Hemos publicado ya tres entrevistas al doctor Emilio Santos, ginecólogo y psiquiatra, especialista en los aspectos emocionales de la embarazada y la parturienta, dedicado profesionalmente a la atención de partos en casa.
Hoy vamos a abordar una nueva batería de preguntas, esta vez centrándonos precisamente en los sentimientos de la madre que da a luz y veremos como nos explica algunas de las sensaciones que las mujeres manifiestan en sus partos hospitalarios no respetuosos y también la manera en la que él atiende los partos para permitir que la parturienta se sienta segura y capaz de parir en intimidad y libertad.
Cuando yo conocí a Emilio Santos, hace ocho años, había algo en él que me resultaba fascinante. Estábamos en reuniones de mujeres que hablaban de sus partos, muchas veces vividos con dolor emocional, e investigaban y se comprometían en lograr una mejora del modelo de atención al parto en España. Él apenas hablaba, miraba y escuchaba, con los ojos llenos de sensibilidad y respeto, sin imponer nunca su opinión, sino más bien queriendo saber que nos preocupaba.
En aquellas reuniones solía ser el único hombre, aunque a veces venían papás, si era desde luego el único ginecólogo varón. La sensación de ternura y cercanía que transmitía simplemente con su presencia silenciosa y respetuosa me resultaba emocionante. Hoy, años después, lo he conocido mejor, y comprendo aquellas sensaciones, aumentando cada día la admiración por su trabajo y su atención consciente, pero sobre todo por su humanidad extraordinaria.
¿Existe un especial trato “violento” a las parturientas en el sistema hospitalario?
La mayor parte de los profesionales que asisten al parto son correctos en la educación y tienen la intención de colaborar en la medida de sus posibilidades a que el proceso transcurra de la mejor forma posible. No conozco profesionales malintencionados ni que tengan una especial animadversión contra la mujer de parto.
¿Porqué entonces hay mujeres que sienten que no las trataron bien, especialmente si quieren un parto natural?
Lo que ocurre es que en un ánimo de contribuir en la educación para la salud, los profesionales se creen en la obligación de encauzar a aquellas mujeres que por sus ideas o por lo que han leído quieren un parto diferente. La mayoría de los profesionales viven el parto como algo peligroso, lleno de riesgos.
Por su formación, muchos profesionales, viven el parto en la creencia de que realmente los controles exhaustivos del embarazo y el seguimiento médico y tecnológico del parto está salvando vidas.
La mayoría de los profesionales no han presenciado en su vida el proceso de mujeres pariendo libres según si instinto y desconocen que ese tipo de partos tiene una tasa de complicaciones realmente baja. La mayoría de los profesionales creen que una mujer que quiere un parto en postura libre y sin interferencias es una mujer que no se preocupa lo suficiente por su seguridad o la de su bebé.
¿Se infantiliza a la mujer en sus partos?
A menudo hay un trato infantilizador detrás del trato cariñoso, representado en frases como “túmbate, bonita”. Cuando queremos tratar de una forma cariñosa a un paciente pero al mismo tiempo queremos tener nosotros responsabilidad y poder sobre sus decisiones, el único resultado posible es el trato infantilizador.
Dentro de los actos médicos el caso del parto supone, además un caso muy particular. Primero porque el parto no es ninguna enfermedad y segundo e igual de importante porque entre las condiciones que la naturaleza tiene prevista para que el parto transcurra con normalidad está la condición de que la mujer debe sentirse grandiosa, poderosa. La naturaleza tiene previsto que el parto se posponga cuando hay delante la presencia de una figura de autoridad.
Creo que lo más difícil de aprender para las personas que atienden un parto natural es la humildad necesaria para ponerse en un plano de jerarquía social por debajo del de la mujer que está pariendo. A los médicos nos han enseñado a tomar decisiones por los pacientes, no a informar y preguntar qué prefieren.
¿Es más difícil dejar que la mujer decida?
