Desde que nace el bebé está preparándose para hablar. En realidad, desde que nace, se trata de comunicar con sus padres con los medios que tiene a su alcance: el llanto y la mirada. Son sus primeras "palabras" antes de las palabras.
Al comienzo llora o grita cuando necesita algo: comida, calor, sueño o, igualmente importante, contacto físico. Al atender su llamada y tratar de entender lo que nos pide estamos alentando el proceso de comunicación con la respuesta.
Cuando nos mira arrobado, pendiente de nuestros ojos, enamorado, y respondemos a su mirada con igual intensidad, dejando el tiempo pasar, también alentamos su ejercicio de comunicación emocional.
El bebé reconoce el sonido de la voz de su mamá a los pocos días de nacer, cuando roza las dos semanas puede girar la cabeza para mirarla y también para seguir el sonido de su voz. Muy pronto son capaces de llamar gritando a su madre cuando la escuchan.
Los gestos y el volumen y timbre del llanto o los gritos nos transmiten lo que el niño trata de comunicar, y poco a poco los padres aprendemos a interpretarlos. Es cuestión de escuchar y estar atentos.
Pero poco a poco empezará a hacer sonidos más complejos, balbuceos y gorgoritos; empieza a imitar nuestras voces aunque no diga nada todavía. Desde que nació ha estado rodeado de palabras y sonidos, es normal que quiera participar en el proceso.
A partir de los tres meses disfrutan de los juegos imitativos de sonidos, y eso es un ejercicio que los prepara para cuando estén preparados para decir, de verdad inteligiblemente, sus primeras palabras.
Por todos esos motivos, esas primeras "palabras" de antes de las palabras son las que con mayor interés debemos escuchar en la vida de nuestro hijo.Para él son un esfuerzo enorme y una fuente de placer. Nos llama y venimos, llora y lo acunamos, pide leche y se la damos, quiere acurrucarse y le damos nuestro calor. La comunicación, desde su punto de vista, funciona. Le llena de alegría y seguridad, les hace sentirse queridos y merecedores de atención. Comunicarse con nosotros les hace sentirse amados y recibir lo que necesita. Sembramos confianza en nosotros y confianza en ellos mismos.
Por eso creo que nunca hay que ignorar el llanto o la llamada de un bebé. Son sus primeras "palabras" antes de las palabras.
En Bebés y más | ¿Cómo comunicarnos mejor con el bebé?