El verano es una época ideal para que los niños experimenten juegos con agua y arena. El agua no sólo refresca sino que estimula sus sentidos.
No conozco un niño al que no le encante jugar con agua, desde saltar en un charco hasta meter la mano en un barreño, salpicar, mojarse la cabeza, jugar con cubos… la experiencia de jugar con agua no es solamente un divertimento sino que se convierte en un aprendizaje.
Los niños de aproximadamente 10 meses en adelante comienzan a sentir gran atracción por explorar los elementos del mundo que les rodea, y entre ellos se encuentra el agua y por supuesto si los llevamos a la playa (o a un arenero), también la arena.
Descubrir la temperatura del agua, las gotas, comprobar qué cosas flotan y cuáles no en un cubo de agua, llenar y vaciar, hacer trasvases de un recipiente a otro… cosas que pueden pasar desapercibidas para nosotros son todo un descubrimiento para los pequeños.
Lo mismo con la arena, llenar cubos y vaciarlos, sentir la temperatura de la arena al sol y a la sombra, comprobar la textura de la arena seca y qué pasa cuando la mojamos, cómo se deshacen las figuras de arena en la orilla del mar… eso también es aprendizaje.
Permitirles jugar con agua y arena les abre todo un mundo de posibilidades que les motivan a explorar, a aprender cuestiones básicas de causa y efecto y a resolver pequeños problemas.
Por eso, aprovechando el verano y siempre con mucha precaución cuando se trata de agua (recordad que unos pocos centímetros pueden ser peligrosos) y cuidando que no se coma toda la arena de la playa, pongamos a su disposición palas, cubos, rastrillos y moldes. Se lo pasarán genial a la vez que estarán aprendiendo.
Foto | © PhotoXpress.com, reproducida con autorización En Bebés y más | Mesa de arena y agua, Experimentos con agua