Orgullosa del padre de mi hijo, aunque no es mi pareja

Orgullosa del padre de mi hijo, aunque no es mi pareja
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Hoy este post es muy personal pero espero, deseo, que algunas de nuestras lectoras se sientan identificadas con él. Ojalá sea de ese modo. Quiero contaros que estoy orgullosa del padre de mi hijo, aunque no es mi pareja.

La separación, cuando hay hijos, es doblemente dolorosa y frecuentemente hay diferencias en cuanto a la crianza y a los cambios vitales que trae la maternidad y la paternidad. Posiblemente, después de eso, es imposible esperar que las dos personas que un día compartieron su vida puedan volver a estar vibrando en sintonía perfecta, aunque, admitámoslo, tampoco esta situación se da en las parejas que siguen juntas siempre. Pero no es imposible, sino deseable, que crezcan, maduren, compartan y se comuniquen, para lograr ser padres de manera compartida y armoniosa.

Y quería contároslo. Para nosotros es una experiencia vital enriquecedora, ambos hemos seguido, tras la separación, enfocados en el bienestar de nuestro hijo, en aprender, cada uno a su ritmo, a ser padres no ya sin violencia física, sino también sin usar la autoridad de manera autocrática, sin caer en el chantaje emocional, sin dejar que las tensiones nos desborden y se descarguen en el niño.

Las razones por las que una pareja se aleja son tan diferentes como somos cada uno de nosotros. Y hace falta tiempo para lamer las heridas, redescubrirnos, entender al otro y perdonar los errores que ambos han cometido. Hace falta tiempo para superar la pena, los remordimientos y el daño sufrido y realizado.

A veces las personas que se separan siguen caminos divergentes y se hacen daño, hacen daños a los niños y se encastillan en posturas que los enfrentarán para siempre, sobre todo si sus ideas sobre la crianza, la educación y los valores llevan caminos incompatibles.

Pero mi mensaje es que eso no siempre es así, la persona a la que un día amamos seguramente tiene en su interior esa fuerza de la que nos enamoramos y desea también lo mejor para nuestro hijo común. No nos volveremos a enamorar, pero si podemos recuperar el cariño, el respeto y el orgullo por haber elegido ser padres en común.

El padre de mi hijo ha crecido mucho tras habernos separado, ha hecho su propio itinerario. Está firmemente comprometido con la educación respetuosa y libre, sabe reconocer esos errores de crianza que tenemos todos que superar para no repetirlos.

No todo es perfecto, obviamente, hay desacuerdos y a veces, como sucede en todas las parejas estén juntas o no, a veces nos exasperaremos por el otro. Pero hay respeto, cariño, ayuda mutua, comunicación y me siento orgullosa del padre de mi hijo aunque no seamos pareja. Y espero que los que estéis pasando el doloroso trance de la ruptura de una pareja con hijos comunes podáis creer y confiar en que es posible lo que os cuento. Y os animo a que trabajéis para lograrlo.

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