Esta mañana media España estaba pendiente del sorteo de lotería de Navidad. La verdad es que a mí este año me ha pillado desprevenida, y sólo me he dado cuenta al escuchar el tradicional soniquete al poner la radio en el coche.
Hablaban de lo que haríamos si nos tocara el premio gordo de la lotería. Lo que le daríamos a nuestra familia y qué sueños realizaríamos.
Me he parado a pensar en lo que yo haría. Se me ocurren bastantes cosas prácticas para tener una vida más cómoda, nada original, lo que cualquiera haría con unos cuantos miles de euros más en la cuenta corriente, cancelar hipotecas y cosas de ese estilo, un viaje tal vez... Para mis hijas, no se me ocurría nada especial. Sus regalos no cuestan demasiado dinero, ni queremos que cuesten más.
De modo que poco tenía que pedirle yo a la lotería, y pensando pensando, me he dado cuenta de que tengo el mayor premio que jamás podría desear. Ellas, mis dos pequeñas, mis hijas.
El sueño más maravilloso jamás imaginado, no lo podría pagar con el dinero ganado con la lotería. Ni siquiera imaginarlo antes de que se hiciera realidad. Tenerlas junto a mí, haber disfrutado de ellas desde el primer momento, reír y llorar juntas... Qué os voy a contar a vosotros, papás y mamás.
Con la Navidad a la vuelta de la esquina, y después de todos estos pensamientos, me ha parecido un buen día para abrazarlas especialmente y decirles lo que las quiero. A darles gracias por estar junto a mí y decirles lo orgullosa que estoy de ellas, de lo que son, de lo que saben, de lo que sienten. También porque me han hecho mejor.
Ellas me han enseñado, entre otras muchas cosas, a decirles "te adoro". A escuchar mejor, a pedir perdón con más facilidad, a contar cuentos y hacer de payaso, a no perder los nervios, a cocinar para cada ocasión, a desarrollar la paciencia... Y sobre todo a querer seguir mejorando como persona para ser el mejor ejemplo posible.
De modo que con este pequeño homenaje a ellas os digo que el mayor premio gordo son mis hijas, me hacen feliz aun cuando el resto del mundo parece ponerte trabas, con sus despertares, sus abrazos y sus sonrisas dan un respiro y las ganas de continuar. Por cierto, de la lotería, no me ha tocado nada...
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