Síndrome de piernas inquietas en el embarazo: un molesto trastorno que afecta el descanso de la madre

Síndrome de piernas inquietas en el embarazo: un molesto trastorno que afecta el descanso de la madre
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Se calcula que entre el 5-10% de la población mundial padece el 'Síndrome de Piernas Inquietas' o Enfermedad de Willis-Ekbom (SPI-EWE), un trastorno de origen neurológico que se acompaña de molestias en las extremidades, y que a pesar de ser poco conocido genera un impacto muy negativo en la calidad de vida de los pacientes.

Durante el embarazo es una de las molestias más notorias, especialmente en el tercer trimestre, llegando a afectar hasta un 27% de las embarazadas y mermando notablemente su calidad de sueño.

Hemos hablado con el doctor Óscar Larrosa Gonzalo, Neurofisiólogo Clínico, experto en Medicina del Sueño y Coordinador de la Unidad de Medicina del Sueño de MipSalud, sobre este problema durante el embarazo y cómo podemos aliviar los síntomas.

Qué es el 'síndrome de piernas inquietas' y qué síntomas tiene

El Síndrome de Piernas Inquietas o Enfermedad de Willis-Ekbom (SPI-EWE) es un trastorno que afecta al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) que provoca síntomas de tipo sensitivo y motor en las extremidades (sobre todo en las inferiores), y en muchos casos también alteración significativa de la calidad del sueño.

Los pacientes experimentan una necesidad imperiosa de mover las piernas, generalmente acompañada o causada por sensaciones internas, molestas o desagradables. Estas sensaciones empiezan o empeoran en situaciones de reposo o inactividad, y especialmente durante el sueño.

Otros de los síntomas que se describen son:

  • Hormigueo
  • Crepitación
  • Picor
  • Pinchazos, punzadas o sensación de "corriente eléctrica"
  • Nerviosismo interno o desasosiego
  • Sensación indescriptible, como frío-calor interno, "gusanos o arañas", malestar...

A pesar de tratarse de una enfermedad generalmente de curso crónico y con una incidencia significativa entre la población (tanto más, cuanto mayor edad tiene el paciente), el SPI continua siendo poco conocido y diagnosticado.

¿Por qué su incidencia es más alta durante el embarazo?

embarazo

En general, se sabe que la causa de la enfermedad es una alteración del mecanismo de transporte de hierro desde la sangre al sistema nervioso central. El mayor o menor déficit de disponibilidad de hierro en el sistema nervioso central provoca algunas alteraciones en la función de varios neurotransmisores, que se traducen en la aparición de las molestias.

Además, existe una predisposición genética a padecer este síndrome, de manera que si hay familiares de primer grado afectados (siendo más frecuente en la rama materna -abuelos, padres, hermanos...-) el riesgo de padecer la enfermedad es entre seis y siete veces superior.

En estos casos hablamos de 'carga genética alta', y es la responsable de la aparición del SPI durante la infancia y adolescencia. Cuando la carga genética es menor, el SPI aparecerá más tardíamente, aunque puede haber factores desencadenantes que propicien su aparición, como el embarazo.

Entre un 11-27% de embarazadas presenta SPI, con mayor incidencia e intensidad de los síntomas en el tercer trimestre. También existe relación con la multiparidad, de manera que a mayor número de embarazos mayor frecuencia de SPI durante la gestación.

En la mayoría de los casos, las sensaciones asociadas al SPI remiten durante el postparto o a los pocos meses de dar a luz, aunque también hay casos en los que las molestias reaparecen años después. Además, como acabamos de mencionar, en el caso de que la mujer vuelva a quedar embarazada de nuevo, el riesgo de sufrir otra vez SPI se eleva al 30%.

Qué podemos hacer para evitarlo

Aunque a día de hoy no se conoce cómo curar la enfermedad, sí que se pueden adoptar medidas que ayuden a paliar o minimizar los síntomas durante la gestación, con el fin de mejorar el descanso nocturno de la embarazada y, por consiguiente, su calidad de vida:

Además de adoptar este tipo de medidas, el doctor Larrosa recomienda consultar el problema con el médico, pues podría ser necesario controlar otros parámetros como el hierro, la Vitamina D, el ácido fólico y la Vitamina B12, ya que su alteración o carencia no solo agrava los síntomas de SPI, sino que puede conllevar otros importantes riesgos para la salud de la madre y el bebé.

En cuanto al uso de fármacos para paliar los síntomas no suelen estar recomendados, pues algunos podrían tener consecuencias negativas para el bebé. No obstante, si hubiera que recurrir a ellos por un profundo desarreglo en la calidad del sueño de la embarazada, es preferible hacerlo en el tercer trimestre y siempre bajo la supervisión de especialista experto en SPI-EWE.

Fotos | iStock

Agradecimientos | Doctor Larrosa Gonzalo, experto en Medicina del Sueño y Coordinador de Unidad de Medicina del Sueño de MipSalud

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