Quienes sigan habitualmente el blog habrán notado mi ausencia durante el último mes.
Mi marido, mis niñas (de 3 años y medio y de 1 y medio) y yo hemos viajado a Argentina a visitar al resto de la familia.
Después de dos vuelos de 12 horas cada uno estoy en condiciones de ofrecer algunas sugerencias de primera mano que han contribuido a que los viajes no se convirtieran en auténticas pesadillas, especialmente el de regreso que he vuelto sola con las dos pequeñas.
Muchas veces hemos dado consejos con la esperanza de que puedan serles de utilidad en los viajes que realicen con vuestros hijos. Hace poco Elda nos daba algunos tips muy útiles que he puesto en práctica, a los que ahora añado algunos consejos basados en mi propia experiencia.
Por empezar, el éxito de un buen viaje con niños se basa en la planificación. A la hora de reservar el vuelo tenía muy claro que al ser viajes muy largos debían ser de noche para tener la certeza de que las niñas dormirían en el avión, aunque no fuera el mismo tiempo que duermen en su cama, al menos unas horitas estaban aseguradas.
Los viajes que transcurren de día se hacen mucho más tediosos para los niños pues necesitan gastar energías de alguna forma y a bordo de un avión no es el mejor lugar para hacerlo. Por eso, si tienes la posibilidad de escoger, lo mejor es optar por los vuelos nocturnos.
A pesar de las nuevas restricciones para viajar con líquidos a bordo, se pueden llevar alimentos para el bebé, no más faltaba.
Por las dudas, lo que he hecho yo ante el temor de que me hicieran probar la leche que no puedo ni olerla, ha sido llevar el preparado de leche de fórmula y cereales. He comprado una botella de agua mineral después de pasar el control de seguridad, eché el agua en el biberón y pedí calentarla bastante en el microondas de un restaurante del aeropuerto. Así, para la hora de dormir el agua estaba tibia, preparé el biberón en el avión con la leche y los cereales y listo. Sin necesidad de tener que estar rondando por los pasillos del avión rogándole a las azafatas que me calentaran el biberón.
A pesar de que no estaban muy cómodas, ya que la más pequeña tiene menos de dos años y aún no tiene derecho a asiento, durmieron ocho horas de las doce que dura el vuelo. Nada mal.
Para las horas en que están despiertos, debemos entretenerlos de alguna forma. Lo mejor es escoger juguetes que no hagan ruido para no molestar a los demás pasajeros y que ocupen poco espacio, fundamental. Lo ideal son los libros, sobretodo los de pintar o los que traen pegatinas que los distraen un buen rato.
En vuelos largos generalmente se sirven dos comidas. Cuando vas con niños (al menos yo lo hice y me fue muy bien) te recomiendo que los niños ya suban bien “comidos”, es decir que no esperes que el plato del avión sea su principal comida, sino un complemento. Los horarios en que las sirven pueden no ser el horario en que come tu niño habitualmente, o puede suceder que no les guste la comida de avión, lo cual es más que probable.
De todos modos, especialmente si viajas sola/o te sugiero que primero pidas la comida del niño, les des de comer y luego, una vez que hayan comido ellos, pidas la tuya.
Espero que mis consejos sea útiles y aplicados, ya que no merece la pena renunciar a un buen viaje con los niños por muy largo que pueda ser el vuelo.
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