Ayer os ofrecimos una entrada en la que explicamos qué es la psicología inversa y os mostramos algunos ejemplos de cómo funciona tanto con los adultos como con los niños. Hoy seguimos con dicha entrada mostrando algunos ejemplos más y explicando por qué es una técnica que debe utilizarse con cuidado.
Un ejemplo de cómo funciona la psicología inversa a la hora de vender algo
Cuando una empresa pone un artículo a la venta trata de tener stock para todos aquellos compradores que lo desean. Sin embargo, hay ocasiones en que mucha disponibilidad supone menos exclusividad. A las personas nos gusta que nos hagan sentir especiales o diferentes en algunos ámbitos y, a la hora de comprar algo, hay mucha gente que valora mucho tener cosas que los demás no tienen.
Hay empresas que, aún teniendo stock de sus productos, suelen limitarlo artificialmente durante un tiempo para que los consumidores crean que es difícil obtenerlo, que sólo está al alcance de unos pocos. Si además consiguen que el mensaje corra: "Uff, ¿quieres éste? Es difícil de conseguir", las ganas de tenerlo son todavía mayores.
Digamos que es el sistema que se utiliza en las ediciones limitadas. Crean un artículo nuevo, le dan un aura de exclusivo, hacen una edición limitada, aunque tenga un valor elevado, y prácticamente se aseguran las ventas, porque al ser edición exclusiva, sólo al alcance de unos pocos, la gente trata de conseguir dicho artículo. En el fondo no deja de ser absurdo, pues el que quiere hacer negocio con sus productos suele tratar de vender cuanto más mejor, pero al crear un límite ofreces el mensaje de "sólo al alcance de unos pocos privilegiados, no creo que puedas conseguirlo" y, como ya hemos dicho, a la gente le gusta sentirse privilegiada y le gusta demostrar que sí es capaz de conseguir eso que se le niega.
Siguiendo con los ejemplos, seguro que esto que os explico a continuación os ha pasado en alguna ocasión: veis una prenda de ropa que os gusta y sólo queda una de tu talla. Hay otras prendas que también os gustan, así que seguís mirando. De repente observáis a otra persona mirando con atención esa prenda única que habéis dejado escapar. Finalmente, tras varias dudas, la vuelve a dejar... entonces corréis a por la prenda. Realmente nadie provoca la acción, sino que somos nosotros mismos quien nos aplicamos el cuento: "sólo queda una, no podré conseguirla... ¿Cómo que no? Me la compro antes de que me la quiten".
Este tipo de psicología inversa la utilizaba mucho un hermano mío. Cada año hacíamos una especie de mercadillo en el que vendíamos aquellas cosas que no queríamos a nuestros hermanos (sí, vale, esto de vender cosas a tus hermanos es un poco raro, pero bueno, no es el tema hoy). El caso es que le decía: "me quedo con esto" y entonces lo cogía para dármelo y entonces se detenía y me decía "¿sabes?, me lo he pensado mejor y creo que no quiero vendértelo, es que me gusta a mí". Entonces conseguía, poco a poco, y a golpe de tirar de la cuerda, que yo acabara pagando más por algo que en el fondo él no quería.
La psicología inversa a la hora de seducir a alguien
Hay muchas personas que se preguntan si se puede utilizar la psicología inversa para seducir a alguien. Lo cierto es que la pregunta hace milenios que está respondida: no es que se pueda utilizar, es que muchísima gente la utiliza.
Seguro que en más de una ocasión alguien os ha recomendado haceros "la estrecha" para ligar con alguien. Tú le muestras de alguna manera al chico que te gusta, que te atrae, que hay química. Una vez él lo sabe, optas por lo contrario, saludarle y poco más, sin seguirle el juego. De manera indirecta le estás diciendo que "ya no... ahora ya no te me acerques, que ya no quiero que estés conmigo". El efecto que se consigue es exactamente el contrario, pues el chico, que se sabía deseado, observa que ahora ya no lo es. Lo que era un juego, y lo que quizás era un "no, no quiero salir contigo", se convierte en reto porque la mujer deja de estar a su alcance y, como sabéis, las personas suelen querer conseguir aquello que no está a su alcance.
Siguiendo con este tema están los celos. Cuando una persona siente que su pareja está algo distante y nota que debe ir detrás de ella tiene dos opciones: intensificar la "persecución" o frenar de golpe. Intensificar suele producir el efecto contrario, pues el otro acaba agotado de "huir", mientras que frenar de golpe y cesar en el empeño tiene el efecto contrario, pues la otra persona observa que se le lanza el mensaje "está bien, te dejo en paz, ya no quiero estar contigo como hasta ahora". Ese cambio hace que el que se sentía presionado sienta una pérdida y quiera solventarla, siendo ahora él (o ella) quien se acerca a la otra persona.
La psicología invertida en la lactancia materna
Cuando una mujer quiere destetar a su hijo se le recomienda, para que el destete no sea algo traumático para el hijo, que no le ofrezca el pecho, que lo sustituya por otra cosa (tanto a nivel nutricional, como a nivel emocional) y que no se lo niegue. En resumen, que se anticipe a los momentos en que el niño suele mamar, ofreciéndole alternativas para que el niño pueda comer y alternativas donde madre e hijo puedan pasar tiempo juntos compartiendo emociones, sin que el amamantamiento esté presente, pero no negárselo si éste acaba pidiéndolo.
