A veces, los padres de niños con altas capacidades nos dejamos llevar por los falsos mitos y prejuicios asociados a esta condición, especialmente cuando comenzamos a transitar por este camino y nos invaden las dudas y los miedos.
Por eso es importante informarse adecuadamente y conocer las necesidades reales de los niños con altas capacidades, para así brindarles el apoyo que necesitan sin caer en prácticas erróneas como estas:
Creer y hacer creer a tu hijo que es más que los demás. Tener altas capacidades no significa ser superior a los demás, sacar mejores notas o ser más listo que nadie. Es importante que los adultos revisemos nuestros prejuicios y etiquetas antes de educar y criar a niños con altas capacidades.
No decirle a tu hijo que tiene altas capacidades. No es recomendable ocultar a nuestro hijo que tiene altas capacidades. No solo porque todos tenemos derecho a conocernos mejor para aceptarnos y querernos, sino porque hablar de forma natural sobre las altas capacidades nos va a permitir afrontar unidos y de forma positiva los retos que se presenten.
No actuar tras la detección de altas capacidades. Hay padres que llegan a sentirse tan abrumados y confundidos tras la detección de altas capacidades que prefieren no hacer nada y obviar que sus hijos tienen unas necesidades diferentes. Pero silenciar las altas capacidades y permanecer de brazos cruzados ante el potencial de nuestros hijos podría traerles consecuencias negativas a corto y largo plazo.
Depositar expectativas en tu hijo. Es comprensible que los padres tengamos grandes expectativas para nuestros hijos con altas capacidades, pero es importante ser conscientes de que esas expectativas son únicamente nuestras y no debemos trasladárselas a nuestros hijos.
Los niños son seres independientes de sus padres, y como tal deben poder elegir libremente su camino sin expectativas ni presiones que les generen estrés o ansiedad. La labor de los padres es acompañarles adecuadamente en su desarrollo para que puedan alcanzar su máximo potencial.
Comparar a tu hijo con otros. Jamás deberíamos comparar a nuestro hijo con otros niños, pues cada cual es único y tiene su propio ritmo de desarrollo. En el caso de las altas capacidades sucede exactamente lo mismo. No hay dos personas con altas capacidades iguales, y las comparaciones pueden generar presión y afectar negativamente la autoestima del niño.
No brindar oportunidades de aprendizaje adecuadas. Los niños con altas capacidades necesitan un entorno estimulante que les proporcione desafíos y oportunidades para aprender y desarrollar sus habilidades.
Pero a veces, los padres caemos en el error de subestimar sus necesidades y pasar por alto su sed de conocimiento o su capacidad para aprender rápidamente. En este sentido, es importante recordar que si no brindamos a nuestro hijo un ambiente estimulante podría caer en el aburrimiento y la desmotivación.
No atender sus necesidades emocionales y sociales. Los niños con alto potencial no solo tienen unas capacidades intelectuales diferentes, sino que también suelen mostrar necesidades emocionales y sociales particulares. Ignorar estas necesidades puede llevar a problemas de comportamiento, falta de motivación y dificultades en las relaciones con otros.
Algunas de las particularidades que los padres debemos trabajar con nuestros hijos son, por ejemplo, su tendencia al perfeccionismo, su intensidad emocional, sus disincronías o sus habilidades sociales.
Descuidar otras áreas del desarrollo. A veces, los padres nos enfocamos tanto en el desarrollo intelectual de nuestros hijos con altas capacidades que descuidamos otras áreas importantes, como su desarrollo emocional, social, físico y creativo. Como decíamos en el punto anterior, es fundamental atender todos los aspectos de la persona para brindar equilibrio y promover un desarrollo integral.
No buscar apoyo profesional. Es normal que los padres nos sintamos abrumados al tratar con las altas capacidades de nuestros hijos, e incluso no sepamos por dónde empezar a trabajar con ellos. Por eso es fundamental buscar apoyo y orientación en asociaciones y profesionales especializados, con el fin de comprender mejor las necesidades de nuestros hijos y obtener estrategias adecuadas para saber cómo ayudarle.
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