Si el pene de los niños es mejor no tocarlo, ¿qué hacer cuando las niñas tienen sinequia de labios menores?
Hace unos días os dimos un aviso para todas las madres y todos los padres: hay que evitar que las pediatras intenten solucionar la fimosis de los niños en la consulta, bajándoles la piel de manera brusca, porque el remedio es peor que la enfermedad, que en ese caso ni siquiera es algo a solucionar porque lo normal es que la piel del prepucio no pueda bajar hasta que el niño tiene varios años de edad.
Pues bien, si hablamos de niñas, hay una condición similar, la sinequia de labios menores (los labios menores se pegan entre sí), que sucede a algunas niñas cuando son pequeñas y que muchas veces se soluciona en la consulta. Si son pequeñas no suelen quejarse demasiado, pero si son más mayores sufren y lloran y algunas tratan de evitar en posteriores visitas que nadie le mire ni le toque su vulva. Así que aquí la duda es: ¿hay que solucionar las sinequias en cuanto se ven? ¿Es mejor que lo solucione la cirujana? ¿Puede optarse por no hacer nada?
¿Qué es una sinequia vulvar?
Lo primero, para que sepáis de qué estoy hablando, es explicar qué es una sinequia vulvar o sinequia de labios menores. Se trata de una fusión de los labios menores o de una parte de ellos. Está considerado como uno de los problemas ginecológicos más frecuentes en las niñas antes de la pubertad y se estima que cerca del 3,3% de las niñas de entre 13 y 23 meses lo padecen.
A diferencia de la fimosis fisiológica de los niños, que nacen con ella, la sinequia sucede más adelante: no es una malformación congénita ni un evento normal al nacimiento. Sucede después y las causas son diversas y no están del todo claras. Por un lado, la baja producción de hormonas femeninas (estrógenos) la promueven. Por otro lado, las dermatitis del pañal, si hay irritación, y el uso de toallitas ayudan también. No es que las sinequias se produzcan por usar toallitas, pero el hecho de utilizarlas en vez de agua y jabón hace que las secreciones y los restos no acaben de irse de la zona (la toallita limpia, pero también arrastra y a veces no de manera suficiente), actuando de “pegamento”.
¿Cómo tratarlas?
Y aquí llega el tema, que dependerá de los síntomas, como sucede con la fimosis. Si un niño no tiene problemas por tener la piel del glande adherida al mismo, es mejor no hacer nada. En caso de que le provoque infecciones o problemas al orinar, entonces sí hay que buscar una solución.
En las niñas sucede lo mismo. Lo más frecuente es que las niñas no tengan síntomas. De hecho, la mayoría de padres se dan cuenta de que sus hijas tienen adherencias porque la pediatra o el enfermero se las ve. Sin embargo, algunas sí pueden sufrir irritaciones vaginales, infecciones vaginales o infecciones de orina de repetición. En los casos más graves (y a la vez más raros) pueden darse síntomas como incontinencia o retención urinaria.
Pues bien, el tratamiento dependerá de esto. En principio, si no hay síntomas, si la sinequia aparece sin signos de alarma y se descubre por casualidad se puede esperar porque normalmente se resuelven solas a partir de la adrenarquia (cuando las niñas empiezan a tener más hormonas femeninas hacia los 6-8 años) y hasta la pubertad. Esta es la recomendación de un estudio publicado en abril de este año en la revista Journal of Pediatric and Adolescent Gynecology, que añade que en tal caso los padres deben tener en cuenta lo importante de mantener una higiene correcta.
Una segunda opción es la de separar los labios menores de manera manual. Esto es lo que se suele hacer en la consulta de la pediatra, después de aplicar crema anestésica (o no). Ya sea haciendo maniobras con las manos (estirando poco a poco de cada lado), ya sea con la punta de un termómetro o con otra herramienta que tenga la punta roma, se consiguen separar los labios menores y resolver la sinequia. El problema es que a veces, como digo, las niñas lo pasan mal, y que se solucione una vez no es garantía de que no vaya a volver a pasar.
Hay más opciones, más conservadoras, que pasan por la aplicación de una crema con estrógenos o corticoides. En el caso de los estrógenos es un tratamiento que funciona pero que parece tener menos efecto cuando las niñas tienen ya 36 meses y cuando las adherencias son densas o fibrosas. Como efectos secundarios, la aplicación local de hormonas puede provocar un aumento de desarrollo mamario y aumento de la pigmentación de la vulva, aunque no son síntomas que se den con frecuencia y además desaparecen al retirar el tratamiento. El problema en este caso es que cuando la crema deja de aplicarse las adherencias pueden volver a aparecer, haciendo necesarios nuevos ciclos de tratamiento o bien hacer uso de tratamientos más agresivos como la separación manual o la separación quirúrgica.
En cuanto a la pomada de corticoides, como se utiliza con los niños para solucionar la fimosis, un estudio publicado en 2014 comparó el tratamiento con estrógenos con una mezcla de cortisona y vaselina, y en él se vio que con la crema de estrógenos se logró resolver el 80% de las sinequias en las niñas tratadas de este modo, mientras que con la mezcla de coricoides y vaselina se resolvieron el 89,4%. Otro estudio, en cambio, no halló diferencias al tratar las sinequias con estrógenos, con una mezcla de estrógenos y corticoides o con una crema de corticoides sola. De esto se deduce que la crema de corticoides es una alternativa totalmente válida, sin los efectos secundarios de la crema de estrógenos, que puede emplearse en caso de querer tratar de solucionar una sinequia sin dolor.
La última opción es la separación quirúrgica. Se realiza con anestesia y es el método de elección si no se separa por sí sola en la pubertad o si la sinequia provoca síntomas (infecciones, molestias al orinar) y la crema no ha funcionado. Hay riesgo de que los labios vuelvan a juntarse y por eso es importante la higiene y el uso de vaselina en la zona después del baño.
Por eso, por el riesgo de que vuelva a cerrarse en todos los casos de separación, lo ideal y más recomendable parece ser no hacer nada a menos que haya síntomas.
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