El punto de vista del profesional es que el tiene una serie de conocimientos que ha adquirido tras muchos años de experiencia y de estudio. Muchos profesionales se creen con la responsabilidad de las decisiones sobre la salud de sus pacientes. Realmente estos profesionales llevan una pesada carga muy dura sobre sus espaldas. Cuando un profesional asume que su función es informar y asesorar y que, de verdad, las decisiones finales sobre la salud son de cada persona, realmente debería suponer un alivio de dicha carga de responsabilidad.
Lo que ocurre es que detrás de toda responsabilidad existe también un anhelo de poder. Y aunque la responsabilidad es una carga, la búsqueda de la sensación de poder es algo casi instintivo en el ser humano. Tenemos el instinto de tratar de tener las cosas bajo nuestro control.
Si lo pensamos fríamente, la responsabilidad y el poder son una carga, pero todos sabemos que esa responsabilidad y ese poder tienen algo que engancha, es casi adictivo. Cuando asumimos más responsabilidad, sentimos más poder y eso nos gusta, pero al mismo tiempo llevamos más peso. En realidad, es mucho más fácil nuestro trabajo profesional cuando descargamos esa carga en el paciente.
¿Cómo consigues entonces que la mujer sienta que tiene el poder cuando atiendes un parto?
Yo considero muy importante, cuando atiendo un parto, hablar poco, no sobresalir entre las personas que estamos presentes, evitar ser el centro de atención.
Hablar lo justo y en tono calmado e, incluso, tener una posición espacial inferior a la de la mujer. Si ella está sentada intento yo también sentarme o ponerme de rodillas; si ella está de rodillas, intento ponerme también de rodillas o en cuclillas; si ella está en cuclillas, intento ponerme también en cuclillas o sentado en el suelo y si ella está sentada en el suelo, intento yo también ponerme sentado en el suelo o tumbado.
Pero quizá más importante que todo esto que puede hacerse en el momento del parto es haber propiciado de antemano durante el embarazo una cercanía emocional y una familiaridad mutua desde la primera consulta.
¿Y eso como lo consigues?
Cuando me tratan de usted les propongo que nos tratemos de tú para ir tomando familiaridad. También aprovecho todas las ocasiones de saludo y despedida para dar un abrazo a la mujer que va a parir, a su pareja y a sus niños; y acepto cualquier invitación a compartir un café, una cerveza o una comida.
Cuando yo voy a atender un parto en un domicilio considero que voy a tener el privilegio y que necesariamente debo pertenecer un poco a esa familia.
Sé que si no lo hago así estoy creando un factor de riesgo de que el parto no vaya bien. Esto se debe a que el programa genético de la mujer tiene previsto que el parto transcurra en la intimidad o bien, como mucho, en la presencia de familiares cercanos que la hagan sentirse segura. Si la sociedad exige que en un parto exista un profesional ese profesional tiene que tener esto en mente en todo momento.
¿Te han contado muchas mujeres que sufrieron sensaciones de humillación e invasión durante su parto hospitalario?
Muchas. Un alto porcentaje de las mujeres que acuden a mi consulta para tener un parto en casa vienen dolidas porque percibieron ese tipo de sensaciones en un parto anterior. Yo sé bien que los profesionales que las atendieron no actuaron mal según los conocimientos que ellos tienen o según los protocolos establecidos; ni si quiera actuaron mal desde el punto de vista de las normas de educación. Pero también se que la mayoría de esos profesionales y, en general la ciencia médica al día de hoy, tienen un gran desconocimiento respecto a las necesidades emocionales de la mujer de parto.
Conclusión
Esta cuarta parte de la entrevista que Bebés y más ha realizado al doctor Emilio Santos nos revela las razones de algunas situaciones que las mujeres viven de manera negativa en lo emocional en sus partos hospitalarios y la forma en la que este profesional del parto respetado consigue evitarlas en su práctica. Seguiremos viendo otros aspectos, como la separación y sus consecuencias, la realidad de la práctica del corte precoz de cordón y otros temas importantes para profundizar en la manera más respetuosa en la que se puede atender la venida al mundo de los hijos.
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