El recién nacido apenás dispone de más recursos que el llanto para expresarse pero a medida que va creciendo dispondrá de nuevos elementos para poder comunicarse. La forma de comunicarse de los bebés irá evolucionando a medida que van creciendo y aprendiendo a hablar, y mientras va asimilando el lenguaje hablado usará llantos, gritos y gestos para lograr hacerse entender.
El bebé recién nacido es capaz ya de distinguir entre el sonido de la voz humana y otros ruidos. Debemos estar atentos al modo en el que nuestro pequeño responde a la voz humana y entender lo importante que es nuestra voz para él, puesto que ya la identifica con los cuidados que le brindamos. La voz humana anuncia el alimento, el calor, el abrazo, la caricia, la comodidad... es maravillosa para él ya que muchas veces llega antes que nosotros a su visión o que el cuidado mismo.
Un bebé que llora puede cesar su llanto solamente con escuchar nuestra voz. Se pone alerta para identificarnos bien, se silencia atento e incluso cambia su expresión facial y su actitud corporal. Nos acercamos y es cuando, al sonido cariñoso de nuestras palabras, puede relajarse si era nuestra presencia segura lo que necesitaba o arreciar en sus quejas si tiene algo que decirnos y a lo que debemos responder.
El llanto va a seguir siendo el modo de comunicación prioritario del bebé durante muchos meses. A pesar de lo expuesto en la primera parte de este artículo debemos tener presente una cosa, a veces el llanto de los bebés no responde a una necesidad evidente, puede ser que se sienta abrumado por las nuevas sensaciones o las visitas y necesite, nervioso, pegar cuatro buenos gritos para descargarse (lo que a todos nos apetece a veces). O puede que tenga cólicos.
Normalmente el bebé responderá al sonido de la voz sonriendo, incluso poniéndose muy excitado, agitanto brazos y piernas y haciendo ruiditos encantadores. Empezará a sonreir a sus padres aunque puede que sea menos amistoso con los desconocidos.
A partir de los cuatro meses el bebé nos dará muestras claras de haber entidido la relación de causa y efecto que le permite coordinar su acción con el resultado esperado. Ya es capaz de transmitir conscientemente lo que quiere o necesita. El lenguaje corporal hace su aparición con fuerza y el niño lo usa para explicarnos claramente si quiere bajar de la silla, ser tomado en brazos o dejar de comer. Incluso nos apartará la mirada si quiere cambiar de actividad.
Y es que aunque no sepa decir palabras eso no va a permitir que sea un impedimento para comunicarse con sus padres. Usará todos sus recursos para lograr hacerse entender. Aunque siga usando el llanto también ampliará su repertorio a todo el rico espectro de la comunicación no verbal.
Sonreirá y reirá, por supuesto. Pero también usará otros gestos: fruncimientos de ceño cuando algo les desconciente o de nariz y boca ante un nuevo y poco apetecible alimento. También abrirá la boca mucho cuando sienta sorpresa. Estira los brazos para que lo saquemos de la cuna o de la silla y patalea cuando quiere salir y nadie lo atiende. Y de nuevo, sonreirá y sonreirá a nuestra voz, nuestra cara y nuestra amada presencia. La comunicación sigue muy ligada a las emociones además de a las necesidades físicas.
A partir de los nueve meses no solamente puede empezar a decir sus primeras palabras, sino que el lenguaje del cuerpo es muy intenso. Aparta la cabeza y la sacude para negarse a algo, sobre todo a comer más si no tiene apetito. Nos escuchan continuamente, con ansia, asimilando lo que decimos y tratándo de imitarnos.
Ya sabe transmitir sus gustos o aversiones, aparta la cabeza pero también frunce la nariz si algo le disgusta o cabecea suavemente para comunicar su consentimiento. Los gestos de negación aparecen muy pronto, relacionados con los alimentos sobre todo, pero pronto se usan para otras cuestiones y se complementan con la afirmación.
Por supuesto, el bebé se arrastra, señala y gesticula para decirnos claramente lo que quiere. Ya llora menos que el bebé, pues puede decirnos muchas más cosas.
La forma de comunicarse los bebés es un mundo fascinante que llena a los padres de satisfacción y les hace sentirse enormemente unidos a su hijito. Para los bebés es todavía más importante, pues de ello depende la atención a sus necesidades físicas y emocionales y la capacidad de sentirse amados y comprendidos.
En Bebés y más | ¿Cómo comunicarnos mejor con el bebé?