Este pasado puente estuvimos de viaje familiar en Lisboa. Todo había transcurrido estupendamente hasta que, en la parada del autobús hacia el aeropuerto de Lisboa, cuando ya regresábamos, me dio un vuelco el corazón: no recordaba haber guardado en la maleta el peluche de mi hija mayor, su primer regalo que le ha acompañado en sus sueños desde que nació.
Estábamos a tan solo dos minutos del hotel, pero cuando el tiempo apremia y las dudas también, y el autobús llega en tan solo 4 minutos... ¿qué hacer? Confiar en que de un modo u otro el muñeco, el pulpo, ha llegado a la maleta o a alguna de las bolsas que llevamos.
Llegamos al aeropuerto, los temores crecen, empezamos a hablar del tema sin que nos oiga mi hija, que no se dé cuenta, qué vamos a hacer si no está, siempre pide el pulpo para dormir...
En las esperas del siguiente aeropuerto repaso las fotos que he hecho en las habitaciones del hotel antes de salir. En la camita pequeña se adivina un bulto entre las sábanas... ¡ay, quién me mandaría a mí no levantar las sábanas de las camas para una última revisión! ¿O sí que lo hice? ¿No se habrá caído el pulpo entre el pequeño hueco de la cama y la pared? ¿Por qué no habré revisado el suelo bajo la cama?
Lo primero que hacemos al llegar a casa es revisar la maleta y todas las bolsas de arriba a abajo. Espero oír por algún lado el leve sonido de sonajero que hace el pulpo. Nada. El pulpo se ha quedado en Lisboa.
Se inicia el desesperado proceso de localización del peluche
Llamada al hotel, allí aún son las 11 de la noche. No tienen nada recuperado de la habitación 706, o al menos es lo que me parece entender entre la mezclade portugués, castellano (no entendían lo que era "muñeco" ni "juguete") e inglés. Quedamos en que mando un mail y llamo al día siguiente por la mañana para ver si la señora de la limpieza sabe algo.
Envío un mail con la foto del muñeco (sí, aparece en nuestros álbumes desde que nació mi hija mayor) y explicando el gran valor sentimental que tiene este muñeco para nosotros. Explicándoles dónde creo que puede estar el pulpo y dándoles todas las opciones posibles para que, si lo localizan, me sea enviado con la menor molestia posible por su parte.
Al día siguiente me parece entender que sí tienen el pulpo en recepción, pero que como es festivo me lo enviarán por correo al día siguiente. ¡Imaginad qué alegría!
¿Quién echa más de menos al muñeco?
Pero y Mar, ¿nos ha pedido el muñeco para dormir? Porque mientras tanto, esa primera noche recién llegados de Lisboa, la hemos acostado, dándole otro de los peluches abrazables que tenemos por casa. No ha dicho nada del pulpo y ha dormido tan campante. ¡Menos mal! Tal vez mañana esté más descansada y nos lo pida, así que será mejor que no hablemos del pulpo delante de ella. Lo denominaremos a partir de ahora "Esa cosita que se nos ha quedado en Lisboa".
Han pasado dos días más, con sus siestas y sus noches, y Mar no ha preguntado por el pulpo. Sin embargo, yo ya he autorizado el pago del envío por correo del muñeco. Aún no me lo han cargado ni han contestado a mi último mail, y eso me mantiene en vilo, pero como digo parece que el pulpo está localizado.
Parece mentira lo que puede llegar a significar un objeto para los padres. Llamadme sensiblona, pero tuve que aguantar las lágrimas al ver que el pulpo se había quedado en el hotel. Era como si se me perdiera la primera ropita que han llevado mis hijas. Insustituible.
Aunque parece que Mar no lo ha notado, al menos de momento, ni siquiera lo ha mencionado. Me parece que ya sé quiénes somos los responsables de crear el efecto-objeto-transicional...
Con lo que han costado las llamadas a Portugal más los gastos de envío podría haber comprado diez pulpos (que por si acaso también he buscado por Internet, sin encontrar el mismo modelo...). Pero no serían EL pulpo. Aún no ha llegado, y hasta que no lo haga no dormiré tranquila al oír el sonajero del pulpo moverse junto a mi hija mayor... ¿Será el objeto transicional que me une a mí a ella mientras duerme?
En Bebés y más | ¿Qué harías si se perdiera el peluche de tu bebé?, El objeto transicional