El papel del padre en las primeras semanas de vida del bebé
Afortunadamente los tiempos han cambiado y hemos comprobado de sobra que el papel del padre en la crianza es muy importante tanto para la madre como para el bebé desde el minuto uno. Para fortuna de todos, atrás quedaron los tiempos en los que él era un mero espectador (y a veces ni eso), en las intensas y difíciles primeras semanas de su hijo.
Ser el soporte emocional de la madre debería ser el primer papel del padre
Cuando tenemos un bebé (y de hecho antes de que nace), sufrimos una revolución emocional. Aunque en gran parte se debe al ajuste hormonal que experimentamos una vez nace el bebé, también tiene que ver con la gran responsabilidad que vemos ante nuestros ojos.
Creo firmemente que esas sensaciones las puede experimentar el padre cuando está muy implicado. La vida también les cambia (y hasta su cerebro), y cuando se involucra profundamente en el cuidado de su bebé cuando tanto este como la madre están en un momento de tanta vulnerabilidad, es capaz de empatizar plenamente con el proceso que sufrimos las mujeres.
Nosotras les necesitamos porque su apoyo es fundamental para crear equipo. No hay otra persona en el mundo que pueda brindarnos esa fuerza que necesitamos más que nuestra pareja, ya sea a través de un vaso con agua cuando estamos dando el pecho, tomando la iniciativa de dar un paseo al bebé para que podamos dormir un rato más (porque el descanso en el postparto es fundamental para nuestra recuperación), o abrazándonos por sorpresa cuando tenemos cara de zombie y un moño deshecho tras una larga noche de despertares, teta y pañales.
Cuidar al bebé es responsabilidad de ambos
No hay mejor forma de valorar el trabajo que supone tener un bebé, que vivirlo en nuestras propias carnes. En el caso de que tenga lactancia materna exclusiva, claramente ese siempre será trabajo de la madre. El resto, absolutamente todo, es responsabilidad de los dos.
Si muchas de nosotras idealizamos la maternidad (especialmente cuando el bebé está recién nacido), seguramente no sean pocos los hombres que, ad portas de estrenarse en la paternidad, crean que el bebé solo come y duerme. Esa carrera de fondo que suponen los primeros días, en las que los dos experimentamos lo que en realidad es -porque aquí estamos aprendiendo ambos, desde sacar gases hasta curar un ombligo- será determinante en el significado que tenga a largo plazo su nuevo título.
Los quehaceres de casa: los antiguos y los nuevos
La llegada de un bebé multiplica el trabajo (dicen que por dos, pero yo siempre sentí que ese número se quedaba corto), así que, en caso de que no se pueda contar con más ayuda, el nuevo papá también debe asumir gran parte de estas labores, y durante los primeros días, la mayoría.
Además de recoger, encargarse de la compra, de las comidas y todo lo que ya sabemos que necesita una casa (que obviamente muchos hombres conocen a la perfección porque se encargan de eso desde siempre), hay otras labores que surgen de repente como gestionar visitas y cuidar de la madre como nunca antes tuvo que hacerlo. También es trabajo y por cierto, bastante agotador.
En conclusión, durante las primeras semanas del bebé, nuestra pareja es el bastión perfecto en el que apoyarnos, porque aunque también tenga dudas, miedos e inseguridades, nos puede dar una visión más tranquila y práctica de cualquier situación, desde como bañarle -lo digo por experiencia propia-, hasta como reorganizar la rutina para que las cosas en casa puedan fluir de mejor manera.
Creo que con este cambio en el rol que tienen actualmente los padres, todos hemos salido ganando: el bebé, porque el amor de su padre, su presencia y sus cuidados jugarán un papel importantísimo en su desarrollo. Nosotras, porque nos sentimos más seguras y respaldadas y por supuesto ellos: la experiencia y esa conexión que surge en los primeros días de su vida con su hijo, será un regalo de vida que le acompañará para siempre.
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Imagen | whatwolf