Bañar a un bebé es algo relativamente fácil. Lo único que debes tener en cuenta es la temperatura del agua, que lo tengas bien cogido para que no se resbale y mojarle un poco por todo el cuerpo para eliminar restos de piel (ya sabéis que los bebés se pelan al nacer), de cremas, de secreciones y de orina o heces.
Esta es la teoría y en la teoría falta algo que no se suele decir pero que muchos padres (sobretodo los primerizos) acabamos por descubrir un buen día: en los pliegues, y sobretodo en el cuello, cabe un ecosistema entero.
Bien, vale, puede que esté exagerando y más ahora que estamos en invierno y los bebés no pasan tanto calor. Pero es que ayer vi en la consulta a un bebé con una marcada línea de "porquería" en el cuello y me acordé del día que descubrí, el pasado verano, una línea similar en el cuello de Guim.
A partir de ese momento, sintiéndome mal por lo descuidado que había sido días atrás en el momento del baño (parte de la culpa creo que fue de sus hermanos mayores, que no guardaban tanta materia en la zona), decidí dedicar cada día, durante el baño, unos segundos a echar hacia atrás su cabecita para darle un ligero repaso a los habitantes de "cuelloarriba".
En el proceso observé que no le hacía demasiada gracia eso de echar la vista hacia arriba, así que a grandes males, grandes remedios, puse unos coloridos juguetes de ventosa en la pared, a su espalda, para que al echar la vista arriba se le fuera, incluso, hacia atrás. Así conseguí tener cada día unos segundos de calma para retirar suciedad de esa parte del cuello que creo que sólo veía la luz en el momento del baño y después al secarle.
Desde entonces suelo comentarlo en la consulta de pediatría y, sinceramente, son varios los cuellos sucios que he visto para horror de sus progenitores.
Foto | Tom & Katrien en Flickr En Bebés y más | Ser papá: el lavado del gato (I) y (II), Cuidados del recién nacido: el baño antes de la caída del cordón umbilical, Cuidados del recién nacido: el baño tras la caída del cordón