunas medidas que podamos tomar para evitar que esto suceda?

¿Por qué se amarga el café al volver a calentarlo?

Para poder entender por qué el café pierde su agradable sabor cuando es recalentado, debemos conocer cómo es el proceso de la preparación del café. Lo primero que debemos saber es que los granos de café están compuestos por ácidos y compuestos que se vuelven amargos cuando se calientan.

Durante el proceso de tostado y cuando preparamos el café en casa, el calor va transformando esos ácidos y compuestos, entre los que se incluyen los que le dan su sabor y aroma tan característico. Pero cuando recalentamos una taza de café, repetimos un proceso que se había calculado para una sola vez, haciendo que se amargue en exceso.

Dicho de otro modo: cuando recalentamos el café, volvemos a pasarlo por un proceso que altera sus compuestos, haciendo que nuevamente se liberen aceites y ácidos, que terminan por darle un sabor más amargo.

¿Es posible recalentar el café sin que se amargue?

Los expertos, como es el caso de Cafés Granell, señalan que lo ideal no es recalentar el café, pues es casi inevitable que éste se amargue tras pasar por esa segunda ronda de calor.

Sin embargo, comparten que, si realmente es necesario hacerlo, la clave está en usar una temperatura baja y hacerlo preferentemente en fuego o vitro. De este modo tendremos más control de la temperatura, evitamos en la medida de los posible los cambios químicos y el café se calienta de manera gradual y uniforme.

Ahora bien, si queremos evitarnos este paso extra, lo mejor será verter directamente el café recién hecho en un vaso térmico, que nos ayude a que no se enfríe tan rápido y podamos disfrutar de su sabor sin prisas.

Foto de portada | Kampus Productions en Pexels

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