Criar sin azotes: nuestros padres y nuestros hijos

Criar sin azotes: nuestros padres y nuestros hijos
2 comentarios

Comencemos por el principio. Si deseamos criar a nuestros hijos sin azotes, sin gritos y sin castigos debemos analizar la forma en la que nos educaron y abrir el corazón a el niño interior para recuperar los sentimientos y pensamientos que teníamos entonces.

Nosotros, de niños, sufrimos si nos pegaron, aunque fuera un azote. Por supuesto que sufrimos. Cuando nos menospreciaron o impusieron obediencia sin explicaciones, sufrimos. Sufrimos cuando, llevados a una situación incompatible con las necesidades naturales de los niños, nos “portamos mal” y nos llevamos un grito o un pescozón por ello. Sufrimos porque ningún niño merece que se le trate de manera menos respetuosa que un adulto, sus derechos son los mismos y ellos, si nadie les priva de esa idea, están convencidos de ello.

¿Hemos asumido que nuestros padres se equivocaron cuando utilizaron los azotes y los gritos de manera consciente o por falta de recursos? No es un paso sencillo pero es indispensable, si consideramos que el niño que erámos merecía ese trato entonces estamos condenados a repetirlo con nuestros niños. Pero si somos capaces de asumir que aquella no es la forma en la que deseamos que crezcan nuestros hijos y hemos decidido usar herramientas como la empatía y el respeto estamos en buen camino.

Existen herramientas que nos pueden permitir controlarnos cuando el niño nos tiene desbordados y sentimos una rabia que asciende por la garganta, nos llena la cabeza de latidos intensos y nos hace explotar. Nosotros somos los responsables de nuestra falta de autocontrol, no el niño, pues precisamente ellos no actuan para hacernos enfadar en las relaciones emocionalmente sanas.

Los niños son niños, tienen necesidades diferentes a nosotros los adultos, ritmos y reacciones normales en ellos. Y desean ser amados, cuidados, escuchados y atendidos por nosotros. Las situaciones que viven pueden hacerles actuar de manera molesta y hasta incorrecta moralmente o peligrosa, pero nuestra función primordial no es la punitiva, sino la educativa, y sobre todo, somos los responsables de conseguir para ellos ambientes y entornos naturalmente adecuados para ellos.

Cuando un padre o una madre sienten esa ira ascendente descargan en el niño una frustración y un enfado intenso, pueden notar esa violencia interna que solamente se calma cuando el niño se rinde y llora. La mano no se escapa para dar un azote llena de amor y ternura, se escapa enfurecida y harta. Demasiado. Si no fuera así no perderíamos el control.

Me pregunto a veces si es que estamos vengando del dolor de nuestro niño interior en el hijo y solamente nos sentimos saciados cuando le vemos llorar como llorábamos nosotros?

Volveremos a esta cuestión en temas siguientes, pues este enfado que se desencadena cuando estamos sobrepasados y toma las riendas de nuestras acciones podemos domarlo, controlarlo y buscar estrategias de vida y hasta trucos para mantenerlo controlado.

Pero antes quiero analizar un poco mejor la causa fundamental por la que los padres comienzan a usar el azote: las rabietas. Los niños de aproximadamente dos o tres años, como nuestro pequeño del ejemplo del supermercado, tienen rabietas.

Estas no son un recurso para reclamar lo que piden en ese momento, la chuchería o los brazos. El detonante puede ser cualquier cosa, que quiere beber en un vaso de otro niño, que no le gusta la merienda que le hemos dado, que hemos quitado el tapón de la botella cuando querían quitarlo ellos, o simplemente que no nos acordamos del la letra de una canción. Todas esas situaciones las he vivido con mi hijo o con hijos de mis amigos, y la razón real de la rabieta nunca era esa.

