Es lamentable pero real, los niños de generaciones pasadas disfrutábamos de una televisión cargada de programas infantiles con los que aprendíamos, disfrutábamos y nos sorprendíamos. Hoy en día la programación infantil brilla por su ausencia a diferencia de antaño, podríamos incluso comprender que algunas televisiones privadas no realicen este tipo de programación, ya que no les genera los beneficios de la programación para adultos, pero las que son públicas no tienen excusa, éstas se encuentran al servicio de todos los consumidores y deben reservar un espacio para cada sector de la población.
La dinámica generada en la mayoría de cadenas televisivas, la llamada "tele basura", se nutre de millones de telespectadores y estos seguramente no deben darse cuenta de que están vetando a sus hijos al disfrutar ellos mismos de la mencionada programación. Es necesario preocuparse por el buen desarrollo de los niños, por su diversión y entretenimiento, por su educación, en lugar de preocuparse por las vidas ajenas de famosos y famosetes. No caigamos en el error de ver un programa televisivo en una franja horaria que debiera ser destinada para los niños. Como dice el artículo de Prensa Quatro, los payasos de la tele son ahora paparazzis, la famosa rana Gustavo de los Teleñecos es un reportero de prensa rosa y la Bola de cristal no es otra cosa sino el famoso polígrafo que se ha instaurado en las televisiones para desgracia y gracia de los que realmente se benefician y nutren sus bolsillos.
Nosotros debemos realizar la presión para que sea nuevamente contemplada y respetada la programación infantil, y no nos referimos solamente a dibujos animados, programas donde enseñen, diviertan y posean una cierta interactividad. Simplemente debemos apagar el televisor, lo demás vendrá por sí solo.
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