Los antibióticos son medicamentos muy poderosos que con frecuencia son mal utilizados por los padres por desconocimiento. No deben administrarse para curar enfermedades a la ligera pues puede llegar ser peor la cura que la enfermedad. Veamos entonces en qué casos son útiles lo antibióticos y en cuáles no.
Los antibióticos son sustancias medicinales que sirven para combatir a un tipo de microbios llamados bacterias, que colaboran con las defensas naturales del cuerpo para eliminar e impedir que se reproduzcan. Proviene del griego anti: contra y bios: vida.
Por lo tanto, los antibióticos están recomendados sólo para curar infecciones causadas por bacterias sensibles al antibiótico, es decir que pueden ser atacadas por él. Siempre es el pediatra quien debe determinar la causa de la infección e indicar el tratamiento más adecuado.
Al ser medicamentos para curar infecciones de origen bacteriano, cualquier infección producida por un virus como la mayoría de las infecciones de las vías respiratorias superiores, por ejemplo, catarro, gripe, bronquitis aguda, o la mayoría de los dolores de garganta no se curan con antibióticos. En estos casos son totalmente ineficaces.
En cambio, si son útiles para enfermedades producidas por infecciones de origen bacteriano, como por ejemplo la amigdalitis, la faringitis bacteriana o algunas infecciones de oído (no todas).
El problema de administrar antibióticos indiscriminadamente, cuando no son realmente necesarios, es que pueden provocar efectos no deseados, causando futuras infecciones resistentes a esos medicamentos.
Cuando los antibióticos ya no pueden curar las infecciones bacterianas se producen nuevos gérmenes resistentes a los medicamentos, conocidos como superbacterias, las cuales son mucho más virulentas y aumentan los riesgos de los pacientes.
La resistencia a los antibióticos es motivo de gran preocupación para los expertos en medicina y se considera una de las amenazas de salud pública más importantes a nivel mundial.
Los antibióticos tienen importantes efectos adversos, pueden llegar a ser peores que la enfermedad, por tanto es fundamental saber en qué casos son útiles los antibióticos y cuando no se deben usar.
Nunca administrar al niño un antibiótico si no ha sido prescrito por el médico, y en el caso de que lo necesite es muy importante respetar las dosis, el tiempo de tratamiento, y no utilizar antibióticos que le hayan sido recetados en otra ocasión o a otra persona.
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