Tenemos aspiradoras que se mueven solas, hornos que podemos programar, persianas que bajan cuando les da el sol… la robótica cada vez tiene más espacio en nuestras vidas para hacerlas más fáciles pero ¿dejaríamos a nuestros hijos al cuidado de un robot?
“iMom” es el título de un cortometraje que plantea esa opción, algo así como una cuidadora/robot para nuestras casas y nuestros hijos. ¿Ciencia ficción o sólo cuestión de tiempo?
Una solución para muchos padres y madres. Los niños están en casa atendidos y protegidos por un robot de aspecto humano y amable que les prepara la comida que nosotros hayamos programado, que recoge el salón, que cuida sus necesidades físicas (cambiar pañales por ejemplo), que pone la lavadora, que ayuda con los deberes si el niño es algo más mayor. Obviamente al ser un robot tiene conexión a internet y todo el conocimiento de la red, así que en ese sentido es una ayuda perfecta.
El guión y la dirección son obra del australiano Ariel Martin quien se inspiró para este cortometraje de trece minutos, al ver como un niño interactuaba con su brazo biónico. Trece minutos de historia de ficción muy cercana a la realidad, quizás de ahí la sensación tan inquietante que envuelve al espectador, sobre todo si es padre o madre…
Las imágenes de lo que sería la película propiamente dicha, se mezclan con declaraciones de papás y mamás felices, recomendando la compra de este robot para recuperar tiempo en pareja, para salir con amigos, para organizar el ocio de los adultos ya no en función del de los hijos necesariamente.
Declaraciones de parejas felices, sin sentimiento de culpa por nada, sin remordimientos porque consideran que sus pequeños y su hogar se queda en buenas manos cuando no están ellos. Declaraciones de adultos que quizás no quieren tener que renunciar a la vida que llevaban antes de tener hijos. ¿Somos así realmente los padres y las madres actuales?
Y ahí surge la duda… ¿y si un día por cualquier causa el robot tiene un fallo? No deja de ser tecnología creada por el hombre, el fallo entra dentro de la lógica.
¿Hasta qué punto pondríamos en manos de la tecnología el bienestar de algo tan valioso como son nuestros hijos?
Vivimos en una sociedad cada vez más tecnológica. Si echamos una mirada en casa, la tecnología cada vez forma parte de más parcelas de nuestra vida diaria y es bueno que así sea pero ¿deberíamos empezar a buscar dónde ponemos el límite o no?
Por si os lo queréis plantear después de ver el cortometraje de Ariel Martin, aquí lo tenéis: