Los niños pequeños son todo dulzura, inocencia y sinceridad, por eso (supongo) los adultos solemos desear que los niños nos muestren su afecto dándonos un beso.
Sabemos que nosotros sólo besamos cuando sentimos algo o por cortesía al saludarnos (esos dos choques de pómulo y mandíbula, uno a cada lado, a lo que llamamos besos), pero sin embargo esperamos que los niños nos besen con sinceridad, dándonos su cariño, como si el dar besitos fuera una característica propia de ellos.
Como adulto nunca le he pedido a un niño que me de un beso (en todo caso se lo doy yo) y como padre nunca pediré a mi hijo que bese a nadie, porque los besos no se piden, se regalan.
No es que sea un tema importantísimo en la salud emocional de los bebés, ni el dar besos (o el no darlos) les vaya a generar ninguna desventaja social y por ello haya que hablar del tema, es simplemente que no creo que haya que esperar de los niños lo que no se espera de los adultos y por ello me ha parecido interesante hablar de ello.
Hace unos días una trabajadora de… (bueno, el dónde trabaje no es relevante) se acercó a nuestro hijo Jon (sé que hablo mucho de él, pero es que sus vivencias me van perfectas para ejemplificar los temas) y le dijo:
- - Hola, ¿cómo te llamas? – Jon – le dijimos (él no suele responder a los desconocidos… cuestión de confianza, supongo). – Ahh, Jon. ¿Me das un besito?
Y no, Jon no le dio ningún besito. Lógico, pensé yo, no te conoce de nada. Pasó un rato, incluso ella le dejó cositas para que él jugara, y, al marcharnos, le volvió a pedir un besito:
- - Bueno, Jon, pues adiós. ¿Ahora sí me das un besito, no? Que te he dejado cositas para jugar…
Pero no, tampoco entonces Jon le dio ningún besito. Me pareció lógico nuevamente, pues seguía sin conocerla como para darle un beso (y además, es un poco chantajillo interesado pedir el beso “porque te he dejado juguetes por voluntad propia”).
Yo no quise intervenir porque creo que las personas tienen que besar a quien quieran besar y, como ya he dicho antes, los besos se regalan, pero no se piden.
Según la definición de la RAE, un beso es “Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia”. Como Jon acababa de conocer a esta chica dudo que sintiera amor, amistad o ganas de hacer una reverencia (el deseo creo que también lo descarto).
Ella concluyó que “es un niño al que no le gusta dar besitos”. Otros concluyen que los niños que no dan los besos que se les pide son poco cariñosos. No conozco a muchos niños de este tipo, pero puedo asegurar que a Jon sí le gusta dar besos, cuando quiere y a quien quiere.
Los adultos solemos hacer lo mismo, dar besos sólo a quien nos apetece besar. Sí, ya sé que me diréis que cuando saludas a alguien le das dos besos, pero no es lo mismo, porque no es este tipo de besos los que se les pide a los niños (y además considero que se trata de un acto formal muchas veces vacío de sentimiento).
Como a mí no me gustaría que viniera una desconocida y me pidiera un beso (bueno, depende de la desconocida, pero en tal caso a la que no le gustaría sería a mi mujer…), yo no pido besos a los niños ni le digo a mi hijo “venga, Jon, dale un besito”.
Que sí, que es algo inocente y con más sentido para el que lo pide que para el que lo da, pero como ellos no saben de cortesías, sino de sentimientos, prefiero que los besos se den cuando se quieren dar y no cuando se “deben” dar.
Foto | Flickr (Leonid Mamchenkov), Flickr (Pink Sherbet Photography)