Comenzamos hoy una serie de entradas especiales relacionadas con el tema de viajar con bebés como forma de prepararnos para las próximas vacaciones.
Todos sabemos que la llegada a la familia de un nuevo integrante nos trae una enorme cantidad de ilusiones, nuevas tareas, desafíos a enfrentar y dudas… muchas dudas. Además, el ritmo de nuestra vida cambia necesariamente. Pero la antigua creencia de que debemos dejar de lado todas nuestras aficiones hasta que el bebé sea mayor, no es tan así.
Hoy por hoy, con la participación activa tanto de mamá como de papá en la crianza del bebé y con los avances en todos los ámbitos de la vida diaria, podemos continuar todas nuestras actividades casi con total normalidad.
¿Es necesario resignar nuestra afición por viajar ante la llegada de un bebé a la familia?
No, para nada. Será preciso adaptarnos a las necesidades del pequeñín y tener en cuenta algunos consejos para que el viaje resulte placentero para todos los integrantes de la familia.
Además, compartir un viaje con nuestros hijos es una experiencia altamente gratificante que dejará recuerdos imborrables tanto en ellos como en nosotros.
Pero, ¿a partir de qué edad puede viajar mi bebé?
Debemos convenir que la llegada al mundo es un shock tanto para el bebé como para los padres. Los primeros días los integrantes de la nueva familia deben adaptarse unos a otros y encontrar el ritmo de la vida diaria. Durante el primer mes de vida debemos estimular a nuestro bebé para que comience a reconocer el entorno que le rodea.
A partir del segundo mes es cuando se establece ya la rutina del paseo diario y es éste el primer paso para su contacto con el mundo. Esta simple rutina le irá preparando para disfrutar del aire libre y de nuevas sensaciones: el sol, el viento, los ruidos del ambiente, la presencia de otras personas.
Podríamos considerar éstos como los primeros pasos de nuestro bebé para convertirse en un pequeño viajero. Gestar esa adaptabilidad al medio y a las condiciones que se presentan, es una de la condiciones necesarias para que al momento de emprender un viaje mas largo, la experiencia no se transforme en una pesadilla y que todos podamos disfrutar por igual.
Además, los niños cuanto más pequeños se acostumbran a moverse, comer y dormir en situaciones diversas, más flexibles se vuelven frente a los cambios y podrán aprovechar al máximo de las experiencias de viaje futuras
Desde la sexta o séptima semana, mientras las condiciones climáticas lo permitan, el paseo diario puede convertirse en una excursión de medio día un lugar cercano. Mientras le aseguremos sus necesidades mínimas de aseo, comida y sueño, nuestro bebé disfrutará de la escapada … y nosotros también.
A partir de allí, paso a paso, iremos ganando en confianza para realizar salidas cada vez más largas o alejadas de casa. Así, llegará el día en que pasaremos una noche fuera ( o un fin de semana ) sin que ello se transforme en una situación estresante para ningún miembro de la familia.
Para trasladarnos en nuestro primer viaje con nuestro bebé, desde el momento mismo del nacimiento podremos optar por viajar en coche, tren o autobús asegurando siempre que los trayectos no sean demasiado largos y que podamos brindarle las condiciones básicas de aseo y comida. En este sentido, es mucho más simple y práctico el viaje cuando nuestro bebé se alimenta de leche materna.
En caso de necesidad se puede volar con un bebé desde su segunda semana de vida. Las compañías aéreas aconsejan el viaje de bebés acompañados por al menos uno de sus padres a partir de los 2 meses de edad. Y si fuimos adaptándolo a los cambios poco a poco, subirnos a un tren o un avión no supondrá una aventura sino un paso más en la formación de nuestro pequeño viajero.
Quiero agradecer al equipo de Bebés y más por la invitación a participar de este especial Viajar con bebés en el cual espero reflejar mi experiencia en el tema y mis propias vivencias de familia viajera.
Foto | Neticola Raul A
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