La conciliación familiar en verano, es casi imposible sin grandes sacrificios o sin acudir a apoyos externos para la mayoría de las familias y tienen que acudir a malabarismos laborales, a los abuelos o a los campamentos para que sus hijos puedan estar atendidos en las vacaciones escolares.
La conciliación de la vida familiar y laboral durante el curso escolar ya es bastante complicada para las familias: el que los niños estén en la escuela deja un margen para que se organicen y luego, si los horarios de los padres no son compatibles con el colegio, se tira de extraescolares, los abuelos o niñeras que se ocupan de los pequeños hasta que sus padres llegan a casa. Pero en verano la cosa es más complicada todavía.
Cada familia es un mundo. Y cada niño tiene, también, intereses y necesidades diferentes, que no siempre es posible cubrir perfectamente. ¿Cómo conciliáis en verano vosotros?
La conciliación veraniega en mi infancia
Cuando yo era niña recuerdo esos largos, eternos, veranos al Sol. Infinitos. Mis padres, que son actores, organizaban su trabajo para poder estar con nosotros en vacaciones. Tampoco estaba tan extendido el trabajo fuera de casa de las mujeres, así que mis amigos disponían también de su madre para cuidarlos durante el verano. La conciliación veraniega era sencilla en mi infancia y, no tengo dudas, los niños salían ganando con este modelo.
Los días se repetían como si fuera un verano eterno el que nos esperaba. Podíamos estar libres, además, en la calle o en la playa, horas y horas. A nadie le mandaban deberes para las vacaciones, por lo que podíamos disfrutar muchísimo. Meses en las playas del Cabo de Gata, con horas interminables para jugar y leer, han sido una de las cosas que más feliz me han hecho en la vida. Pero eso ya apenas ningún niño lo tiene.
Mi conciliación como madre
Mis soluciones de conciliación como madre han ido cambiando con el tiempo y en ellas ha influido mucho lo que mi hijo demandaba.
Siendo adulta, por ejemplo, cuando mi hijo era pequeño, tenía a mis padres que estaban con él mientras yo trabajaba en jornada reducida y se quedaban en Madrid con él. Luego, cuando cumplió tres años, dejé mi trabajo de toda la vida para estar más disponible, pues en mi trabajo el verano era temporada alta y era casi imposible lograr un par de semanas de vacaciones.
Cuando, después, he tenido algún trabajo externo, me despedía al llegar el verano porque ni él ni yo queríamos estar separados tanto tiempo ni me apetecía dejarlo en la ciudad sin poder ir a la playa.
Mi hijo odiaba los campamentos urbanos, incluso una vez lo apuntamos a uno aparentemente muy bueno, en el Zoo de Madrid, y a los dos días dijo que él no volvía ahí, que en vacaciones no quería hacer filas, ni fichas ni recibir órdenes. Que eso era un aburrimiento y que quería estar con nosotros o con sus abuelas, en vez de seguir atado a la disciplina de un horario y unas actividades guiadas.
Héctor va ahora a campamentos de verano, pero los elegimos con mucha atención para que puedan ser adecuados a sus intereses y que sean, además, abiertos a las familias. Sigue prefiriendo experiencias que integren a los padres y que, además, respondan a sus características, por lo que optamos por campamentos de homeschoolers, de equitación o específicos para niños de altas capacidades, donde quede claro que las actividades son propuestas, no obligaciones.
Al final, para conciliar mi maternidad con el trabajo opté por actividades laborales que pudiera hacer desde mi casa, por internet, así que dejé de necesitar la escuela o los abuelos como recursos para cuidar de él en mi ausencia, pero entiendo perfectamente que para la mayoría de las familias esto no es posible y necesitan organizarse para poder conciliar en vacaciones escolares de otra manera.
¿Qué hacen las familias para conciliar en verano?
La mayoría de las familias se enfrentan al verano con bastantes dificultades una ves ha terminado el colegio y los niños tienen vacaciones pues los papás no pueden tenerlas tanto tiempo. ¿Qué hacen las familias para conciliar en verano?
Hay quien querría colegios abiertos 12 horas al día los 12 meses del año, pero eso no es conciliar, sino institucionalizar a los hijos hasta ni poder verlos ni educarlos. No lo veo solución a nada, la verdad.
Algunas familias reparten sus vacaciones y un mes el papá y otro la mamá, se quedan con sus hijos en la ciudad o en el lugar de vacaciones. Aunque esa es una solución aceptable, al final pasan muy poquitos días todos juntos.
Otras familias piden ayuda a los abuelos. Los abuelos, como siempre ha sido, comparten el cuidado de los niños y se ocupan de ellos en el verano. Es una solución que, si los abuelos están dispuestos y disponibles, ofrece a los niños experiencias vitales muy enriquecedoras y les permite reforzar su relación con la familia extensa. ¿Quién no recuerda esos veranos en el pueblo jugando en la plaza y con la amable atención de unos abuelos emocionados esperando a los padres el fin de semana?
Otras, al final, deben optar por campamentos de verano en la ciudad o fuera de ella, dependiendo de sus intereses y también de la edad de los niños y sus gustos. Aunque a mi hijo, hasta ahora, no le gusten, suelen tener programas atractivos y hay muchas posibilidades, siendo una fuente, también, de enriquecimiento de su vida social y de aprendizajes más libres.
Conciliar en verano es algo muy complicado si ambos padres trabajan y hay que buscar recursos de todo tipo para conseguir que los niños estén atendidos en las vacaciones escolares. Aunque se consiga organizar las cosas, yo sigo pensando que nuestros niños de hoy se pierden muchas cosas al seguir teniendo que acudir a instituciones para cuidarlos en verano y que aquella libertad sin límites de mi infancia es una pena que se pierdan. ¿Qué pensáis vosotros de la conciliación familiar en verano?
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