Los nidos, concebidos para los huevos y las crías de las aves, sirven para mantenerlos juntos mientras la madre no está. Afortunadamente, cada vez son menos frecuentes los hospitales con nidos, cuneros o nurserys en los que se dejan a los bebés recién nacidos mientras que sus madres permanecen en otra habitación.
Además, se ha comprobado que una vez “institucionalizado” el alojamiento conjunto entre madres y bebés y van desapareciendo los nidos, ellas y el personal sanitario suelen afirmar que prefieren este tipo de cohabitación a la sala nido. El alojamiento conjunto tiene efectos beneficiosos, tanto para la lactancia como para la relación madre-hijo y para el hospital.
El efecto positivo sobre la lactancia puede deberse en parte a que el alojamiento conjunto facilita la lactancia a demanda. Ya hemos comentado ampliamente los efectos de la separación madre-bebé en la lactancia materna. La lactancia a demanda es difícil cuando el bebé está en los nidos, mientras que la restricción de las mamadas es difícil en el alojamiento conjunto.
En hospitales con alojamiento conjunto se ha demostrado que determinadas enfermedades como la diarrea, la otitis media, la sepsis neonatal y la meningitis disminuyeron, tanto en los recién nacidos a término como en los de bajo peso, así como la mortalidad por infecciones.
También se detecta que el consumo de leche artificial en polvo desciende en estos centros hospitalarios, y que la estancia media en el hospital se reduce hasta en más de dos días para las madres y los bebés que han estado juntos en la misma habitación.
Los recién nacidos lloran más en nido
Además, según la Declaración conjunta de la OMS y UNICEF sobre los “Diez pasos para una feliz lactancia materna” los recién nacidos en los nidos, lloran más, y sus cuidadores no responden tan a menudo como las madres que están en la misma habitación.
Esto es totalmente lógico, no solo porque quién mejor que la madre, el padre o la familia del bebé para atenderle en el momento. Siempre será mejor a que lo haga un desconocido sin ningún tipo de vínculo con el bebé, que además tiene otros diez, quince o veinte niños para atender en la misma sala al mismo tiempo.
Además, el nido se convierte en la antítesis del entorno acogedor que deseamos y desea cualquier bebé recién nacido: lejos del contacto humano y en un entorno ruidoso de llantos que, además, se contagian.
No es extraño que ese ruido que para ellos resulta atronador (si a nosotros ya nos lo parece a menudo, qué será para alguien que proviene del útero materno) les dé miedo y respondan con el mismo llanto. Entre los factores que ayudan a recibir al bebé en un entorno acogedor se encuentra esa compañía y proximidad materna, junto a un ambiente silencioso.
Los argumentos habitualmente aducidos para no practicar el alojamiento conjunto en la misma habitación, como la posible interferencia con el sueño de la madre, no parecen ser válidos según estudios recogidos por la OMS.
No obstante todo lo dicho, siempre habrá que considerar situaciones especiales, pues cada caso particular es un mundo, como madres cuyo estado de salud no les permita hacerse cargo del bebé y no tengan otra ayuda familiar.
Pero en general, los recién nacidos, amamantados o no, deberían permanecer en la habitación con sus madres las 24 horas de día. Las ventajas para la madre y para el bebé son múltiples y evidentes, pero tan solo para evitar que los pequeños lloren más en el nido, como se ha demostrado que sucede, creo que vale la pena.
Foto | Herkie en Flickr-CC En Bebés y más | El recién nacido, ¿en la habitación o en el nido?, La importancia del contacto precoz, ¿Qué es un hospital amigo de los niños?, ¿Cómo elegiría nacer un bebé?