Que la ciencia y la tecnología avancen suele ser una buena noticia porque permiten que nuestras vidas sean en cierto modo más fáciles y porque nos ayudan a solucionar problemas vitales que de otro modo no tendrían solución. Ahora bien, esto no quita que cada novedad tenga su debate asociado y normalmente surge cuando los avances se aplican allí donde, en principio, parece que no debiera hacerse.
Estoy hablando de los trasplantes de útero, una técnica que permitió hace un año ser madre a una mujer que, de otro modo, nunca lo habría sido. Se le trasplantó un útero, logró un embarazo y así nació el primer bebé gestado en un útero ajeno a la madre.
La investigación en este campo sigue avanzando y ahora el cirujano que hizo posible esa hazaña comenta que los hombres que quieran ser madre también podrán, si se someten a la misma intervención.
La historia de Mats Brännström, un cirujano innovador y polémico
Su nombre en Mats Brännström y tal y como nos cuentan en La Voz de Galicia, en 1999 se hizo famoso por ser el primer cirujano del mundo en trasplantar una mano. A raíz de esa noticia una mujer australiana le comentó si sería posible también trasplantar un útero, pues así podría quizás ser madre alguna vez. La mujer falleció de cáncer poco después y no pudo cumplir su sueño.
Pero Brännström tenía claro que quería conseguir hacerlo realidad y en el año 2013 realizó el primer trasplante de útero. En muchos casos, el útero trasplantado es el de la madre de la mujer, es decir, el de la abuela de los bebés, que es un dato polémico que le parece increíble por dar a luz a sus bebés con el útero en que ellas se gestaron y del que nacieron.
Un año después nacía el primer bebé, pero hay más embarazos fruto de esta intervención. El éxito, eso sí, no está asegurado, pues de 10 intentos, de 10 intervenciones, se ha logrado que las gestaciones lleguen a buen puerto en 4 ocasiones.
Que los hombres podamos ser madres
Ahora siguen trabajando para lograr que la tasa de éxitos sea cada vez mayor, pues es una cirugía muy compleja que llevó a Brännström y su equipo a una investigación de 14 años en que fueron experimentando con animales pequeños, para luego pasar a otros más grandes como cerdos, ovejas y monos. El futuro se vislumbra prometedor para estos profesionales, que en 2016 abrirán un centro de trasplantes de útero en el que ofrecerán sus servicios a todos los ciudadanos de la Unión Europea, servicios que tendrán unos costes de entre 50.000 y 70.000 euros.
Mientras esto sucede, en París hay un nuevo grupo de trabajo que está investigando con la posibilidad de coger el útero de una mujer que quiere hacerse un cambio de sexo y pasar a ser hombre y trasplantarlo a un hombre que, en la misma situación, quiere operarse para ser mujer. Es decir, quieren añadir a la intervención de cambio de sexo de un hombre la posibilidad de trasplantar un útero para que, si lo desea, pueda acabar siendo madre (o a hombres que ya se sometieron con anterioridad a esa intervención).
Calculan que será posible dentro de 5 o 10 años, así que por entonces el debate estará candente por todas las repercusiones de una intervención que será novedosa, pero que bien merece una extensa reflexión ética.
¿Úteros de mujeres vivas? ¿Y no hay rechazo?
Hasta la fecha, todas las intervenciones se han realizado con úteros de mujeres vivas. Por si fuera posible, y para disminuir riesgos, están iniciando también una línea de investigación que permita trabajar con el útero de una mujer donante fallecida (el útero se extrae más rápido y no hay que preocuparse del riesgo de hemorragia de la donante). Además, van a trabajar para disminuir el tiempo de intervención, que ahora es de 12 horas.
En referencia al posible rechazo, Brännström explica que lo tienen en cuenta, que lo detectan rápido, y que juegan con la ventaja de que la paciente consume inmunodepresores durante un tiempo determinado, el tiempo que pasa desde que se le trasplanta hasta que se le extrae de nuevo, porque una vez es madre, una vez cumple con el objetivo, puede volver a extraerse para evitar tener que tomar medicación que, a largo plazo, puede ser peligrosa.
Si el "No somos vasijas" era polémico...
Hace algo más una semana comentamos la campaña "No somos vasijas" en contra de la maternidad subrogada o vientre de alquiler, por eso de utilizar el cuerpo de una mujer para albergar al bebé de terceras personas y monetizarlo de alguna manera, hacer negocio de ello. Si los vientres de alquiler ya generan polémica, no quiero imaginar cuánto debate generará este avance de la ciencia que extrae el útero de una mujer viva para implantarlo temporalmente en otra para poder ser madre. O el útero de una mujer fallecida. O implantarlo en un hombre que se siente mujer y quiere pasar a serlo, incluso para ser madre. ¿Qué pensáis de todo ello?
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