El parto en el agua es una alternativa al parto normal que tiene muchos beneficios para la mujer y para el recién nacido, tal y como os hemos contado en otras ocasiones, y por eso son muchas las mujeres que lo eligen para dar a luz a sus bebés.
Sin embargo, el uso de este método no está exento de controversia, y es que se han descrito casos de bebés con problemas importantes por nacer de este modo. El último sucedió hace unas semanas, y la causa es de lo más lógica: el tiempo que el agua estuvo preparada para el parto fue excesivo.
¿De verdad es positivo dar a luz en el agua?
Sí, de verdad. Eso dicen los estudios. De hecho, de manera global, analizando un gran número de partos, se considera que es un modo seguro de dar a luz.
Para que os hagáis una idea, dicen que los bebés que nacen en el agua tienen un 64% menos de ingresos al nacer, un 25% menos ingresos hospitalarios en las primeras semanas y un 31% menos ingresos en la UCIN.
Además, en el caso de las mujeres, el parto en el agua supone un 35% menos de ingresos tras el parto, un 28% menos hospitalizaciones en las primeras 6 semanas, aunque un 11% más de riesgo de trauma genital.
Pero, ¿es peligroso?
No está claro. Hace cuatro años una nueva revisión de estudios realizada por la AAP (Academia Americana de Pediatría) y la ACOG (Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos) concluyó que el parto en el agua debía desaconsejarse por el riesgo que suponía para la vida de algunos recién nacidos.
Al parecer, se habían descrito algunos casos (pocos) de bebés que llegaban "un poco apurados" y al nacer hacían una aspiración en el agua, poniéndolos en grave riesgo.
Desde entonces, estas sociedades médicas aconsejan la dilatación en el agua, pero no el parto, precisamente para evitar ese riesgo.
¿Y qué ha pasado esta vez?
Sucedió en Canadá y pronto se hizo difusión de la noticia, para advertir de los riesgos del parto en el agua. Sin embargo, se trata de una complicación que probablemente no habría ocurrido si se hubiera hecho las cosas con un poco de sentido común.
Al parecer, la madre de la criatura decidió dar a luz en casa con una matrona a domicilio, y optaron por un parto en el agua. Todo fue bien, hasta que a los ocho días la niña empezó a tener fiebre alta, estaba irritable y tenía otros síntomas importantes. Fue ingresada en el hospital, donde acabó en la UCI neonatal, víctima de una sepsis que a punto estuvo de acabar con su vida.
Tras cinco semanas conectada a un respirador, en tratamiento antibiótico, la pequeña logró salir y ya está en casa con su familia.
El agua llevaba días preparada
¿Y qué pasó en este caso? Pues que el agua se preparó en la bañera días antes del parto, para que el día del parto ya estuviera a buena temperatura y lista. El problema es que no puedes tener agua quieta y a buena temperatura durante días, porque se contamina y el riesgo de infección es evidente.
La bebé resultó afectada por una infección por Legionella y Pseudomonas, y la consecuencia es la que acabamos de relatar.
Así, el problema no fue tanto de que el bebé naciera dentro o fuera del agua, sino que lo hiciera en aguas en mal estado de salubridad, y por eso los autores de un artículo hablando de este caso hacen énfasis en que se lleve a cabo una desinfección adecuada de las bañeras de parto y de las tuberías que se utilicen para llenarlas, y que el agua se llene para el parto, y no días antes.
Aun así, avisan de que no saben qué riesgos puede conllevar para un recién nacido el uso de determinados químicos para la higiene de esa instalación, así como para tratar el agua, y por eso se adhieren a la recomendación de la ACOG: dilatar en el agua sí, parir, mejor fuera.
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