Recuerdo que el día que supe que iba a ser padre por primera vez recibí la noticia con alegría y me sentí confundido porque Miriam también estaba muy contenta, pero a la vez muy preocupada. Me confesó que tenía mucho miedo al parto y que no sabía si iba a ser capaz de dar a luz. Una amiga me dijo algo parecido una vez: "a mí que me duerman y me lo saquen, y que me despierten cuando ya haya acabado todo".
Ambas situaciones se produjeron por el miedo a que pudiera pasar algo malo, miedo que nace de historias que alguien ha contado de partos terribles, de historias con finales infelices e incluso de experiencias propias de dolor y sufrimiento que hacen pensar eso de "pues si esto me ha dolido, no quiero imaginar cómo será el parto". Es lícito tener miedo, es lógico que haya mujeres que lo tengan, pero puede ser contraproducente y ahora hablaremos de ello: por qué una mujer no debería ir a dar a luz con miedo.
El miedo puede ser paralizante
Como he dicho es lícito que una mujer sienta miedo por el parto, igual que hay personas que tienen miedo a las agujas, a los perros, a las arañas o que no soportan ver la sangre. Es algo psicológico, es algo que supera nuestro raciocinio en muchas ocasiones y que puede llegar a superarse. Ahora bien, ¿es racional el miedo que se tiene al parto, o es irracional? Un miedo racional es aquel que tiene razón de ser. Si veo que mi hijo se acerca a una ventana abierta con la intención de asomarse sentiré rápidamente miedo, miedo de que se caiga, miedo de que le pase algo, y estaré hablando de un miedo racional. Un miedo irracional es aquel que no tiene demasiado sentido, algo así como sentir miedo porque mi hijo se aleja dos metros de mí en una zona donde no hay peligro alrededor, o sentir miedo porque una pequeña araña se acerca hacia mí, cuando es imposible que me haga nada.
Comentado esto el miedo a dar a luz puede ser racional, si una mujer ha tenido un parto previo traumático, si ha visto partos terribles, si en las ecografías le están diciendo que podría haber algún problema o si le han contado historias para no dormir, o incluso racional si está dando a luz y ve que el parto se está dilatando demasiado en el tiempo, si los profesionales empiezan a correr y si empiezan a comentar cosas entre ellos, pero también puede ser irracional, si se autoconvence de que el parto va a salir mal y todo se va torcer cuando es un embarazo normal y no hay ningún dato que sugiera que vaya a haber algún problema.
Todo esto para explicar que hay dos maneras diferentes de sentir miedo, si es que el miedo puede clasificarse, que ese miedo será paralizante sea cual sea el orígen y que puede ser más fácil trabajar sobre las mujeres que tienen miedo irracional que sobre las otras, porque se les puede ayudar a hacer racional algo que no lo es.
Paralizante hasta el punto de hacer que un parto vaya mal
El problema es que el miedo, provenga de donde provenga, bloquea. Crea una preocupación, un darle vueltas al tema, un malestar continuo cuando se piensa en ello que acaba afectando a todo el cuerpo. Por esta razón, cuando una mujer tiene que dar a luz lo último que tiene que sentir es miedo, porque entonces el parto podría ir mal (y ahora acabo de infundir el miedo a tener miedo durante el parto... bien por mí).
Digamos que cuando sentimos miedo no podemos dejar que nuestro cuerpo haga otras cosas más corporales como dar a luz, como hemos comentado, como disfrutar de las relaciones sexuales, etc. No se puede porque son situaciones y momentos en los que la mente debe desconectarse para dejar fluir al cuerpo.
Uno no puede estar haciendo el amor con su pareja pensando que al día siguiente tiene no sé qué obligaciones y una mujer no puede ir a dar a luz pensando que algo puede ir mal, que el médico le ha mirado con cara de preocupación o que no va a ser capaz de parir, por poner algunos ejemplos.
No puede, porque para que un parto vaya bien el cuerpo de la mujer debe empezar a segregar algunas hormonas como la noradrenalina, responsable del reflejo de eyección fetal (y también responsable del reflejo de eyaculación y orgasmo) y la oxitocina, que es la directora del parto. Ambas hormonas pueden verse alteradas, o afectadas, si en el cuerpo hay una presencia elevada de adrenalina, que es la hormona que se activa cuando el cuerpo se pone a la defensiva, es decir, cuando se siente miedo.
Preparándose para el parto
Por eso cualquier mujer que sienta miedo, ya sea racional o irracional, hacia el momento de parir debe tratar de trabajar con esa sensación, ya sea sola, ya sea con ayuda (preferentemente con ayuda, para lograr mejores resultados), para mitigarla cuanto más mejor. Debe hablar con alguien sobre ello, debe explicarlo, debe dar sus razones y debe recibir palabras de entendimiento, palabras sinceras, palabras que sirvan para reconducir esas sensaciones paralizantes y para hacer sentir a la mujer capaz de dar lo mejor de sí, capaz de parir, capaz de hacerlo. Esas palabras pueden venir de algún profesional, pueden venir de su madre o su abuela, o de su misma pareja. Palabras que no caigan en el paternalismo o la minimización del "tranquila, no pasa nada, todo irá bien", sino palabras que verdaderamente puedan dar poder y seguridad.
¿Y qué palabras son esas?
Pues ya os lo podéis imaginar, aquellas que provienen de personas que han tenido partos buenos, partos agradables o partos que fueron difíciles, pero que pudieran acabar bien. Palabras de mujeres que tuvieron malos partos, pero contaron con profesionales que les ayudaron. Palabras que dicen que cada parto es diferente, que se puede tener un primer mal parto pero un segundo buen parto. Palabras de personas que expliquen cómo es en realidad un parto, qué sucede ahí, cómo va a ser todo, qué puede llegar a sentir, que expliquen por qué es importante no andar dando vueltas a las cosas en ese momento, que sugieran el acompañamiento de alguien que aporte la máxima confianza y seguridad, que puede ser la pareja o puede no serlo, que cuenten qué es eso a lo que muchos llaman "planeta parto", ese lugar que sólo una mujer que está de parto conoce, al que debe dejarse ir, sin tratar de evitarlo, para que todo el cuerpo se ponga en marcha a lo que es importante en ese momento y para que de ese modo bloquee los pensamientos, las dudas, las inquietudes las inseguridades y los miedos, antes de que sea todo ello lo que bloquee al cuerpo.
Si esto sucede, si una mujer es capaz de llegar al parto sintiéndose segura, conociendo las posibles eventualidades del parto, con información y con herramientas para ir avanzando sintiendo los diferentes cambios, pensando positivamente en ello (viendo las contracciones, por ejemplo, como oleadas de sensaciones que hacen que el bebé esté más cerca de conocernos) y haciendo lo que en cada momento necesita (cantando, jadeando, gritando, moviéndose o lo que haga falta), el parto irá mejor.
Si además los profesionales que la atienden están preparados para no molestar y actúan de un modo consciente y respetado, explicando lo que van a hacer, sabedores de sus deseos antes de que surjan las preguntas, si hablan en voz baja y si optan por no entorpecer y no actuar a menos que sea necesario, el parto irá mejor o, como mínimo, tendrá las condiciones óptimas para que así sea.
Foto | Big D2112 en Flickr En Bebés y más | Miedo al parto, Tocofobia, miedo irracional al embarazo y al parto, 'Parir sin miedo', un libro recomendable