Cuando lo quieren todo ya: cómo enseñar a los niños a ser más pacientes
¿Hemos llegado ya? ¿Y ahora? ¿Y ahora? ¡Yo quiero llegar ya! Seguro que a todos nos suenan estas palabras, ¿verdad? La paciencia forma parte del aprendizaje y gestión emocional de los niños, y es necesaria para no darse de bruces con la frustración (ahora y en el futuro). ¿Cómo podemos ayudarles en este aprendizaje?
Los niños pequeños no entienden el concepto del tiempo, no pueden saber si 5 minutos son mucho o son poco, no pueden hacerse a la idea de si van a tener que esperar un ratito o una eternidad. Los niños viven en el aquí y el ahora y poco a poco van teniendo capacidades que les permiten proyectar más a medio-largo plazo.
Así que para empezar, teniendo en cuenta esto, lo primero es ajustar nuestras expectativas. Pretender que estén calladitos, que no pregunten, que no se aburran o que no la líen en determinadas ocasiones es mucho pretender. Calma.
A pesar de esto sí que es cierto que podemos ir haciendo algunas cositas para que vayan aprendiendo a acotar el tiempo y a desarrollar su paciencia.
¿Cómo ayudar a mi hijo a aprender a ser paciente?
Predicar con el ejemplo
Como ya sabemos los niños aprenden, entre otras cosas, de lo que ven que hacemos, somos su modelo, de manera que si queremos que nuestro hijo sea paciente lo que no podemos hacer es perder los papeles en un atasco o ponernos a gritar en una cola porque no avance… Es evidente, ¿verdad?
No pedirles las cosas "para ya"
En la línea del punto anterior, a la hora de dirigirnos a ellos vamos a intentar no “meterles prisa todo el rato”. Sí, a veces se entretienen mirando a las musarañas y tenemos toda la prisa del mundo porque llegamos tarde al cole, pero hay formas y formas de hacérselo saber.
Si le decimos con brusquedad que tienen que hacer algo “a la de ya” le estamos trasmitiendo el mensaje de que es lícito exigirle a otro ser humano que haga algo “ya”. Intentad hacerle ver la necesidad de no entretenerse, pero no le pidáis las cosas para “ya” o ellos os las pedirán en los mismos términos a vosotros.
Si está teniendo una rabieta porque quiere algo “ya” y lo que hacemos es gritarle no estamos ayudando nada a que entienda que es desde la calma como se piden (y se esperan) las cosas. Nosotros somos los adultos y sabemos, porque lo sabemos, que se entretienen, de manera que en lugar de exigir y ponernos nerviosos quizá lo que podemos hacer es levantarlos 5 minutos antes para tener más margen de tiempo, por ejemplo.
Reforzar la paciencia… y explicar
“Estupendo, cariño, qué bien que has esperado a que papi termine de sacar los platos de lavavajillas para que te de tu vasito”. Pero además de reforzar nos interesa explicarles por qué lo estamos haciendo, de manera que puedan entender la situación y establecer una relación de causa-efecto que les ayude a ir generando patrones.
No reforzar la impaciencia
Y en el polo contrario, no reforzar la impaciencia. ¿Cómo? Pues no dándole lo que “exige” si no lo pide de manera adecuada, por ejemplo, o que tenga acceso a las cosas cuando buenamente se pueda, sin que nadie se tenga que desvivir porque lo tenga “aquí y ahora”.
Con "el tener las cosas en cuanto las pido" solo fomentamos que no aprenda a esperar y que precisamente esa espera, que es algo que se va a encontrar en la vida, le lleve a una tremenda frustración. No se trata de fastidiar al pobre peque ni negarle lo que pide por sistema, sino de hacerle entender que el sistema no funciona con la fórmula “pido-tengo”.
Juegos y actividades que fomentan la paciencia
Los juegos de mesa en grupo, esos en los que hay que esperar tu turno, por ejemplo, son estupendos para ir cultivando la paciencia, ¡y además son divertidos! En el mercado hay una enorme oferta, incluso para los más pequeños. También los puzles o cocinar (que requiere esperar a que algo se caliente, o a que termine el horno) son actividades estupendas para trabajar estas cositas.
Ser coherente y cumplir las promesas
Precisamente para ayudarles a que establezcan conceptos temporales y relaciones causa-efecto es importante que cumplamos lo que prometemos. Si le hemos dicho que después de merendar vamos a ir al parque… luego hay que ir al parque, o si no la siguiente vez que se lo digamos no le va a calmar, al contrario, y va a sentirse igual o más de frustrado y eso derivará en que pida las cosas una y otra vez.
Marcarles límites temporales muy cortitos y concretos
Dado que no tienen capacidad para saber cuántos son 5 minutos en lugar de eso establezcamos los límites temporales con acciones y eventos concretos: “Iremos a casa de los abuelos después de haber recogido a papá del trabajo”.
De cara a los eventos que tendrán lugar dentro de días o semanas, para evitar que los pobres anden todos esos días diciendo (pensando y sintiendo) ¿Es hoy? una cosa que funciona bastante bien es hacer un calendario que ellos mismos vayan tachando. De esta forma tan visual les ayudamos a que establezcan “tiempos”.
La paciencia es algo que se enseña, que se aprende, que se desarrolla y que nos viene (y nos sienta) bien a todos, de niños y de adultos, pero… pero no podemos perder de vista una idea clave que señalaba al principio: los niños son niños, y no podemos pedirles que sean más pacientes incluso que nosotros mismos. Porque… que levante la mano quien consiga ser paciente en todas las ocasiones. Pues eso.
Así que como niños que son habrá momentos en los que se aburran y en los que pierdan la paciencia, y será normal. Para eso estamos los papis y los juguetes, la charla… para hacerles la espera menos tediosa, ¿verdad?