Un niño con una rabieta pide una cosa muy importante, indispensable para él, algo que no hemos sabido darle cuando le era necesaria: la atención. El malestar es tan grande que explota en un terremoto de emociones desatadas, y usualmente se mezcla además con una necesidad física que nosotros, los adultos responsables de su bienestar, no hemos previsto: hambre, sueño, agotamiento, sed…

Cuando un pequeño tiene una rabieta lo que necesita es amor. El motivo es lo de menos, la rabieta reclama nuestra atención consciente, centrada, abierta y sin juicio. La rabieta pide amor y debemos saber darlo del modo que el niño precise: con un abrazo, con brazos, con cercanía o a veces con la presencia pero sin tocar o mirar siquiera. Una vez pasa la rabieta y el niño, tarde un minuto o diez, ha sacado toda la carga emocional, la adrenalina y la tensión acumulada, estará preparado para recibir todos los mimos que antes quizá no le dimos.

Llegados hasta aqui ya no parece tan imposible aprender a criar sin azotes y sin perder el autocontrol. Veremos, como os he prometido, muchas estrategias de prevención que nos van a ayudar a conseguir manejar mejor nuestras emociones negativas y ofrecer una educación más empática a nuestros hijos.

En Bebés y más | Es posible criar sin azotes, Educar con respeto, Las consecuencias de los azotes

Temas
Comentarios cerrados
    • Me han encantado todos tus artículos sobre la crianza sin azotes. Estoy esperando, casi con ansiedad jeje, tu lista de estrategias o libros donde encontrarlas. Estoy totalmente de acuerdo contigo en lo de que las rabietas (y, posiblemente, los estadios compulsivos de los niños) son una llamada para que les atendamos, les demos un abrazo, un beso, les acompeñemos, juguemos con ellos...Lo que pasa es que, a veces, es muy complicado, nos pueden. Tengo dos hijos de 23 meses. La niña es más tranquila y tiene las rabietas típicas de todos los niños; no me preocupa. Pero el niño uffff es puro nervio, llora muchísimo, no podemos ir a sitios con ascensores ni con escaleras mecánicas porque no hay manera de sacarlo después, tiene una obsesión enorme por las puertas, se va agarrando a todas las que encuentra y tiene muchos "caprichos". Se tira al suelo a llorar por nada (antes se daba "coscorrones" contra el suelo!!! menos mal que eso ya se le pasó) y, ya lo último, nos muerde (hoy ya me he llevado dos mordiscos). Es agotador. Intentamos evitar las "situaciones" que sabemos van a crear un conficto, le hablo, lo cojo en brazos (ahí es cuando me llevo el mordisco!!!) para abrazarlo, intento distraerlo, intento "canalizar" toda su rabia...pero muchas veces no lo consigo. Para mí es muy frustrante. Todo el mundo me dice "ese niño necesita una nalgada" pero yo tampoco creo en ellas, por las mismas razones que tan bien explicas tú en tus artículos. Supongo que la edad también influye (los "terribles dos años") y muchas veces digo "¡qué ganas tengo de que cumplan los tres años!!", pero, después lo pienso y me da mucha pena. En fin, perdona por el "palique" que te acabo de soltar; creo que también son una llamada de auxilio jeje. Muchas gracias por tus artículos.

    • Cuando el adulto recurre al azote o al grito o al insulto, por que se siente desbordado, por que precisamente siente esa misma rabia que intenta calmar en la rabieta del niño, esta mostrando que nunca superó su etapa de rabietas. No ha aprendido inteligencia emocional. No sabe gestionar sus emociones. No sabe distinguir entre lo que siente y el contexto exterior. No sabe que sus emociones no justifican sus actos. No sabe calmarse... Son en realidad dos niños con rabieta. Uno que apenas lleva dos o tres años en este mundo... y otro, 10 veces más grane y fuerte... y con 30 o 40 años de experiencia mal aprovechada en el mundo. No pretendo de ninguna manera defender a esos padres. Pero cada vez que veo post como este no puedo dejar de pensar en lo necesaria que sería educar a estas personas. Puede que en parte esta sea mi manera de justificar a mis propios padres... verlos como niños que nunca aprendieron.. no se... En todo caso una persona sin inteligencia emocional no atiende a razones. Si queremos un cambio real seria necesaria algún tipo de estrategia... claro que... cual? Bueno no os cuento más rollo :P Es que me siento frustrada cuando me enfrento a esta realidad... a tantos adultos que... no lo son. :(

    Inicio
    ×

    Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas de audiencia y mostrar publicidad personalizada analizando tu navegación. Si sigues navegando estarás aceptando su uso. Más información