Después de varias entradas hablando de homeopatía y expresando todos los argumentos que he podido aglutinar e incluso después de ir a la TV3 a hablar acerca de las terapias alternativas sigue escribiéndome gente, tanto por las redes sociales como por correo para explicarme que a ellos les funciona y que estoy equivocado (a veces estoy incluso muy equivocado).
Es decir, después de explicar todo lo explicado y demostrar que no hay lógica por donde coger a la homeopatía, sigue habiendo gente que cierra los ojos a las evidencias mostradas, algunas científicas y otras que nos hacen recordar la química del instituto, y confirma que, sea como sea, funciona.
Pues bien, como en Catalunya la sanidad está a punto de desmoronarse (después vendrá el resto de España, pero aquí parece ser que hemos querido ser pioneros), pues ya hay hospitales cerrados y EREs en camino en los que aún permanecen abiertos, y dado que parece que el futuro es la privatización de la sanidad y ninguno tenemos el puesto asegurado, he pensado que podría abrir mi propia consulta de algo que domino un poco: ¿y si al final de todo me hiciera homeópata?
En el programa de TV3 al que acudí hace una semana pude escuchar a una homeópata decir que hay cerca de 6.000 homeópatas titulados y trabajando a la luz y otros 6.000 titulados (o no, porque total, da lo mismo), trabajando “en negro” (yo diría que se refería a España).
Algunos de ellos serán personal sanitario y otros no, pero a día de hoy, como la homeopatía no está regulada, puede ejercer quien quiera. Tú te montas una consulta en tu casa (que parezca una consulta, porque si parece tu casa igual queda feo), pones abajo en el portal una placa con tu nombre y “Homeópata” y ya está. A esperar que vayan viniendo.
Yo soy enfermero y podría poner “Enfermero homeópata”, que me distinguiría como alguien que tiene más estudios que muchos de los homeópatas con consulta, sin embargo, como la gente cree que los homeópatas son médicos (no todo el mundo lo piensa, pero muchos sí), casi me iría mejor no poniendo nada.
Mis tarifas
Soy una persona sensata y de igual modo que no me gusta que me estafen no me gusta estafar a los demás. He pensado que podría tener unas tarifas un poco más bajas que el resto de homeópatas, aunque no mucho más, porque podrían pensar que sé poco.
Pensándolo mejor, creo que cobraré un poco más que los demás y así la gente pensará que sé mucho. Lo que haré es, de vez en cuando, regalar alguna visita: “María, hoy no le cobro, que estoy muy contento por cómo le está funcionando la medicación a su hijo y para mí eso es lo primero… venga cuando quiera”. Así me aseguro que volverán y me aseguro también los turrones en Navidad (ya sabéis, la gente para Navidad suele regalar cositas a las personas que les hacen sentir bien).
Medicando, que es gerundio
Todos saldrán con algo: gránulos, glóbulos, pomada… lo que haga falta, pero que sea homeopático, claro. A la gente le encanta sentirse bien tratada y les gusta sentir que te preocupas por ellos y por sus hijos, así que tiene que parecer que me interesa la salud de las personas. Les diré, de vez en cuando: “para esto prefiero de momento no darte nada… vamos a esperar a ver si se le soluciona porque creo que con un poco de suero para los moquitos y un poco más de agua lo arreglaremos” y si la cosa no va bien, pues medicamentos al canto: “mira, creo que está yendo a peor. Casi mejor le damos esta disolución y… no, espera, vamos a por todas, venga, disolución 30 CH… no suelo utilizarla en niños porque me gusta ser más precavido, pero esto no le hará ningún daño y seguro que logramos que su cuerpo responda”.
Pero por si acaso, que vayan al médico
La medicina que todos conocemos y la homeopatía son incompatibles. Repito: son incompatibles.
Muchos homeópatas, para abarcar más radio de acción, se están sumando al carro de “las terapias complementarias”, para decirle a la gente que no tiene por qué elegir entre una y otra cuando puede utilizar las dos.
Sin embargo es un sinsentido, porque la homeopatía trata las enfermedades con las sustancias que provocan los síntomas que uno padece y la medicina convencional lo hace, normalmente, utilizando un contrario.
Si un niño tiene fiebre lo lógico es darle un medicamento que baje la fiebre. La homeopatía, en cambio, ofrece como solución una sustancia que aumenta la temperatura corporal, pero diluida hasta el infinito (y más allá).
No tiene sentido que alguien le de a un niño paracetamol para bajar la fiebre y que acto seguido le dé Belladona, que la provoca. Por eso no entiendo que haya médicos homeópatas o pediatras homeópatas, a menos que estén haciendo la misma reflexión que yo: estás un rato con la gente, les atiendes, les escuchas como nadie lo hace (casi nadie quiere escuchar los problemas de los demás, sino contar los propios), les haces sentir importantes y luego te sacas una pasta por darles caramelitos de azúcar y agua.
Entonces, como yo estoy en el grupo de profesionales que creen que lo que cura de verdad es la medicina convencional y como no me perdonaría que a alguien le sucediera algo por venir a mi consulta, haré lo que hacen algunos homeópatas (traidores de Hahnemann y sus postulados, traidores de la homeopatía), que es permitir que ambas medicinas coexistan.
Si me llama una madre y veo que el niño está chungo, le diré que vaya al pediatra, pero que luego venga a verme para darle algo que le suba las defensas y algo para paliar los efectos secundarios del jarabe que le ha dado el pediatra. Esa visita la cobraré baratita… que no se sienta estafada, que me vea como ese ángel salvador que piensa en los niños y en su bienestar y no en llenarse la cartera.
Y si me vienen a la consulta y veo lo mismo, que la cosa está difícil y que la salud del niño corre riesgo (otitis, laringitis, bronquitis,…), haré lo mismo: “mira, esto puede curarse con homeopatía, pero tardará mucho y el niño lo va a pasar mal… ya sabes que la homeopatía a veces es muy lenta. Te recomiendo que lo lleves al pediatra y te voy a dar algo para complementar ese tratamiento y algo para evitar los efectos secundarios”.
¿Cómo lo veis?
Como veis está todo ya bastante pensado… voy dándole vueltas a ver cómo podría ser la consulta y de qué color tiene que ser la bata, que es importante. De momento ya tengo cinco títulos de Boiron, que es más de lo que tienen muchos homeópatas que ejercen (y eso que me los saqué todos en una mañana). Tres de ellos los habéis podido ver a lo largo de esta entrada.
¿Qué os parece? ¿Me hago homeópata? Total, ya me sé todos los argumentos a favor y en contra, así que estoy preparado para todo, hasta para los escépticos que no creen en la homeopatía y a los que les interesa dejarla mal porque detrás hay unos intereses económicos de las grandes farmacéuticas bestiales… ¿no dicen que el mejor policía es aquel que fue ladrón?
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