Este "no negar" corresponde a la necesidad de no ejercer la psicología inversa en el niño, ya que si se le niega y el niño se da cuenta de que la madre está intentando quitarle el pecho tratará de aferrarse aún más a su madre y mamará más a menudo que antes de iniciar el destete. Dicho de otro modo, si el niño entiende con la actitud de la madre "no quiero que mames más", el niño hará lo contrario, mamar más.
La psicología invertida en la alimentación infantil
Mi madre era una experta de la psicología inversa involuntaria. Recuerdo que de vez en cuando compraba yogures nuevos y algunos me gustaban mucho. Entonces yo le decía "mamá, qué bueno este yogur" y mi madre actuaba en consecuencia y compraba de esos yogures durante meses. El mensaje que yo acababa recibiendo era "como te gustan tanto, te los compro, que se que te encantan y quiero que los comas siempre" y la consecuencia lógica por mi parte era la contraria "pues como quieres que me los coma, ya no los quiero". No era un berrinche, era que acababa harto de tanto yogur repetido.
De esto se desprende que si algún niño tiene alguna obsesión con un alimento, lo ideal para conseguir solucionarla es promover que coma ese alimento, cuanto más mejor. Mis hijos se pasaron una temporada locos por el chocolate. Los veías devorar las tabletas y todo lo que llevara chocolate. Lo lógico en esa situación habría sido tratar de limitar la ingesta, comprando menos o repartiendo nosotros la cantidad a uno y a otro, día a día.
Sin embargo hicimos algo parecido que con la televisión y las consolas: comprar más chocolate. Dejamos al alcance más chocolate, más galletas con chocolate y más "guarradas" para que ellos las comieran y "se hartaran". Como tampoco somos unos insensibles maleducadores, cada vez que cogían algo les decíamos que, si comían mucho, seguramente les dolería la barriga, pero les dejábamos comer si querían.
Ahora sigue habiendo chocolate y siguen habiendo galletas en casa, pero lo que antes duraba horas, ahora dura días. Incluso a veces les ofreces chocolate y te dicen: "no me apetece" o "no, que me dolerá la barriga".
El método intensivo en este sentido sería "toma todo el chocolate que quieras", para que el niño se harte y lo acabe en cierto modo aborreciendo.
Una muestra de psicología inversa en vídeo
Este vídeo me encanta porque muestra cómo funcionamos los humanos en general y cuán equivocados están aquellos que aconsejan limitar tal o cual comida para que el niño coma menos. Se trata de un extracto de un documental llamado "Toda la verdad sobre la comida" en el que podemos ver cómo a los niños se les ofrecen dos alimentos que les gusta por igual y que ellos se repartirían de manera más o menos equitativa.
Entonces entra en juego la psicología inversa y se les limita un alimento: "no podéis comer hasta que suene la alarma", que en sus cabecitas significa "es un alimento exclusivo al alcance de pocos... no lo puedes comer". El efecto ya lo sabéis. Los niños acaban queriendo comer pasas y solo pasas, pese a que previamente no existía una preferencia clara.
La conclusión por lo tanto es: si quieres que alguien coma algo, dile que no lo puede comer.
Pero... cuidado con la psicología inversa
Después de muchos ejemplos y de ideas que pueden utilizarse para manejar a nuestro antojo algunos aspectos de nuestros hijos es preciso comentar las posibles desventajas de la psicología inversa, que las hay.
Para empezar, es un método que no siempre funciona, aunque sí muchas veces. El problema es que es un recurso extraño y contrario a nuestros teóricos deseos. Es decir, el niño acaba haciendo lo que queremos que haga, pero él cree que está haciendo lo contrario a lo que queremos que haga. Si después de hacer lo contrario a lo que queremos que haga nos mostramos complacidos generamos confusión, porque lo lógico sería lo contrario, que nos molestara.
Esta confusión aumenta aún más si utilizando la psicología inversa acabamos dando mensajes absurdos o ilógicos como "come todo el chocolate que quieras" o "si quieres mira la televisión toda la tarde". La consecuencia será la que esperamos, que dejen de hacerlo, pero los niños son capaces de grabar nuestras palabras en piedra y siempre recordarán que mamá y papá les aconsejaban de pequeños ver mucha tele y comer mucho chocolate, y quién sabe si cuando sean más mayores no empezarán a ver como bueno aquello que les decíamos antaño.
Concluyendo, se trata de una estrategia que yo sólo utilizaría como último recurso y siempre tratando de ofrecer un mensaje lógico y no repetirlo a menudo. Por ejemplo, ayer os comenté lo de "vale, hijo, no vayas al cole"... si este mensaje se lo doy muchas veces, varios días, mi hijo acabará por entender que lo que realmente quiero es que no vaya al colegio o que, simplemente, me da igual. A veces los niños son capaces de sacrificar sus deseos para satisfacer a los padres y quizás un día mi hijo me diría que "vale, papá, hoy no voy".
En el ejemplo del chocolate, como os he comentado, voto por aumentar la oferta y la disponibilidad (como hacía mi madre, que compraba muchísimos yogures iguales), sin limitarlo, para que coman cuanto quieran pero sin alentarles (no decirles "come tanto como quieras") y siempre ofreciendo nuestra visión ("si comes mucho, quizás te haga daño"), para aplicar la psicología inversa de manera un poco coherente.
Fotos | Mahalie, Viralbus en Flickr En Bebés y más | Cómo funciona la psicología inversa: no leas esta entrada (I), La psicología inversa en la infancia