Las leches vegetales no son leche: un bebé sufre escorbuto por alimentarse con leche de almendra
Los humanos somos animales mamíferos, y eso quiere decir que en los primeros meses e incluso años de vida la alimentación principal de nuestras crías, los bebés, debe ser leche humana. Leche que se mama, que sale de unos pechos, creada con todos los nutrientes, factores de crecimiento y defensas para ayudar a un bebé a triplicar su peso en un año y crecer la mitad de su estatura.
Leche de mamífera, y no las mal llamadas leches vegetales, que reciben ese nombre por ser blancas y por envasarse en un tetra brik, supongo, porque tienen tantas carencias que son totalmente insuficientes para alimentar a un bebé, por más que mucha gente las considere la mejor alternativa, la más natural y la más saludable. Tan insuficientes que un bebé ha sido diagnosticado de escorbuto en Valencia por alimentarse con leche de almendra.
¿Y qué es el escorbuto?
Una enfermedad que seguro que os suena de lo más antiguo, de siglos atrás, que padecían las personas pobres que apenas tenían nada que echarse a la boca, y sobre todo aquellas que no tenían acceso a la fruta y verdura, como los marineros.
El escorbuto es lo que sucede cuando hay un déficit importante de vitamina C, una vitamina necesaria para la síntesis de colágeno, que se manifiesta con hemorragias cutáneas diversas, rotura y caída del pelo, afectación de las encías hasta el punto de caerse los dientes, debilidad, etc.
Y es lo que ha trascendido, pero las carencias eran mucho más importantes porque el bebé del que hablamos ha sufrido más que eso. El caso, visto en el Hospital Universitario la Fe de Valencia, ha sido publicado en la revista Pediatrics, donde explican que el bebé estaba cansado, irritable, estaba dejando de crecer y sufría pequeñas fracturas en varios huesos.
¿Por qué le dieron leche de almendra?
Según leemos en El Mundo, el bebé nació a término y fue alimentado con leche de fórmula hasta los dos meses y medio de vida. Su historial no difería del de cualquier otro bebé, pues recibió siempre las vacunas establecidas en el calendario de vacunación de su comunidad. Sin embargo, a esa edad, sufrió un proceso de inflamación de la piel (probablemente eccemas), que un médico diagnosticó de alergia, ofreciendo como solución la sustitución de la leche artificial por un preparado líquido que incluía leche y harina de almendra, polvo de sésamo, malta de arroz integral, mijo y probióticos.
A partir de los seis meses empezaron a ofrecerle purés de verduras y frutas, que podrían haberle ayudado a paliar muchas carencias, pero el bebé no los aceptaba bien y apenas los comía. A los 11 meses los padres vieron que estaba cada vez más cansado, irritable, que no crecía y que se negaba a apoyar las piernas en el suelo. De hecho, el mero hecho de tocárselas ya le molestaba hasta el punto de provocarle el llanto.
En la analítica vieron que tenía niveles alterados de zinc, vitamina C y D y hormonas tiroideas y en las radiografías se constataron varias fracturas en las piernas y la espalda, además de una pérdida generalizada de masa ósea.
A partir de ese momento se le empezó a dar vitamina C en dosis de 300 mg al día y a alimentarle correctamente, hasta que tres meses después vieron que las fracturas habían mejorado, ya no sentía dolor en las piernas e incluso había empezado a caminar.
¿Nos hemos pasado de modernos?
Pues en muchos casos sí, y es que estamos en un momento de saturación de la información en que cuesta mucho separar el grano de la paja y la verdad de la ilusión. Hablo de los colectivos antivacunas, los defensores de la homeopatía por encima de la medicina tradicional y aquellas personas que pueden llegar a alimentar a sus bebés con leches vegetales porque rechazan cualquier cosa que haya salido de una industria, como la leche artificial (bueno, cualquier cosa supongo que no, porque eso sería imposible viviendo en una ciudad...).
En este caso no fue cosa de la familia, sino del médico, que hizo una mezcla bastante enriquecida, pero se quedó corto con los componentes. ¿La razón? No la sabemos, porque si el bebé tenía alergia a la leche de vaca podría haberle indicado cualquiera de las leches artificiales creadas para los bebés con esta patología.
¿Pero, no he dicho que los bebés tienen que tomar leche humana?
Claro, es lo normal, es lo ideal, es lo que el cuerpo del bebé espera recibir y por eso se sigue recomendando por encima de cualquier otro alimento. Pero para cuando no se puede o no se quiere, se han encontrado unos sustitutos basados en la leche de otros mamíferos (vacas y cabras) que, modificados en un laboratorio, se adaptan a las necesidades de los bebés para que puedan crecer y engordar igualmente. Tienen algunas desventajas obvias (no aportan defensas, por ejemplo), pero son nutricionalmente completas. Y si un bebé tiene alergia hay versiones con las proteínas hidrolizadas especialmente indicadas para esos casos.
¿Y la leche de soja?
Los padres ya le habían dado leche artificial, así que quiero creer que el cambio a ese preparado no fue cosa suya, sino del médico (no creo que los padres se negaran a dar leche artificial hidrolizada). El caso es que, si por alguna razón no le querían dar leche de vaca modificada, podrían haberle dado leche de soja adaptada para bebés, que la hay. Es la única leche vegetal preparada por la industria para alimentar a un bebé y habría sido mejor que el "brebaje milagroso" que puso al niño en un estado de salud bastante delicado.
La leche de soja para bebés no se usa demasiado, en realidad, porque tiene pocas indicaciones. En caso de alergia se dan las fórmulas de leche de vaca hidrolizada, así que la única situación en que debería darse la de soja sería si el bebé padece galactosemia y deficiencia hereditaria de lactasa, que es muy poco frecuente, o porque los padres sean vegetarianos y quieran alimentar de esta manera al bebé desde un principio.
Nada de inventos
Así que, según los autores del estudio, y para acabar con la conclusión que creo que debería quedarnos a todos:
Los pediatras y los padres deben ser conscientes de que estas bebidas no son un alimento completo y no podrán sustituir la lactancia materna o la leche de fórmula.
Foto | Alfredo Castilla
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