Cada vez hace más calor (y parece que la cosa no se va a suavizar...)y las piscinas y las playas están llenas de gente dispuestas a refrescarse en el agua. Y aprovechando los grandes tiempos acuáticos, podemos jugar y estimular a nuestro bebé en el agua.
Dicen los expertos que los bebés saben moverse tan bien en el agua debido a una forma instintiva, ya que el medio acuático les recuerda al líquido amniótico donde han estado durante nueve meses, dentro del vientre materno.
¿Os acordáis de la primera vez que vuestro hijo o vuestra hija se metió en el agua? Seguro que descubrió un mundo de sensaciones al ver cómo esa sustancia transparente y con un tacto característico no sólo le hacía pasar un rato divertido, sino que también le refrescaba e incluso relajaba.
Y es que, para los bebés, el agua es un medio perfecto de estimulación temprana porque, entre otras muchas características, mientras está chapoteando en el agua o iniciándose en la natación, se está estimulando su crecimiento y su desarrollo óptimo.
Pero lo que confiere al agua un lugar donde los peques pueden recibir gran cantidad de estímulos es su capacidad para, a través del juego, motivarles a explorar y realizar multitud de movimientos que en tierra firme probablemente no se atreverían a hacer o, simplemente, no podrían hacer.
Ya se ha dicho que existen multitud de efectos positivos a la hora realizar diferentes actividades acuáticas, como pueden ser la mejora del desarrollo en general o de los aspectos motrices en particular, siendo especialmente significativa esta mejora en los niveles de propiocepción, equilibrio, coordinación, percepción del esquema corporal, reducción del estrés articular y la adquisición de patrones motores.
Así mismo, la inmersión en el agua hace que el bebé tenga una sensación de liberación de su propio peso, haciendo que los movimientos que en tierra le resultan más costosos, ahora son mucho más fáciles de realizar. Esto, a su vez, logra activar aquellos músculos que no usa por regla general, aumentando el número de experiencias motrices.
También el que el agua sea más densa que el aire hace que todo lo que haga el bebé dentro del medio acuático se convierta en movimientos más lentos pero más contínuos, potenciando sus músculos y facilitando la realización de distintos movimientos.
Otro factor importante es que el agua es un estímulo en si mismo que hará que el pequeño disfrute como nunca chapoteando y jugando con el líquido elemento. Esto es muy importante en aquellos casos en los que parece imposible encontrar algo que estimule al pequeño que no lo haga con otros elementos de su entorno.
Además, la persona que esté con el bebé también tiene un papel muy importante, ya que dependiendo del uso que se haga de los estímulos a través del juego o mediante actividades que favorezcan el desarrollo de las diferentes habilidades del pequeño, éste estará más o menos motivado.
Por todo esto, parece innegable que no se deben dejar pasar las posibilidades de movimiento que nos proporciona el agua como medio para favorecer y facilitar aspectos clave en el desarrollo del bebé como pueden ser el tono muscular, el lenguaje verbal y no verbal o las relaciones con otras personas, especialmente mamá y papá.
Así que no dudeis en ningún instante en jugar y estimular a nuestro bebé en el agua, ya que es una manera de ayudarle a desarrollarse de forma óptima mientras se refresca y juega con el líquido elemento. ¡Al agua patos!
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