¿Has notado cambios importantes en el estado de ánimo de tu hijo? ¿Tiene cambios extremos de comportamiento? ¿A veces se entusiasma demasiado y en otras ocasiones se pone muy triste? Pueden ser síntomas de trastorno bipolar, antes conocido como enfermedad maníaco-depresiva, que se diagnostica sobre todo a partir de la adolescencia, pero que puede afectar a niños de cualquier edad.
Al igual que en los adultos, este trastorno puede provocar hiperactividad o euforia (manía) para luego caer en una depresión grave. El problema está en que en la infancia estos comportamientos pueden confundirse con actitudes propias de la edad. Por eso es importante aprender a distinguir los síntomas para tratarlos cuanto antes.
En qué consiste el trastorno bipolar
Los altibajos emocionales y la conducta rebelde son normales en niños y adolescentes. En la mayoría de los casos no son señal de un problema de salud mental que requiera tratamiento, porque es normal sentirse triste, irritable, enfadado, muy activo o "respondón" en algunos momentos. Sin embargo, si el menor tiene síntomas fuertes, muy persistentes y que provocan problemas en el colegio o de relaciones, es importante valorarlo, porque puede ser algo más que una fase: podría sufrir trastorno bipolar.
Según explican desde la Asociación Bipolar de Madrid, se trata de "una enfermedad que aparece debido a una alteración en el funcionamiento de las estructuras cerebrales encargadas de regular el estado de ánimo".
"Generalmente si el estado de ánimo de la persona sufre algún cambio motivado o no por agentes externos, es capaz de forma natural de autoregularse, pero en el trastorno bipolar los mecanismos del cerebro no son capaces de regular estos cambios manteniéndose el estado de ánimo alto y dando lugar a un episodio de manía o hipomanía, o manteniendo el estado de ánimo bajo y dando lugar a un episodio depresivo".
Es importante diagnosticar esta enfermedad cuanto antes para que reciba tratamiento, ya que puede provocar problemas de aprendizaje o impedir que se relacione bien con otros niños y familiares. Incluso algunos llegan a intentar hacerse daño o suicidarse. Aunque no tiene cura, con ayuda estos niños pueden llevar una vida totalmente normal.
El trastorno bipolar es considerado la sexta causa de discapacidad en el mundo. Concretamentente, según cifras de la Fundación Mundo Bipolar, afecta a un 1,6 % de la población mundial. En España la padecen más de un millón de personas y, sin embargo, sigue siendo una patología desconocida asociada a un alto estigma social.
Síntomas del trastorno bipolar
Un niño que sufre esta enfermedad pasa por episodios maníacos, depresivos o una mezcla de ambos. Suelen estar presentes la mayor parte del día durante la semana o las dos que dura la crisis y, a veces, incluso más. Entre estos episodios, vuelven a su conducta y humor habituales.
Te darán pistas de la necesidad de consultar con un especialista si muestra estos síntomas de manía:
Conducta hiperactiva, impulsiva, agresiva o socialmente inadecuada.
Insomnio o reducción significativa de la necesidad de dormir, sin que se sienta cansado.
Habla muy rápido sobre muchas cosas distintas.
Tiene problemas para concentrarse.
Visión exagerada y pomposa de sus propias capacidades, que le lleva a realizar cosas peligrosas.
Son señales de depresión, actitudes como:
Ponerse muy triste sin motivo aparente.
Quejarse mucho de dolores de estómago y cabeza, por ejemplo.
Sentirse culpable o inútil sin explicación.
Comer muy poco o demasiado.
Mostrar poca energía falta de interés en las actividades divertidas.
Confiesa pensar en la muerte o el suicidio.
Además, el trastono bipolar puede convivir con otros problemas como trastornos de ansiedad por separación, la inclinación a caer en el abuso de alcohol o drogas, y el trastorno de déficit de atención y hiperactividad (TDAH).
Causas del trastorno bipolar
Como en la mayoría de los trastornos mentales, no se puede señalar una causa única y conocida, aunque parece que tiene:
Origen genético. El trastorno bipolar suele presentarse en miembros de una misma familia. Sin embargo, que el padre (por ejemplo) sufra esta enfermedad, no implica que sus hijos vayan a desarrollarla en el futuro.
Alteración de la estructura del cerebro o la función cerebral. Los científicos están estudiando esta posibilidad, lo que podría ayudar a prevenirla.
Proceso de sensibilización (activación). Se sugiere que los primeros episodios de la enfermedad son inducidos o “desencadenados” por un cambio importante o un acontecimiento estresante, pero que cada episodio ocasiona cambios en el cerebro que aumentan las posibilidades de que se desencadene el siguiente episodio, lo que al final da lugar a episodios producidos de forma espontánea.
Posibles tratamientos
No hay un análisis de sangre o prueba cerebral que ayude a diagnosticarla, por lo que es el especialista en salud mental el encargado de detectarla. Para eso, realizará pruebas para descartar otras dolencias que puedan provocar los síntomas. Después, realizará preguntas clave sobre los patrones de estado de ánimo y sueño del niño. También preguntará sobre su energía y comportamiento e, incluso, sobre los problemas médicos en su familia, como la depresión o el alcoholismo.
Señalan desde la Asociación Bipolar de Madrid que este trastorno se manifiesta de formas diferentes, aunque hay tres tipos que marcan unas características generales similares:
Trastorno bipolar tipo I. Principalmente episodios maniacos y en algunos casos también depresivos.
Trastorno bipolar tipo II. Alternancia de episodios hipomaníacos y episodios depresivos mayores.
Ciclotimia. La descompensación del estado de ánimo es leve pero dura más de dos años.
Tratamientos posibles
El tratamiento para los niños es similar al de los adultos y, al no tener cura, está orientado a controlar los síntomas. Suele combinar:
Fármacos. Diferentes según el niño. Algunas veces es necesario ir probando con dosis bajas e ir aumentando poco a poco hasta que se da con el más adecuado. Lo que está completamente contraindicado es comenzar o suspender un tratamiento sin supervisión médica, ya que puede empeorar los síntomas bipolares.
Terapia. Puede ayudar a los niños a cambiar su comportamiento y controlar sus actividades diarias, a llevarse mejor con sus familiares y amigos.
Con tratamiento, los niños y adolescentes que sufren del trastorno bipolar mejoran, sobre todo cuando médicos, padres y niños y trabajan juntos.
¿Cómo podemos ayudar los padres?
Para que el tratamiento sea más eficaz, los expertos recomiendan que los padres lleven un registro diario o gráfica de los cambios de estado de ánimo, comportamiento, y sueño de su hijo. No solo ayudará a que el médico sepa si el tratamiento le está funcionando, sino también a que los progenitores y el niño comprendan mejor la evolución de la enfermedad.
Además, hay algunos sencillos consejos que pueden servir a la familia:
Animarle a que se exprese y escucharle de manera activa.
Ser comprensivos con sus cambios anímicos.
Procurarle actividades divertidas.
Explicarle por qué el tratamiento le va a ayudar a mejorar.
Y, sobre todo, tener mucha paciencia con él. Está enfermo, no tiene la culpa de lo que le ocurre. Las enfermedades mentales son complicadas y más en la infancia, pero con amor y el tratamiento adecuado, pueden ser felices.
Vía | Clínica Mayo y Academia Americana de Pediatría
Fotos | iStock
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