Hace poco estuve leyendo un artículo de nuestros compañeros de Ahorro Diario que explicaba que la crisis está pudiendo provocar desnutrición en los niños españoles. Me quedé preocupada y he estado reflexionando sobre esta cuestión.
Sin duda hay familias ahora mismo en una situación grave de falta de ingresos, y en estos casos, algunos incluso que deben recurir a comedores organziados por asociaciones de asistencia, podríamos temer.
Sin embargo, deberíamos reflexionar un poco sobre nuestros hábitos alimenticios y tratar, sea cual sea nuestra situación, de recuperar una nutrición más sana y también más barata.
Consejos generales
La cesta de la compra ha subido mucho. Ya no es que sea la carne cara, sino que las verduras y frutas lo son también. Podemos, de todos modos, con algunos consejos generales, adecuar nuestros hábitos de compra a productos de temporada, frescos y sanos, en tiendas o mercados, que pueden tener precios más ajustados y hacer de la necesidad una oportunidad para evitar que la crisis perjudique la nutrición de nuestros hijos.
La comida, en casa
Cuando ambos miembros de la pareja trabajan fuera de casa apenas hay tiempo para hacer la compra, no digamos ya para cocinar sano. Si ahora alguno o ambos estan en casa, pueden empezar a recuperar la costumbre de hacer la compra a diario y a preparar alimentos de la dieta mediterránea.
Podemos, también, si es posible, evitar el comedor escolar y que los niños disfruten de una comida casera en familia.
Compremos con cabeza
No compremos mucho. Hay que evitar tirar comida, comprar en exceso y que se nos eche a perder, no comprar caprichos ni productos industriales precocinados. Una buena costumbre es ir a la tienda con una lista y no salirnos de ella.
No llenemos la despensa (de no ser que sean productos de primera necesidad como legumbres, arroz o harina). No compremos productos precocinados, bollería, caprichos, envasados preparados, embutidos. Bebamos agua, nada de refrescos. Leche, no batidos.
Tampoco compremos frutas o verduras para toda la semana en envases de plástico, sino que pidamos piezas de temporada y de tamaño o apariencia menos bonita, que tienen mejores precios y a granel.
El mercado o los mercadillos con garantía, la compra al peso, los productos de temporada, los proveedores locales y las tiendas que hacen ofertas son una opción interesante.
Recuperar el placer de la fiesta
Recuperar el placer de reservar los alimentos más caros para ocasiones especiales y centrar la alimentación diaria en platos sanos hechos en casa es una buena idea. Cordero, chuletones y asados, para los días de fiesta. Pasteles, también. Bebidas como los refrescos o los batidos, reservarlos para esas ocasiones.
Además, tanto vale para cumpleaños como cenas con amigos, merece la pena recuperar la costumbre de hacerlos en casa, reservando para esos días la compra de alguna cosa cara y deliciosa que quizá, antes, teníamos en la nevera.
Hagamos nuestros alimentos
Podemos hacer nuestros yogures y nuestros bizcochos, nuestra confitura y nuestro helado con leche y azúcar. Incluso, si tenemos sitio, podemos cultivar algunos productos en nuestra terraza o nuestro jardín.
Comer sano
Desayunar pan con aceite o mermelada casera, una naranja y un vaso de leche. Comer un buen plato de legumbre y verduras, o un guiso completo como los que hacían nuestras abuelas. Comprar piezas de carne o pescado menos caras y que necesitan más preparación, pero igualmente nutritivas. Merendar una manzana y un bizcocho casero es mucho más sano y nutritivo que un zumo en porciones individuales, un batido o un bollo.
Hacer un menú semanal
Buenas costumbres que ayudan a hacer una planificación de compras es preparar un menú semanal o quincenal con anticipación y comprar lo que necesitemos.
En el menú semanal, podemos incluir garbanzos (en cocido o con unas acelgas o espinacas, con pescado o carne de piezas baratas, en hummus o rehogados con un ajito), lentejas (con patata, cebolla y zanahoria, más un trozo de chorizo) y alubias (con patatas, cebolla y zanahoria, o con repollo y una morcilla), por lo menos un día a la semana e ir variando las preparaciones. El arroz con verduras de temporada y un poco de magro o costillas, y pastas como macarrones o spaguetti tampoco pueden faltar.
Aprovechar las sobras
Aprovechar las sobras es otra forma de ahorrar sin renunciar a la calidad nutricional. Purés con las legumbres que sobren y una patata. Hagamos tortillas con verduras de temporada, compremos el pollo entero y saquemos de él para cocido, sopa, filetes, muslos asados y hasta croquetas. Aprovechemos las sobras para empanadillas, revueltos, rehogados y croquetas caseras.
Algunas ideas de aprovechamiento de sobras son el rallar el queso duro para espolvorearlo en la pasta o hacer un fondue, usar los huesos, raspas y recortes de carne para hacer buenos caldos caseros para bases de guisos o sopas, o recuperar aquellos deliciosos canelones y empanadas en las que se puede meter casi todo.
Gastar en lo que importa
Concentremonos en que no falten las ensaladas (no hace falta que sean esas tan bonitas que vienen en bolsa, basta una lechuga, unos pepinos y unas zanahorias), las frutas frescas (ahora manzanas y peras suelen ser baratas y muy ricas) y las proteínas de calidad aunque la pieza no sea la más blandita (benditos filetes rusos y albóndigas en salsa). Es mejor invertir en frutos secos que en patatas fritas y aperitivos de bolsa si queremos tener algo que picar que aumente la calidad de nuestra alimentación.
¿Y si hay un bebé en casa?
La alimentación de un bebé es algo fundamental, y hay que cuidarla mucho, pero eso no significa que tengamos que gastar. Si estamos esperando un hijo el mejor consejo de ahorro y salud es considerar la importancia de la lactancia materna y acudir a un grupo de apoyo o leer mucho para poder conseguir amamantarlo durante al menos dos años. Le estaremos dando lo mejor y además, gastando lo mínimo con la mayor garantía.
Si el bebé ya ha nacido, mi consejo es, de nuevo, amamantarlo todo el tiempo posible, al menos dos años, por lo que no necesitaremos comprar ninguna leche ni adaptada ni de otra clase, pues tendremos la mejor leche del mundo gratis y disponible para él. Si hay problemas con la lactancia, busquemos soluciones que seguramente, confiemos en nosotras, podremos encontrarlas. Y si damos leche de fórmula, busquemos un precio adecuado.
Sobre la alimentación complementaria lo más sano y barato es lo natural. No es necesario usar potitos ni papillas industriales. Hacer nuestra propia comida y darles verduras, carne o pescado y sopas de cereales normales y corrientes garantiza una correcta nutrición.
Es cierto que hay crisis, pero cocinando y comprando productos no industriales podemos conseguir una buena nutrición que evite la obesidad y los malos hábitos, además de ofrecer una alimentación completa a los niños. Y. como último consejo general, no dejéis de visitar nuestro blog hermano Ahorro Diario, que ofrece muchas ideas para controlar nuestros gastos.
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