Transformando nuestra casa en un espacio amigable para los niños

Transformando nuestra casa en un espacio amigable para los niños
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Hace unos días hablamos de la casa al preguntaros sobre enseñar al niño a no tocar el jarrón o esconderlo para que no se rompa, y parece que más o menos todos estuvimos de acuerdo en que hay que tratar de buscar el término medio, no dejando la casa sin ninguna decoración, que sería excesivo, pero guardando aquellas cosas que más valoramos para evitar conflictos prevenibles.

Parece claro entonces que, en mayor o menor medida, cuando llegan los niños, tenemos que transformar la casa para que podamos vivir todos, para que ellos tengan espacios para jugar y aprender y para que aprendan también a ser autónomos en su propia casa. Por eso os voy a explicar un poco cómo podemos transformar nuestra casa en un espacio amigable para nuestros hijos.

La seguridad es lo primero

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la casa tiene que ser un lugar seguro, y esto tiene que hacerse cuanto antes para que el niño tenga libertad de actuación. Hace unos días le pregunté a un padre si, con 9 meses, ya se desplazaba por casa, si ya gateaba, si ya iba donde quería. Me respondió que no, porque no la ponían a gatear, no la dejaban en el suelo porque les daba miedo que se hiciera daño con algo. Le respondí que empezaran a pensar en hacerlo, porque si no difícilmente gatearía y, claro, sin dejarla en el suelo, difícilmente caminaría.

Hay padres que para proveerles de un lugar seguro les dejan en un parque. Es una buena opción cuando son bebés, pero en el momento en que saben ya desplazarse, reptando o gateando, tendríamos que sacarles de esa "cárcel" que coarta su libertad de movimientos. Para que puedan salir tenemos que tener los cables recogidos, el suelo medianamente limpio, que son capaces de coger cualquier cosa con sus deditos y llevársela a la boca, los enchufes protegidos, las esquinas de los muebles acolchadas, la televisión bien sujeta para que no se la puedan tirar encima, las cosas rompibles que nos parecen importantes fuera de su alcance y las puertas, si lo vemos importante o interesante, con imán para que queden abiertas y no puedan cerrarlas (menudo drama cuando consiguen cerrar una puerta y ellos están llorando en una habitación, detrás de la puerta, y tú no puedes entrar porque si abres le pillas los dedos de las manos).

Con respecto a los cajones, lo dejo a vuestro criterio. Yo nunca los he cerrado porque ha sido tanta la curiosidad de mis hijos por saber lo que había dentro que les he dejado tocar y retocar, "ahora lo saco, ahora lo meto". Ahora bien, los dedos se los han pillado más de una vez al principio, y luego enseguida han aprendido a poner la manita abierta para cerrarlos. Eso sí, para minimizar riesgos, dentro de los cajones no hemos dejado nunca nada peligroso.

Una vez la casa es segura podemos dejarles campar a sus anchas por todas partes. No quiere decir que no tengamos que vigilarles, que no es así, sino que podemos dejarles un poco de manga ancha para que vayan haciendo dentro de una habitación, mientras les vamos echando un ojo permaneciendo en el mismo sitio (y si tenemos que ir a otro sitio, nos lo llevamos con nosotros y lo dejamos en el suelo).

La habitación de jugar

La duda que tienen muchos padres es si es mejor hacerles una habitación con los juguetes para jugar o si es mejor hacer que todo el piso sea zona de juego. Yo soy de los que ha optado por la primera solución. Todos los juguetes están en una habitación, en la que todos los muebles son infantiles. Los libros están a su altura, los juguetes también, excepto los que utilizan menos, que están en estanterías altas, pero a la vista para que nos los pidan, y aquellos de los que tienen más (superhéroes, playmobil, lego, coches,...) están en cajas y ellos ya saben dónde están. Hablo de mis hijos de 7 y 4 años, claro, así que con ellos no hay problema.

Ahora bien, si os hablo sólo de Guim, que tiene 17 meses, todos sus juguetes están en las zonas más bajas y todos están a la vista, porque en el momento en que le guardemos uno en una caja dejará de existir para él. Sus cuentos, obviamente, también están en las estanterías más bajas. Así el se acerca a los cuentos o los juguetes y coge el que más le interesa en cada momento.

Hay quien sugiere que toda la casa sea un poco un lugar donde jugar. Estoy de acuerdo. De hecho en el comedor tenemos un coche en el que se monta Guim y una mesa de actividades. Sin embargo, a pesar de que pueden jugar con todo en toda la casa, nosotros preferimos que la estación base de los juguetes sea la habitación, más que nada por que, estén más o menos recogidos (que no siempre quedan recogidos), sabemos que todos que están ahí, los padres, que evitamos sentarnos sobre ellos o pisarlos con los pies descalzos (piezas de Lego, cuánto dolor provocáis), y los niños, que así no se vuelven locos intentando adivinar dónde dejaron tal o cual muñeco.

