El cerebro es, indudablemente, uno de los órganos más poderosos e importantes. No solamente se encarga de regular y mantener cada función vital de nuestro cuerpo, sino que también es el órgano en el que está a cargo de nuestras capacidades cognitivas, como la conciencia, la memoria y la imaginación.
Hablando específicamente de la segunda, nuestra memoria, sabemos que es el cerebro es también responsable almacenar y recordar información de nuestro pasado, lejano y cercano, y que tiene una capacidad asombrosa: el famoso astrónomo y divulgador científico Carl Sagan decía que tenemos la capacidad de almacenar en nuestra mente información equivalente a la de 10 billones de páginas de enciclopedia.
Pero, ¿cómo es que el cerebro almacena los recuerdos? ¿Hay algún sistema o clasificación? Una nueva investigación ha dado un poco de luz en este sentido, encontrando la manera en la que el cerebro registra los recuerdos de cada día.
El cerebro, como un libro
De acuerdo con un estudio liderado por el psicólogo Christopher Baldassano, el cerebro no solo procesa información, sino que también va organizando nuestras experiencias a lo largo del día: divide nuestras vivencias en "capítulos", como si nuestro día fuera una historia o un libro que se va escribiendo en tiempo real. Pero, ¿qué define o marca esos momentos en los que el cerebro empieza un nuevo capítulo?
Aunque en principio podemos pensar que esto lo van marcando los acontecimientos importantes o destacables del día (como al salir de casa por la mañana, llegar al trabajo o al hacer un cambio de actividad), la investigación encontró que no solo el entorno o los cambios externos son relevantes para ello, sino que tiene mayor valor lo que nosotros consideramos importante.
A través de un experimento con relatos en audio, el equipo de Baldassano pidió a cada participante -que escuchaba historias en distintos escenarios y distintas situaciones sociales-, que se enfocara en algún detalle distinto y específico de la historia.
Los investigadores midieron dónde el cerebro creaba nuevos capítulos, tanto observando escáneres de resonancia magnética para identificar nueva actividad cerebral, como pidiéndole a los participantes que presionaran un botón para indicar cuándo creían que una nueva parte de la historia había comenzado.
Por ejemplo, si a los participantes se les pidió que se concentraran en los detalles de una propuesta de matrimonio en un restaurante, el cerebro organizaba los eventos en torno a esa propuesta. En cambio, si se les pidió que se centraran en la comida en lugar de la propuesta, entonces los pedidos de los platillos se volvieron los nuevos capítulos.
Así, el cerebro marcaba los momentos clave según aquello en lo que las personas prestaban más atención, dividiendo las historias de maneras distintas: "El cerebro, de hecho, organiza activamente nuestras experiencias de vida en fragmentos que tienen significado para nosotros", explica Baldassano.
Lo que esto implica para nuestra memoria
Además de desafíar la creencia de que nuestro cerebro simplemente reacciona a los cambios externos, este descubrimiento podría tener implicaciones importantes para cómo entendemos y mejoramos la memoria.
Por ejemplo, ahora que sabemos que lo que consideramos importante define cómo dividimos y recordamos nuestro día, se podrían encontrar maneras de entrenar al cerebro para priorizar la información relevante.
De este modo, más que ser solamente una curiosidad científica, el siguiente paso sería analizar cómo aplicar esto de manera práctica y en diversas áreas de la vida cotidiana, como al estudiar o necesitar memorizar algo importante.
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