Tras haber visto cómo la piscina es una gran alidada de la embarazada, vamos a comentar cuáles son los puntos más importantes a tener en cuenta a la hora de hacer ejercicio en la piscina durante el embarazo.
Sin duda la piscina puede ser una fuente de relajación, de bienestar y también convertirse en el medio idóneo para realizar ejercicio (lo cual redundará en lo anterior), pero lo queremos hacer de manera segura durante el embarazo.
Ya hemos hablado en ocasiones de cuáles son las pautas a seguir para que la realización de ejercicio durante el embarazo sea saludable, y hay ciertas normas básicas comunes.
En primer lugar, es necesario cerciorarse de que nuestro embarazo no es de riesgo, y si aún no hemos ido al ginecólogo, moderar la práctica de ejercicio y esperar a la primera consulta hasta que se confirme que no existe contraindicación alguna.
Si no hacíamos ejercicio antes, esperaremos a iniciarlo según las indicaciones del especialista, muy poco a poco. De todas formas, incluso en este caso la natación es un deporte de poco riesgo y bajo impacto, que se puede empezar a practicar en cualquier momento (para otros ejercicios es mejor esperar).
Para la actividad física es necesario tener en cuenta ciertas pautas que hagan de ella una práctica segura. No realizarla con demasiado calor o frío, protegerse del sol (esto es especialmente importante en piscinas al aire libre), mantenerse bien hidratada, no “forzar la máquina”, parar al menor signo de fatiga… son los pilares básicos.
Especialmente importante es la hidratación (beber líquidos abundantes) y no hacer ejercicio con hambre, pues en esta etapa es mejor tomar un snack ligero saludable que pasar hambre y realizar la siguiente comida con exceso.
Del otro lado, tras una comida copiosa tampoco es bueno realizar el ejercicio, por lo que lo mejor es alrededor de la hora del almuerzo o de la merienda, una vez a pasado cierto tiempo de las comidas más importantes del día.
El calentamiento es importante antes de empezar cualquier ejercicio, por lo tanto podemos hacer unos estiramientos antes de lanzarnos al agua (o realizarlos ya en el agua), un paseo a buen ritmo… Sobre todo hemos de intentar no empezar a hacer ejercicio intenso desde cero.
Además, la embarazada ha de llevar cuidado con los resbalones al moverse alrededor de la piscina (especialmente en el tercer trimestre que es cuando menos establecido tenemos el equilibrio debido al gran aumento de volumen de la tripa).
Por supuesto, dejaremos los saltos acrobáticos o los trampolines para otro momento, y bajaremos al agua sentadas desde el borde o por las escaleras, buscando siempre nuestra seguridad y la del bebé.
Una correcta higiene en la ducha tras el ejercicio en la piscina evitará riesgos de alergias u otras afecciones en la piel o el riesgo de infecciones de orina.
Si mantenemos la piel hidratada después del baño evitaremos la sequedad cutánea que a veces los productos de la piscina pueden provocar (y lo más importante, alguna alergia), y atención también al cuidado del cabello.
Si tenemos alguna afección leve seguramente pueda mejorar con la práctica de ejercicio en la piscina: lo ideal es preguntar a los expertos para que nos aconsejen algún ejercicio específico.
En definitiva, la piscina es una gran aliada de la embarazada y más en verano cuando es complicado hacer otro ejercicio sin sufrir los rigores del calor. Tan solo tenemos que seguir los consejos de seguridad y ponernos en forma para estar más saludables durante el embarazo.
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