El primer año de vida es clave para la formación de la personalidad del niño. Las experiencias y sensaciones que viven en los primeros meses influyen decisivamente en la formación de su personalidad.
En este período, la madre juega un papel fundamental. Ya desde la concepción se establece un vínculo muy fuerte con el bebé, que se potencia con el embarazo, el parto, la lactancia materna y continúa durante los primeros meses (y años) de vida.
Un estudio muy interesante realizado por investigadores de la Universidad de Chicago junto con la Universidad de Indiana evidencia cómo la forma en que interactúa la madre con el bebé el primer año está relacionada con el comportamiento posterior que tendrán los niños entre los 4 y los 13 años.
Estudiaron a 1.863 bebés y sus madres para determinar que el temperamento de los bebés sumado a la estimulación recibida durante este periodo ayuda a determinar futuros problemas de comportamiento.
Según los resultados, los niños que habían sido menos caprichosos y los más predecibles en sus reacciones durante el primer año tuvieron menor riesgo de conductas conflictivas en el futuro como por ejemplo ser tramposos, mentirosos, tener problemas con los profesores en el colegio, actitudes desobedientes y ausencia de remordimientos tras un mal comportamiento.
Lo mismo sucedió con los niños que no habían sido atendidos adecuadamente en sus demandas y aquellos que habían recibido bajos niveles de estimulación cognitiva por parte de las madres.
El estudio también se ocupó de los niños que habían recibido la aplicación de castigo físico. Recibir cachetes o tortas durante la infancia también sirvió, aunque aclara que sólo ligeramente, para predecir problemas de conducta más severos posteriores. Esta última apreciación no me convence del todo ya que creo que no hay que pegar a los niños, ni en el primer año ni nunca, aunque incida poco en su comportamiento futuro.
De todas formas, en líneas generales interpreto que el estudio viene a confirmar lo que considero una de las claves de una buena educación. Demuestra que una crianza amorosa basada en la estimulación y sobre todo en el afecto predispone a los niños a ser mejores personas.
Si bien la investigación se ha centrado en las madres por ser la figura de referencia principal en los primeros meses de vida, considero que los papás también juegan un papel fundamental en la crianza y que su compromiso es igualmente decisivo a la hora de definir la personalidad de los hijos.
Vía | Tendencias21 Más información | Eurekalert.org En Bebés y más | Eduardo Punset, la crianza y el bienestar de la sociedad En Bebés y más | Documental: El cerebro del bebé por Eduardo Punset (1) En Bebés y más | La gran responsabilidad de ser madre: ¿crianza o perpetuar la especie? En Bebés y más | Los ocho ideales de la crianza afectuosa