Tras hablar hace unos días de los niños que comen poco, seguimos con el Especial de Alimentación Infantil en Bebés y más hablando hoy de sus contrarios, es decir, de los niños que comen demasiado a ojos de los demás, o que comen demasiado, ya no a ojos, que hay padres que no ven un problema en ver que su hijo come lo mismo o más que un adulto, sino a vista de báscula, cuando ésta nos dice que ese niño pesa demasiado para su altura y su edad.
Comento esto porque de igual modo que hay niños que comen poco y están perfectos de peso, hay también niños que comen mucho, pero mucho, y están también bien de peso. Son niños con una constitución delgada o atlética y con un metabolismo basal lo suficientemente elevado como para ingerir gran cantidad de calorías sin engordar.
Sin embargo, no todos los niños que comen mucho tienen ese metabolismo y son muchos los que empiezan a engordar y engordar hasta que alguien dice "Ep, este niño está engordando demasiado", teniendo entonces que empezar a mirar todo lo que se está haciendo mal para enderezarlo y tratar de evitar posibles problemas de salud por un exceso de peso.
Un problema que puede empezar con el biberón
La leche artificial tiene las mismas calorías que la leche materna. Visto así no tiene mucho sentido afirmar que una puede hacer más obesos a los niños, sin embargo una sale del pecho materno, del que hay que mamar para que salga, y la otra sale de un biberón, del que no hay que hacer mucho esfuerzo para que caiga. De una nadie sabe cuánto sale y de la otra es fácil controlarlo.
Con esto quiero decir que son muchos los bebés que, en comparación, toman más leche artificial del biberón que la que tomarían si estuvieran mamando, simplemente porque como sigue cayendo, siguen tragando. El cuerpo no es tonto y tiene mecanismos para tratar de compensar un exceso de comida para evitar engordar demasiado, pero si un niño se acostumbra a comer mucho en cada toma podría suceder lo que se conoce coloquialmente como "hacérsele grande el estómago": el estómago permite cada vez más comida y la sensación de saciedad tarda más en llegar.
Un problema que puede aprenderse en casa
Se recomienda comer a demanda, tanto a padres como a hijos, porque en condiciones normales una persona come, más o menos, cada 3 horas. De ese modo hace unas 5 comidas al día, que es lo idóneo (mejor muchos pocos que pocos muchos).
Por los horarios, por costumbre o por la razón que sea, son muchos los adultos que siguen haciendo tres comidas, desayuno, comida y cena, obligando al cuerpo a comer más cantidad en cada sentada, haciendo menos digestiones (cada digestión consume calorías) y estando menos activos tras cada comida (el cuerpo pide descanso para dedicarse a digerir todo lo que ha entrado).
Si los niños tienen como padres a estos que comen "pocos muchos" acabarán haciendo lo mismo que ellos, seguir unos hábitos de comida incorrectos que pueden ayudarles a tener sobrepeso. Si además la comida que toman no es lo suficientemente equilibrada, si es muy calórica, porque llegan a las comidas con tanta hambre que meten mucha caloría (si haces la comida con hambre, te preparas comidas que engordan más que si te la preparas estando saciado) el problema está servido, porque además de comer pocas veces y de comer mucho, lo que comen engorda más.
Y si para rematar son de comer rápido, ya ni te cuento. Una de las recomendaciones para llevar una dieta equilibrada es comer despacio, porque a los 20 minutos de estar comiendo empieza a aparecer la sensación de saciedad.
Si en esos 20 minutos un niño ha comido poco las probabilidades de que no se llene son mucho más altas que si en esos 20 minutos ya se lo ha comido prácticamente todo, pues la saciedad llegará, simplemente, cuando ya se ha saciado de verdad.
La báscula no miente
El hecho de que un niño coma mucho no tiene por qué ser indicador de problemas. Ahora, si como hemos dicho, la báscula nos está diciendo que hay sobrepeso u obesidad, sí que hay que hacer algo porque ese niño, simplemente, está comiendo más de lo que necesita.
Hay casos en los que los padres insisten en afirmar que su hijo no come tanto, que siempre ha sido así, que es su constitución, etc. Algo de razón pueden tener, porque cerca de un 5% de niños con obesidad lo son como causa de algún síndrome, de algún problema hormonal o de alguna lesión en el sistema nervioso, sin embargo el 95% restante lo es, simplemente, porque come más calorías de las que gasta.
No todo está perdido
Lo bueno del asunto es que una vez reconocido el problema (por parte de los pediatras, pero sobretodo por parte de los padres y los niños), los niños que comen demasiado pueden empezar a comer un poco menos y a engordar menos si se toman medidas al respecto.
Pueden cambiarse hábitos, como reordenar las comidas en el día, puede controlarse el tema de la televisión al comer (hay niños que comen más si tienen la tele delante, y otros que en cambio comen menos), puede controlarse qué se compra en el supermercado, empezando por meter en el carro comida más saludable y la familia puede empezar a ser más activa, haciendo más deporte todos, acelerando el metabolismo basal del niño y quemando, por lo tanto más calorías.
De todo ello hablaremos en próximas entradas de nuestro Especial Alimentación Infantil. No os lo perdáis.
Foto | Mahalie En Bebés y más | Consejos para una alimentación infantil sana, Mapa interactivo de la obesidad infantil en el mundo, Errores frecuentes en la alimentación infantil