Después de haber estado nueve meses dentro del vientre materno, el contacto precoz entre la madre y el recién nacido es fundamental. En las horas posteriores el parto se produce una impronta entre ambos, favoreciendo el vínculo afectivo y la instauración de la lactancia materna.
Un bebé que acaba de nacer debe estar junto a su madre, porque además de ser beneficioso para la creación de ese vínculo, según han podido observar investigadores de la Universidad de Yale, separarse de su madre estresa al recién nacido.
El ser humano es el único mamífero que experimenta la separación materno-filial, por tanto los autores del estudio han querido conocer el impacto fisiológico que esto produce en el recién nacido.
Los investigadores midieron el ritmo cardiaco en los bebés durante sus dos primeros días de vida, distinguiendo entre aquellos que estaban cada hora junto a su madre y quienes permanecían más tiempo en la cuna.
Encontraron que la actividad autónoma neonatal fue un 176 por ciento más alta y el sueño tranquilo un 86 por ciento más bajo durante la separación materna, en comparación con aquellos que estaban más tiempo en contacto de su madre.
Esto sugiere que estar separado de su madre, ya sea en una incubadora por haber nacido prematuro, o en una cuna mientras la madre se recupera, es fisiológicamente estresante para el bebé, cosa que no sucede cuando está en contacto piel con piel con su madre, donde se siente más tranquilo, seguro y protegido.
El contacto físico entre la madre y su hijo es muy importante en los primeros momentos de la vida del bebé. La no-separación en las horas posteriores al parto no sólo repercute de forma positiva en la lactancia materna, sino que es esencial para el establecimiento del vínculo afectivo entre ambos. Así que, que no os separen.
Vía | Telecinco
Foto | www.photographybyjoelle.com en Flickr
Más información | Biological Psychiatry
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