Esto no quiere decir que por poder jugar en toda la casa puedan jugar con todo lo de casa. Obviamente las normas en casa deben seguir existiendo y nuestros hijos tienen que poder hacer lo que creamos que pueden hacer y tienen que respetar las normas que nos gustan que respeten. En mi casa, por ejemplo, pueden saltar en el sofá si quieren. Otros padres prefieren que no lo hagan, pues tendrán que establecer esa norma: "podéis jugar en el comedor, podéis traer vuestros juguetes, pero no podéis saltar en el sofá". Es decir, el hecho de que puedan jugar en otros sitios de la casa donde conviven con los juguetes nuestras cosas y otros elementos decorativos puede ser útil para poder explicar lo del jarrón. Podéis jugar, pero tenéis que respetar lo que ahí hay, no puede ser que por dejaros jugar en todas partes empiecen a romperse cosas.

A recoger

Como digo, por la noche, o antes de irnos a algún sitio, o cuando vemos que todo está demasiado desordenado, los juguetes tienen que volver a su sitio. Para que vuelvan a su sitio tienen que tenerlo. Puede ser una estantería, una caja, un baúl, un rincón en el suelo, un cajón. Como hemos dicho lo ideal es que los juguetes estén siempre a la vista, como llamando al niño para que lo coja y juegue con él, pero como no siempre puede ser (en mi casa, con 3 niños de diferentes edades, no todos juegan a lo mismo), debemos encontrarles un sitio a todos ellos, y tiene que ser siempre el mismo. De ese modo nosotros sabremos recoger y ellos sabrán también dejar las cosas en su sitio, y sabrán, además, dónde encontrarlas cuando las necesiten.

Mis hijos mediano y mayor recogen sin problemas sus juguetes... bueno, el mayor lo hace más que el mediano, porque es más responsable. El pequeño, no recoge absolutamente nada, claro. Todo depende de la edad y de la motivación, así que para que recojan lo ideal es que para ellos no sea un rollo. Una canción que les anime a hacerlo o una historia en plan "se van a dormir", "están buscando su casa y no la encuentran, preocupados" puede ayudar, aunque ya digo, tampoco hay que emperrarse en ello. Si recogen bien, si no ya lo harán cuando crezcan (el pequeño no recoge nada, el mediano un poco y el mayor lo recoge todo).

Promoviendo la autonomía en las cosas cotidianas

La casa amigable para niños

Dejando un poco de lado los juguetes nos queda el hecho de transformar la casa para que nuestros hijos sean más autónomos en ella, para que aprendan a valerse por sí mismos. No siempre es posible hacerlo, pero en la medida de lo posible debemos crear una subcasa más pequeñita en la que todo esté a su altura.

En la habitación de jugar tienen mesas bajitas con sillas enanas, para ellos. Tienen los vasos de plástico en los estantes bajos de un armario de la cocina, y el agua está también baja, para que puedan cogerla cuando quieran y para que se la sirvan, y si aún no se la saben servir, tienen botellitas pequeñas a su alcance. El papel de cocina está en un armario de abajo, para que limpien en caso de que se les caiga algo.

La basura accesible, los cepillos de dientes a mano, un banquito para subir al WC, el bidé ellos no lo usan, pero muchos niños lo tienen como su lavabo, con los cepillos de dientes a un lado para lavárselos después de comer y para lavarse las manos, los cuentos y libros, como he dicho, a la vista, a su altura, para que puedan cogerlos en cualquier momento. La ropa está también en los estantes de abajo de un armario, para que cojan lo que se quieren poner, y los pijamas en un cajón a su altura, para que lo abran y puedan coger sus pijamas por la noche.

Ellos aprenden por imitación, y con vernos hacer algo tienen suficiente para querer intentarlo. Si tienen las cosas a su altura, si son accesibles, antes lo intentarán y antes lo harán solos. De este modo se harán autónomos casi sin quererlo y de este modo podrán convivir con nosotros en el mismo piso en que antes sólo había una pareja, pero adaptado para ellos.

Fotos | Vanessa, Neeta Lind en Flickr En Bebés y más | El suelo, el mejor espacio de juegos para el bebé, Precauciones a tomar cuando empiezan a gatear, Decorando la habitación del bebé en tiempos de crisis, La televisión en la habitación de los niños, ¿sí o no?

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